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Colombia, la más educada

Por: Manuela Restrepo: (@manurs13)

No sé si fue que el presidente Santos escuchó atentamente el discurso fajardista, decidió copiarlo, aprenderlo de memoria y luego de la manera más vil posible repetirlo por doquier como suyo, o que apenas para su segundo mandato y más de 20 años de carrera se percató de lo importante que es la educación en el desarrollo de cualquier sociedad.

Tanto la ministra de educación como el presidente gritan a viva voz: ¡Colombia la más educada! y ¡estudiar vale la pena!, gobierno falto de creatividad y de astucia hasta para crear sus propias frases insignias. Las locomotoras se dejaron a un lado y la paz, que se ha vuelto un discurso repetitivo, se aparta para darle lugar al cuatrienio de la educación; porque ahora sí cayeron en cuenta de lo importante que era y de los buenos resultados en la opinión pública que refleja hablar constantemente de ella.

Me alegra sin lugar a duda la noticia de los 10 mil créditos  condonables para los mejores estudiantes pertenecientes al Sisben, y me parece correcto el condicionamiento del pago de este a la obtención del título universitario, pues como lo recalqué en mi columna anterior, como ciudadanos y frente al Estado también tenemos deberes. Sin embargo, me molesta la propaganda y la politiquería alrededor de una noticia que no deberíamos agradecer por su llegada, sino reclamar por su tardanza.

La oportunidad que se les dará a estos jóvenes de acceder a la educación superior es loable, sin embargo no puede convertirse en una política de estado. La constante debería ser educación pública, gratuita y de alta calidad para todos, nuestros jóvenes de los mejores colegios privados deberían desear con ansias estudiar en una universidad pública y esforzarse en su bachillerato para lograr pasar donde un buen cheque no los deje entrar. Los maestros y maestras de instituciones públicas y privadas deberían ser las mentes más brillantes de cada generación y su labor, pilar de cualquier sociedad, tan bien paga que no sea una opción buscar otro camino para aumentar sus ingresos.

El dinero invertido en esos 10 mil créditos condonables, o por lo menos el que represente los otros 10 mil que se esperan dar para el próximo año, debería invertirse en el fortalecimiento y mejoras de nuestras universidades públicas, en el aumento de la oferta y de los cupos que garantice el acceso gratuito de todos aquellos que logren pasar un examen exigente más no excluyente y en la verdadera universalización de la universidad y, por supuesto, como el esfuerzo y el talento merecen recompensas en un número significativo de becas de sostenimiento para los mejores estudiantes de escasos recursos, con el fin de que puedan dedicarse exclusivamente a formarse y a formar, porque otra de las condiciones de estos apoyos debería ser la retribución por medio de servicio social en bibliotecas, grupos de estudio y monitorias que estos jóvenes tendrían que prestar a su comunidad.

No debería este dinero invertirse en instituciones privadas que ofrecen los mismos programas que las públicas, tendría que ser una condición para el uso del crédito condonable en universidad privada, la inexistencia del programa en una de las del estado y se debería  buscar la pertinencia educativa en pro del desarrollo de la región donde se imparta la formación.

Aplaudo el incentivo por devolverle a nuestros jóvenes la esperanza de ir a una universidad, pero reitero y no me cansaré de repetirlo, que la educación es un derecho fundamental y que todos, buenos y malos estudiantes, ricos y pobres, tenemos derecho a tenerla, y de calidad.

 

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