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Así viví Space

Por: Andrés López (@andresflopez)

Aquel sábado lo primero que hicimos fue escribirnos por el grupo que teníamos en WhatsApp. Mis excompañeros de JAL y yo, cada uno en lugares diferentes, quedamos sorprendidos por las imágenes que estábamos viendo tras la caída de la torre 6 de Space, e intercambiábamos constantemente palabras por el chat. Le escribí y llamé en ese momento al mayor Pulido, comandante de El Poblado, para preguntarle por la situación pero fue en vano. Después me di cuenta que estaba movilizando su equipo para atender la tragedia.

Por el chat seguíamos hablando. Se nos ocurrió ir al lugar para ofrecer nuestra ayuda y ser útiles de alguna manera, pero fue algo que descartamos inmediatamente porque llegamos a la conclusión de que lo que menos necesitaban las fuerzas de rescate alrededor eran personas como nosotros sin ningún conocimiento en ese tipo de situaciones. Pero definitivamente debíamos hacer algo como corporación que representa a los ciudadanos de una comuna. Uno de nosotros redactó una carta y los demás la complementamos. Fue dirigida al alcalde de la ciudad manifestándole todo el apoyo y respaldo frente a la situación, y poniéndonos a la orden en lo que pudiesen necesitar.

La carta la entregué junto con otro compañero al día siguiente, domingo. Recuerdo que el sector estaba cercado, pero una parte de las operaciones se estaban coordinando desde el hotel Intercontinental. Allí también se estaban refugiando algunas familias que lo perdieron todo en el derrumbe de la torre. Logramos entregar la carta a uno de los funcionarios del Área Metropolitana que también hacía presencia. Al ver la situación, entendí que no nos iban a dejar ingresar más allá, los ánimos todavía estaban muy álgidos y se especulaba sobre la posible caída de la torre 5, así que las medidas de seguridad debían ser extremas.

Domingo y lunes vi las trágicas imágenes a través de las noticias, y vi a la vicealcaldesa Claudia Restrepo, en ese momento alcaldesa (e), empoderada de la situación. El alcalde Gaviria estaba por fuera del país, en vacaciones si no estoy mal.

El martes en la noche logramos ingresar algunos de la JAL hasta el campamento de los rescatistas, al lado de Space en la carretera, y pudimos ver de primera mano la magnitud de la tragedia. Un edificio imponente cuyos escombros de una de sus torres llegaban casi hasta la vía. Dagrd, Cruz Roja y otros grupos de rescatistas se preparaban para ingresar a la zona, y con perros entrenados apoyaban la búsqueda de las personas desaparecidas. Un ambiente pesado, denso, la noche parecía más oscura y las caras de cansancio de los rescatistas y funcionarios de la Alcaldía eran notorias. Sin embargo nos recibió la vicealcaldesa con una sonrisa dentro de lo que le era posible, y nos puso al tanto de lo sucedido. Al ver tal situación el día anterior, como JAL nos dimos a la tarea de apoyar a los rescatistas y junto con la Mesa Ambiental de El Poblado, volvimos al día siguiente e hicimos una donación de bebidas energizantes para ellos. Estaban cumpliendo una ardua labor y poniendo en riesgo sus propias vidas.

Ese miércoles volví a hablar con funcionarios del Dagrd y la Alcaldía y hacía siempre la misma pregunta: «¿encontraron a alguien con vida?». Siempre tuve la esperanza de que así fuera. Recuerdo que un día llovió y pensé, tal vez inocentemente, que la lluvia podía calmar la sed de las personas atrapadas y darles unos días más. Pero conforme pasaban los días y se escuchaba en las noticias el hallazgo de un nuevo cuerpo, las probabilidades se hacían cada vez menores.

Después como edil me contactó un grupo de la universidad Eafit, ubicada en El Poblado, para hacer una donación y quería que yo los pusiera en contacto con los afectados. Inmediatamente les escribí vía Twiiter y me respondió Hensey Vega, uno de los afectados. Acordamos encontrarnos con él y uno de los representantes de los estudiantes de Eafit en la unidad de este último, para realizar la donación.

Finalmente todo acabó con el rescate del último cuerpo, pero aún así el apoyo de los habitantes de El Poblado seguía manifestándose con donaciones y palabras de apoyo. Nunca había visto El Poblado tan unido como aquella ocasión.

Tiempo después, el 12 de diciembre para ser exacto y 2 meses después de la tragedia, como JAL le hicimos un reconocimiento a los valientes rescatistas que pusieron su vida en peligro tratando de salvar otras. Las experiencias que nos contaron aquel día sobre Space quedarán para mi recuerdo. Así lo viví yo, y las palabras se quedan cortars para expresar unas cantidad de sentimientos, pero no quiero imaginar lo que sintieron todos los afectados y las familias de las personas que perdieron la vida.

Un año después, más que solucionado, el problema parece continuar para los afectados. Como lo dije en mi columna el 20 de septiembre (El espacio sin Space), no nos podemos olvidar ni de ellos ni del trasfondo que hay detrás de Space y el tema de la construcción. El espacio sin Space debería en constituirse en un lugar de espacio público que no nos permita olvidar.

Este domingo los afectados, a los cuales no se les puede llamar ni víctimas ni damnificados según me explicó Hensey, porque de lo contrario no tendrían derecho a pagarles por sus apartamentos perdidos, realizarán dos actividades coordinadas por Ángela Cantor, hermana de Juan Esteban Cantor, uno de los que perdió la vida. La primera es en una misa en la iglesia del Padre Marianito  a las 12 del mediodía; y la otra una jornada de velitas a las 7 y 30 de la noche, saliendo desde el hotel Intercontinental hasta la portería de Space.

Este domingo  se cumple un año de tan lamentable tragedia. Algo que nos marcó a todos los que vivimos en El Poblado.

 

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