Por: SARA ARANGO (@sarangof)
La larga historia de las ciudades comprende distintas etapas en las que estas fueron poblándose según su importancia histórica y las oportunidades que ofrecieran a sus habitantes. Para el año 2010 más de la mitad de los seres humanos vivíamos en ciudades. Las ciudades se fueron expandiendo debido al crecimiento poblacional, pero otro factor importante para la expansión fueron las posibilidades de transporte urbano en cada época: “las ciudades y los medios de transporte crecieron juntos, con la forma y el tamaño de las mismas determinados en gran medida por la tecnología de transporte disponible”. Nuevas posibilidades se presentaban en las urbes, primero por el transporte en tranvía, y posteriormente por el automóvil.
A principios del siglo XX, después de la puesta en mercado del automóvil, se comenzaron a crear las primeras grandes vías para autos, como el Long Island River Parkway y el Bronx River Parkway en Estados Unidos. Este tipo de vías, las cuales posteriormente también fueron impulsadas sistemáticamente tras la Segunda Guerra Mundial en Estados Unidos, permitirían viajar distancias más grandes en menores tiempos. Esto permitió la expansión urbana en dimensiones nunca antes conocidas, y que hasta nuestros tiempos no hemos podido detener – ¡hemos triplicado el área urbana en los útilmos trece años!.
Los suburbios son áreas residenciales localizadas en tierra aledaña a las ciudades, cuyas densidades poblacionales son bajas y se mantiene baja diversidad de usos del suelo. Sus orígenes datan de la misma Roma, pero los suburbios modernos como los conocemos surgieron en Londres a finales del siglo XIX como una respuesta de las clases altas a las pésimas condiciones de habitabilidad de la nueva ciudad industrial. Algunos de estos suburbios nacieron inspirados en el trabajo de Ebenezer Howard (1850 – 1928), quien hablaba de un modelo de vida en ciudades-jardín, las cuales eran más funcionales y propendían más a la interacción que los suburbios como los conocemos. La industrialización, el periodo de posguerra y post depresión en Londres; y la prosperidad de posguerra en Estados Unidos, generaron condiciones apropiadas para que los suburbios fueran una forma de vida cada vez más adoptada. Para 1950 en Estados Unidos vivía más gente en los suburbios fuera de las ciudades que dentro de ellas.
Los suburbios han sido cuestionados por ser motores de la expansión urbana (la cual es indeseable si se quiere pensar en ciudades compactas y sostenibles); por amenazar la tierra rural y/o de alto valor ecológico en la periferia de las ciudades; y porque el estilo de vida suburbano conlleva altas demandas energéticas.
Usualmente los habitantes de un suburbio demandan tantos o más servicios de la ciudad interior que el resto de los habitantes pero sin traerle las ventajas (fiscales, de interacción) de las comunidades que viven dentro de la ciudad. Una de las cargas que usualmente los suburbios imponen en las ciudades consiste en altas tasas de tráfico vehicular, ya que las bajas densidades habitacionales implican bajas demandas de transporte público, haciéndolo inviable.
Las ciudades son un símbolo de la democracia porque en ellas se pueden propiciar los espacios para convivir, para dialogar y para compartir. Los suburbios a veces logran ser lo contrario, porque separan. Dice Brent Toderian que la sostenibilidad de las ciudades, y por tanto del mundo, dependerá de lo que pase en los suburbios.
Siendo las ciudades espacios donde confluyen autopistas y formas nocivas de habitar como grandes torres de edificios apilados, no sorprende que las mismas sean espacios de alta conflictividad, donde en ocasiones se violenta la existencia humana. Es que “definitivamente sabemos más sobre buenos hábitats para gorilas de montaña, tigres siberianos u osos panda que lo que sabemos sobre buenos hábitats urbanos para los Homo Sapiens”, como dice Jan Gehl. No sorprende que cada vez más personas decidan escaparse de la ciudad para irse a los suburbios.
¿Qué hacer? Buscar que nuestras ciudades sean más habitables. Para eso necesitamos lo que sabemos: mejorar el transporte público, los espacios comunes, disminuir la contaminación visual, auditiva y del aire; y eliminar barreras a las que nos hemos ido acostumbrando.
En la conurbación de ciudades que describe Alejandro Echeverri y que conocemos como “Medellín”, existen algunos esfuerzos valientes por mejorar condiciones para la habitabilidad dentro del valle. De esta manera surgen proyectos necesarios como los Parques del Río Medellín. Lastimosamente, por el otro lado vemos que hay algunos intereses en seguir expandiendo nuestra área metropolitana a cuesta de bosques, vida animal y eficiencia energética.
Es así como en Antioquia insisten en construir el Túnel de Oriente con equitativos peajes de $14.000 por tramo en dinero de 2010 y la valorización de los habitantes de Rionegro, muy a conveniencia de la SAI (y los amigos de los Villegas -sí, los de Space-), y es así como somos testigos de verdaderas tragedias ecológicas como este bosque que ahora están talando para urbanizar en El Retiro con licencia ambiental ¡en orden! muy a pesar del bonito Pacto por los Bosques que fue firmado por Cornare, la misma autoridad ambiental que le da el visto bueno al turbio e innecesario Túnel de Oriente.
Mientras tanto, en Medellín perdemos la oportunidad de hacer parques para que la gente se quiera quedar viviendo dentro de la ciudad y no lejos de ella. Gracias a situaciones como que algún curador (adivinen… ¡Sí!: ¡¡¡EL DE SPACE!!!) decida que es mejor hacer un centro comercial en lo que sería la expansión del parque ambiental La Frontera.
“Curiosidades”
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