Parsimonia

Publicado el Jarne

Los videojuegos son cultura

Es un sector que mueve miles de millones de euros. Ha sido estigmatizado en muchas ocasiones. Se ha dicho que era sólo para adolescentes y niños asociales. Ha demostrado que puede crear obras tan grandes como las mejores películas. Ha influido en la propia forma de concebir el cine. Puede ser la tabla de salvación de algunos medios: hablamos de los videojuegos.

Es una polémica que surge cada poco tiempo. Algún perturbado mental mata a alguien o a varias personas. Da la casualidad de que no es una persona sociable, tiene pocos amigos y juega a los videojuegos durante horas y horas. Los medios de comunicación saben que su juego preferido es violento y tienen material gráfico para ilustrar la noticia. Ya tienen servido un caso más de estigmatización del mundo de los juegos.

Pues no. Cientos de millones de personas juegan a los videojuegos todos los días.  No somos violentos ni confundimos la ficción con la realidad. Es cierto que por la propia dinámica de los videojuegos -siempre nos ponemos en la piel de alguien- y con el público al que van dirigidos se pueden reforzar estereotipos, pero no más que la publicidad que vemos un día tras otro en la televisión.

Otra de las actitudes con las que me he topado ha sido despreciarlos y considerarlos como algo menor. Una cosa de niños. Fatal error. Hace ya mucho tiempo que los videojuegos demostraron que es un sector maduro y se dirigen a varios sectores, entre los que se encuentra un público más adulto. Algunos con guiones dignos de las mejores obras culturales, sean libros o películas.

Quien dice esto no ha jugado al Half Life, al Metal Gear Solid o al Max Payne. O a los juegos de rol como los Final Fantasy o aventuras gráficas como las sagas Broken Sword o Monkey Island. Y de los últimos, los GTA son como películas de Scorcese. Por la producción, la música elegida o la trama argumental podrían ser películas del maestro norteamericano. O la ambientación y el diseño que se llega en juegos como Assasin´s Creed es digno de las mejores producciones cinematográficas.

Es un sector en alza que factura miles de millones de euros. En España, el mundo de los videojuegos es desde hace años un sector más grande que el cine.  El último GTA facturó más de 800 millones de euros en 24 horas, pero los números que rodean su producción son dignos de una película de Hollywood. Además, tiene un alto nivel añadido donde trabajan personas que tienen unos salarios muy altos en los países desarrollados, aunque tampoco se ha librado de la deslocalización hacia India o China.

Para ver hasta qué punto es un sector importante, les recomiendo el Dossier de L´Monde Diplomaique del mes de diciembre. Allí se hace mención al poder que tiene el lobby de la industria del videojuego en países como Canadá, donde dispone de un sistema tributario que le beneficia, unos legisladores conscientes de la importancia económica y estratégica que tiene los videojuegos y que presionan a otros países para defender a su industria.

Esta actitud contrasta con otros países. No sé qué ocurre en Colombia -más o menos, me lo imagino- pero en España es el desierto. Salvo algunas pequeñas iniciativas de algunas Administraciones, es la estepa castellana. No existen ayudas ni el Estado tiene en la cabeza crear centros educativos públicos más allá de cosas puntuales que no cubren la demanda existente.  Uno se tiene que ir fuera o a la educación privada si quiere hacer algo en este campo, lo que supone asumir precios prohibitivos que sólo los más ricos se pueden permitir.

Los medios y los periodistas también tendríamos que aprender mucho sobre este sector. Los videojuegos cuentan historias, nada distinto a lo que hacemos nosotros. Y en un momento en el que la crisis de la prensa es más que evidente y que no llegamos al público más joven, no estaría mal que explorásemos este mundo.

El New York Times ya lo ha hecho con historias transmedia -no estrictamente videojuegos- y no le va nada mal. Creo que marca un camino que otros tendremos que seguir, para bien o para mal, si queremos seguir contando historias que es nuestro cometido. Uno se adapta al formato, pero seguimos haciendo lo mismo de siempre: hablar del amor, del miedo, la guerra o las pasiones humanas. Eso no cambiará nunca.

En Twitter: @Jarnavic

Comentarios