Parsimonia

Publicado el Jarne

La resurrección del TPB

Todos los días caminaba hasta la universidad y me quedaba mirando este gigante que veía al pasar por la Jiménez. Por fin, hace un par de días, decidí entrar. Cruce la puerta y encontré un edificio en ruinas donde colgaba la obra de un artista conceptual que se había inyectado pigmentos de colores en las vesículas seminales y un papel alertando a los ladrones de que respetaran la cultura y no vinieran a robar. El sufrido creador había realizado una bella foto cuando eyaculaba en la que se podía ver a una nube de semen compuesta de múltiples colores. La obra se llamaba Semen de colores I. Le pregunté al vigilante quién diablos llevaba este espacio y me contó que eran cuatro chicas muy jóvenes. Aquí había tela que cortar, así que cogí papel y cámara y pedí quedar con ellas. Era la hora de entrar en el mundo del Odeón o el antiguo TPB.

El antiguo teatro Odeón.
El antiguo teatro Odeón o TPB.

Un armatoste gris y elegante

La primera vez que entré, me quedé muy sorprendido. Caminé por en una especie de edificio abandonado, con goteras, humedad, donde falta la luz y uno espera que le ocurra cualquier cosa menos ver una exposición de arte en un sitio como ese. Pero poco a poco recorrí las salas y me encontré con un sitio acogedor e incluso elegante.

Quizás no sea una elegancia muy convencional, pero este elefante achacoso tiene algo que lo hace distintivo. Será su historia, en la que pasó por ser uno de los teatros más importantes de Bogotá, estuvo abandonado durante unos años y después ha sido recuperado como centro de arte contemporáneo. La biografía del Odeón se ve en la mezcla de su arquitectura, donde uno pasa de ver las vieja y cuidada estructura del teatro a las paredes destartaladas que dejo el abandono y que se han conservado así para mostrar las huellas del tiempo y la vida. Si le sumamos grandes ventanales y una restauración armónica, el  antiguo TPB se configura como un sitio especial. Se mueve entre lo cutre y lo kitsch, una mezcla extraña que no suele salir bien pero que en este caso le ha imprimido mucho carácter al edificio.

Después hablé con las chicas que lo llevan y coincidimos en esa idea. Algo especial tiene el Odeón que no lo hace un sitio al uso. El artista que vaya a exponer tiene que ser muy consciente del edificio que va acoger su obra y tendrá que ser capaz de adaptarse al mismo. No es una sala de exposiciones o galería normal, de forma que las colecciones que veamos tampoco pueden ser convencionales. Me queda la duda de si tanta personalidad no pasará factura al artista que exponga y se vea ensombrecido por el edificio, o simplemente, no tengan nada que ver y la obra quede deslucida. De momento, Lucerna de Óscar Santillán se adapta como un guante a este espacio. Veremos si en el futuro pasa lo mismo con los que vengan.

Cuatro mujeres para el Odeón

Cuando terminé mi primera visita, le pregunté al guardia de seguridad si me podían dar algún tipo de información: quién lo llevaba, qué había sido ese espacio y todo lo que me rondaba por la cabeza sobre semejante armatoste. El man me contó que eran 4 chicas quienes se encargan de semejante armatoste y fue a buscar a una de ellas. Entonces apareció Vanesa: habladora, con una sonrisa lisonjera, mesera de los madriles durante un año y estudiante de vanguardia a la que siempre se le escapaba alguna palabra en inglés. Quedamos para el día siguiente con el resto de la tropa y durante ese tiempo me las imagino como una especie de las guerrilla girls, transgresoras e irreverentes que deciden tomar el manejo de sus vidas y abrirse camino en un mundo de hombres en un país como Colombia. Flirteó con la posibilidad de que sean los Cuatro Jinetes del Apocalipsis en forma de guerreras amazonas dispuestas a atacar al machismo imperante con el arma de la vanguardia y el arte contemporáneo.

Tras semejantes ínfulas, he de decir que me sentí algo defraudado. Llegué al día siguiente a su oficina y subimos hasta el último piso, donde me esperaban tres de ellas: María Fernanda, Tatiana y Vanesa, mientras que Juliana vino para la entrevista que mantuvimos durante la tarde. Los hombres se habían quedado en el piso inferior y sonreí: por una vez era una mujer la que quedaba en el piso superior. Pero hay vino mi sorpresa: eran unas chicas de lo más normal que cualquiera se puede encontrar. Beben té, trabajan mucho, les une una misma manera de entender el arte, y sobre todo el gusto por el arte contemporáneo, de forma que tienen claro qué quieren hacer con la posibilidad que se las ha dado. No hay nada más, ni nada menos.Unos inversores compran el Odeón. Daniela los conocía de forma que éstos le dan la posibilidad de gestionar ese espacio. Lo rehabilitan, se constituyen como fundación y comienzan a trabajar para darle contenidos a ese espacio. Logran realizar la primera Feria Odeón en 2011. Las cosas salen bien y continúan adelante.

Les pregunté si tuvieron algún problema por ser mujeres y me dan una respuesta negativa. Me explican que poco a poco las mujeres se han normalizado el campo del arte y que es lo más normal. Pienso para mí «estúpido español».  ¿Y por ser jóvenes?» pregunté de manera maliciosa. Aseguraron que sí que han tenido algún problema, sobre todo a la hora de soltar la plata las empresas y de tener todo a punto para primera Feria, cuando el edificio no estaba todavía a punto. Para matizar añadieron que había que tener en cuenta que era un proyecto que tiene poco más de un año, así que también había serias dudas por ser algo tan novedoso. Finalmente, Las chinas lo sacaron adelante, aunque todavía no han descorchado la botella de champán por lo que queda por venir. Se desinflaron mis elucubraciones y cambiamos de tercio.

transgresoras e irreverentes que deciden tomar el manejo de sus vidas y abrirse camino en un mundo de hombres en un país como Colombia. Flirteó con la posibilidad de que sean los Cuatro Jinetes del Apocalipsis en forma de guerreras amazonas dispuestas a atacar al machismo imperante con el arma de la vanguardia y el arte contemporáneo.
Tras semejantes ínfulas, he de decir que me sentí algo defraudado. Llegué al día siguiente a su oficina y subimos hasta el último piso, donde me esperaban tres de ellas: María Fernanda, Daniela y Vanesa, mientras que Juliana vino para la entrevista que mantuvimos durante la tarde. Los hombres se habían quedado en el piso inferior y sonreí: por una vez era una mujer la que quedaba en el piso superior. Pero hay vino mi sorpresa: eran unas chicas de lo más normal que cualquiera se puede encontrar. Beben té, trabajan mucho, les une una misma manera de entender el arte, y sobre todo el gusto por el arte contemporáneo, de forma que tienen claro qué quieren hacer con la posibilidad que se las ha dado. No hay nada más, ni nada menos.
Unos inversores compran el Odeón. Daniela los conocía, de forma que éstos le dan la posibilidad de gestionar ese espacio. Lo rehabilitan, se constituyen como fundación y comienzan a trabajar para darle contenidos a ese espacio. Logran realizar la primera Feria Odeón en 2011. Las cosas salen bien y continúan adelante. Les pregunté si tuvieron algún problema por ser mujeres y me dan una respuesta negativa. Me explican que poco a poco las mujeres se han normalizado el campo del arte y que es lo más normal. Pienso para mí «estúpido español».  ¿Y por ser jóvenes?» pregunté de manera maliciosa. Aseguraron que sí que han tenido algún problema, sobre todo a la hora de soltar la plata las empresas y de tener todo a punto para primera Feria, cuando el edificio no estaba todavía a punto.  Para matizar añadieron que había que tener en cuenta que era un proyecto que tiene poco más de un año, así que también había serias dudas por ser algo tan novedoso. Se desinflaron mis elucubraciones y cambiamos de tercio.
Aguantando al 'españolete' pesado.
Aguantando al ‘españolete’ durante la entrevista.

Algo más que una sala de exposiciones

Me explicaron las pretensiones que tienen al hacer con la Fundación Odeón. Se trata de crear un espacio en el que dar a conocer el arte contemporáneo de todos los ámbitos. «Crear experiencias»  remarcaron. Pero no sólo tienen en mente mostrar el nuevo arte, sino también transmitirlo. Para ello le dan mucha importancia a acercar el arte a todos los sectores. De ahí la importancia que le dan a que las exposiciones sean guiadas, a conversatorios u obras participativa como Cadáveres Exquisitos, un corto en el que la gente debía decidir cómo continuar la historia tras ver las escenas previas que habían rodado los anteriores visitantes.

Y otra de las cualidades del arte contemporáneo es la fusión que se produce entre los distintos artes. En Odeón tienen claro que es otra de las cosas que también quieren tocar. Se trata de romper con el típico muro blanco de las galerías, de sobrepasar los cánones  y ser capaz de ofrecer la mezcla entre las distintas artes. En la exposición de Santillán se puede encontrar una mezcla entre las artes pictóricas y visuales. Tiene muy claro que las próximas exposiciones que elijan irán en el camino de mezclar las artes escénicas, pictóricas o literarias. Dentro de ese amplio gris con el pretenden jugar será lo que ofrezcan a Bogotá.

Pregunté cuáles eran sus planes y cómo se veían de aquí a 5 años. Quieren que el Odeón poco a poco se convierta en un centro de referencia dentro de la escena de Bogotá. No sólo de artes escénicas, sino de todo tipo de artes. Además, quieren estar siempre a la vanguardia de la vanguardia, que siempre allá innovaciones  y uno quede siempre sorprendido. Tendrán que trabajar mucho y no dormirse en los laureles con unas pretensiones tan altas. El tiempo dirá si estas metas se convierten en realidad, aunque no llevan mala dirección.

Con esto y varias hojas de apuntes, terminamos el primer round. Continuamos por la tarde, donde se unirá Juliana, en una platica más corta, pero quizás más intensa. Las chicas estuvieron un poco más dispersas e incluso Juliana se dedicó a las artes pictóricas, aunque todas habían confesado que sabían que no tenían madera de artistas, sino de gestoras. Terminada la charla, Vanesa se ofreció para explicarme la obra de Santillán y por fin pude comprender la obra del ecuatoriano.

De lo incomprensible a lo admirable

La primera vez que entré no entendí nada o muy poco. Deambulé por los pisos del Odeón mientras me encontraba las obras del artista. Leía los «paneles explicativos» y más jodidas se volvían las cosas. Gracias a Dios, los elementos o la alineación de los planetas, Vanesa me explicó todo en esta segunda ocasión. Se ve que le gusta y lo transmite perfectamente. A partir de aquí empecé a entender a este provocador nato.

El mamón de Santillán es como un niño que juega con sus muñecos, nosotros. Con un humor irónico alude a manifiestos inexistentes, pinta sobre una pared en lugar de sobre un lienzo y después con los restos de esa pared escenifica la entrada de la luz en el suelo o extrae toda la tinta de Utopía de Tomás Moro, junta es tinta en una pequeña bola y la exhibe frente a lo que ha quedado del libro blanco. Me recuerda a ese Duchamp que expone un urinario y dice que es una fuente: un artista conceptual en el que a veces no sabe si le está revelando sus más hondos pensamientos y sentimientos a través del simbolismo de los objetos o se está riendo de ti descaradamente. Hay que acercarse al antiguo TPB para captarlo y tener esa experiencia. Y con una guía tan entregada a su artista sería lamentable perdérselo.

Terminé de ver la exposición. Me hervía la cabeza por la tarde después de tanto arte conceptual, edificios derruidos y chicas. Me voy al Copetón y me tomó mi chocolate de siempre. Empecé a pensar el artículo y a recopilar todos los datos. Recordé que en España tenemos una gran cantidad de contenedores culturales que han costado una barbaridad, que cuestan un dineral mantenerlos y lo peor de todo, están vacíos. Aquí tienes un buen reportaje sobre ello. Estas mujeres, son jóvenes -ninguna sobrepasa los 25 años-, han creado en un museo con los restos de un teatro que se integra muy bien en el centro sin apoyo estatal, no tiene pinta de que cueste mucho su mantenimiento y tienen una amplia programación cultural durante todo el año. Volvi a soltar todo tipo de improperios contra mi país y comencé a escribir.

Santillán jugando con nosotros.
Santillán jugando con nosotros- Fundación Odeón

Fundación Teatro Odeón Carrera 5#12c-73

Otra forma de verlo.

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