Más allá de la medicina

Publicado el jgorthos

DISCAPACIDAD CRECIENTE EN UN PAÍS QUE VIENE CAMBIANDO SU PERFIL EPIDEMIOLÓGICO

 

Cuando, a finales de los años 80, empecé a estudiar medicina era común ver que las campañas sobre desnutrición infantil nos enseñaban a preparar colombi-harina, a conocer los grados de desnutrición, a ver el signo de bandera en el pelo de los niños, y las enfermedades gastrointestinales era el pan de cada día en los servicios de urgencias. Además, la violencia del narcotráfico era rampante y, en el Instituto de Medicina Legal, en donde aprendí casi todo sobre las autopsias, los restos de los carros bombas o los ajusticiamientos del cartel de Medellín eran la nota imperante. 

Pero los años han pasado y en Colombia ha virado el perfil epidemiológico, ahora las  causas de morbi-mortalidad son otras. Los colombianos mueren principalmente por problemas cardiovasculares y no tanto por violencia o enfermedades infecciosas agudas. La razón: el sistema de salud ha ido cambiando. 

Hoy en día cuando la cobertura es total, el concepto de salud es un derecho constitucional, la protección al trabajador es un deber legal y la pirámide poblacional ha cambiado, Colombia ha pasado a ser un país de enfermedades crónicas y, en Latinoamérica, el de mayor acceso a tecnologías en salud, lo cual ha permitido que aumenten los años de vida de los colombianos y que, a la vez, se puedan tratar enfermedades que antes eran reducidas en el Pareto de la morbilidad nacional. 

Pero en términos de discapacidad, el panorama nacional es otro. De acuerdo con el Departamento Nacional de Estadística –DANE- existen 2 millones 690 mil colombianos con esta condición; es decir, 6.3 % de la población tiene algún grado de discapacidad. Cifra que puede ser mayor si contamos a las personas con patologías ocultas, como la discapacidad psicosocial que se presenta, entre otras causas, por el conflicto armado, que dizque acaba de terminar.  

En la convención de la Organización de las Naciones Unidas de 2006 se define la discapacidad como «un concepto que evoluciona y que resulta de la interacción entre las personas con deficiencias y las barreras debidas a la actitud y al entorno que evitan su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás». 

Por su parte, el Ministerio de Salud y Protección Social establece que la rehabilitación en Colombia ha se ser integral, además, “establece la visión multidimensional y biopsicosocial de las personas con discapacidad, lo que implica la provisión continua y coherente de acciones dirigidas al individuo, a su familia y a su comunidad, desarrolladas en corresponsabilidad por los diferentes sectores: salud, educación, trabajo, cultura, recreación y deportes, comunicaciones y transporte, entre otros, con el objeto de facilitar la promoción, prevención, recuperación, rehabilitación e inclusión social de la población”. 

Así, irrumpe en nuestro medio un concepto trasversal a la enfermedad y de trabajo interdisciplinar, en donde la rehabilitación no puede ni debe ser un “comodity” del proceso de atención.  

Solo cuando se tiene un paciente que sufre una enfermedad catastrófica, que genera discapacidad, se entiende que la rehabilitación no es únicamente terapia física o un paso final de su enfermedad, sino que le abre oportunidades al paciente y a su familia a todas las posibilidades sociales, laborales y de vida frente a un sistema de salud que debe garantizar esa fase del constructo salud – enfermedad y es la responsable de facilitar y de proporcionar la adecuada rehabilitación que los pacientes requieren. 

Sin embargo, nuestra realidad difiere un poco de los postulados éticos y del mandato legal.  

Aunque, por ejemplo, se le brindan a los pacientes desarrolladas tecnologías en salud, procedimientos de cirugía mínimamente invasiva, intervencionismo cardiovascular, moléculas para el cáncer que cambian su pronóstico y otros avances científicos, cuando  se requiere rehabilitación, de manera miope, los pacientes son remitidos a centros terapéuticos de garaje, con el fin de reducir costos.  

De esta forma, las Empresas Promotoras de Saludos –EPS- y las propias Instituciones Prestadoras de Salud –IPS- ofrecen unas horas de terapias para cumplir con los requisitos y, en algunos casos, el mandato de un juez.  

Ahora con el panorama que presenta la nueva pirámide poblacional, donde la población infantil disminuye, encontramos que la mayor discapacidad se encuentra en personas cuya edad está por encima de los 55 años. 

Hemos pasado de la discapacidad de los amputados en la violencia, a la discapacidad por enfermedades degenerativas del sistema nervioso central; de la  discapacidad por accidentes de tránsito a discapacidad cardiovascular. ¿Pero cómo enfrentar esos retos acordes con el sistema de salud vigente? 

En la frecuencia de esos grupos de discapacidad, el primero hace referencia al movimiento y compromiso de las extremidades, seguido por relacionado con el sistema nervioso central y, en tercer lugar, la discapacidad visual. 

La normatividad internacional habla de seis tipos de discapacidad, Colombia reconoce siete: física, sensorial visual (ciegos, baja visión), sensorial auditiva (sordos, baja audición), intelectual, sordoceguera, multidiscapacidad y la psicosocial. (TAB, Trastorno Afectivo Bipolar; TOC, Trastorno Obsesivo Compulsivo; TLP, Trastorno Límite de Personalidad). 

¿Cómo son, entonces, los planes que ofrecen las EPS y cómo están enfrentando las IPS dicho fenómeno? El sistema de salud da la cobertura completa a cualquier patología que genere discapacidad, también incluyen las ayudas externas como muletas, sillas de ruedas, ortesis, prótesis, etc. Ya no somos el país de la década de los 70, cuando que se tenía que mendigar un concepto de discapacidad, buscando financiación social como si la discapacidad fuera un estigma. 

Hoy podemos exigir al sistema de salud y a sus actores planes de rehabilitación que aseguren: trabajo interdisciplinar, tecnología en salud que mejore los desenlaces y acelere la recuperación, profesionales idóneos que con su experticia den sustento científico a los protocolos y guías de aplicación según la necesidad de cada paciente, modelos que evalúen el ingreso a los planes y den con sistemas objetivos por medio de escalas los porcentajes de recuperación final y sobre todo que se establezcan objetivos claros y límites en el tiempo para cada condición clínica. 

Así como los países del primer mundo han ido especializando sus centros cardiovasculares, pediátricos, de cáncer, entre otros, en Colombia debemos apoyarnos en el sistema de calidad del Ministerio de Salud e Icontec exigiendo centros acreditados en salud para tal fin, buscar grupos acreditados por pares internacionales que nos aseguren trazabilidad en calidad y en el impacto de sus planes y proyectos. 

Finalmente pensemos que solo por términos de estadística poblacional hoy tenemos más probabilidades de sufrir enfermedades crónica y potenciales generadoras de discapacidad; por eso la importancia de entender lo que podemos lograr y debemos asegurar para todos los colombianos que lo requieran una rehabilitación óptima y dejar de pensar en esta como un tema marginal. 

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