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Agendas invisibles

Por: CAMILO ARANGO (@camiloarangoo)

Debido a la inconformidad nuestra como electores, a las críticas por el tono irrespetuoso de los candidatos, la altísima abstención en la jornada electoral de la primera vuelta, y el papel un poco más responsable de los medios de comunicación, han permitido que las casi dos semanas que se completan de campaña electoral entre los dos candidatos finalistas sus agendas den espacio a la presentación de algunas de sus propuestas programáticas para su eventuales futuros gobiernos. Educación, vivienda, salud, seguridad y empleo son los asuntos en que esperaríamos los colombianos que los candidatos sigan profundizando en sus propuestas y nos permitan identificar las diferencias que entre ambos programas existen, previo a los comicios electorales definitivos para la elección del presidente, porque el tema de la paz sigue siendo el centro de la discusión.

Es en relación a uno de esos asuntos justamente al que me quiero referir. Los estados miembros de la Organización Internacional del Trabajo, se reúnen por estos días en Ginebra en el marco de la Conferencia Internación del Trabajo que se realiza cada año, y en donde siempre tienen lugar además de las discusiones recurrentes de implementación de su agenda de Trabajo Decente, la reunión de los órganos de control de la organización para la revisión de los casos más complejos en el mundo, de incumplimiento de normas internacionales del trabajo suscritas y ratificadas por los estados, obligaciones internacionales que desde el plano jurídico deben ser de estricto cumplimiento por los miembros de la OIT que a ellas se someten.

Colombia ha tenido puesto fijo en la reunión anual de la Comisión de Normas de la conferencia en las últimas dos décadas, el mecanismo de control político y jurídico del cumplimiento de los compromisos internacionales en esta materia, como uno de los estados con mayores dificultades internas para la consolidación de escenarios de libertad sindical y negociación colectiva. Ante la persecución y muerte de líderes y agremiados sindicales en Colombia, siempre se ha puesto de manifiesto la preocupación de la Conferencia Internacional del Trabajo que ha exigido medidas inmediatas para la garantía de la vida y la integridad de los representantes de los trabajadores. Pero este año Colombia ha sido de nuevo llamado a rendir cuentas ante los representantes de empleadores, trabajadores y estados miembro de la organización, para poner de manifiesto sus debilidades en materia de inspección del trabajo.

Tan sensible y estratégico como la necesidad de generar empleo para el desarrollo económico del país, resulta el fortalecimiento de la inspección del trabajo por parte de las autoridades administrativas adscritas al Ministerio del Trabajo. Sin duda el gran reto en Colombia, de la mano con la generación de más empleos, es la calidad de los mismos y la garantía de los derechos de los trabajadores en el ejercicio de su actividad laboral. Aun cuando allí siguen existiendo serios problemas, se trata de un tema que no aparece en las agendas programáticas de los candidatos y en el cual si bien se han hecho esfuerzos durante el último gobierno, no parece ser la prioridad en materia de política de empleo en el país.

La OIT ya formuló su llamado de atención. El gobierno deberá por lo menos duplicar su planta de inspectores, asegurar que el personal que accede a los cargos es realmente técnico y lego en la actividad de inspección, y garantizar un reajuste en los salarios para acercarlos a los de la rama judicial. El futuro ministro del trabajo llegará con la tarea de formular e implementar acciones urgentes para dar cumplimiento a las recomendaciones formuladas por la comisión de normas de la Conferencias Internacional del Trabajo, en una actividad que sin duda redunde en el mejoramiento de las condiciones de los trabajadores colombianos en los sectores más sensibles a la vulneración de derechos. Tema de vital importancia que por ahora se resulta invisible en las agendas de los candidatos.

 

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