La imaginaria conexión colombo-rusa. Un asunto de pasión (historia con una pizca de humor)
Se tiende a pensar que la relación bilateral colombo-rusa ha sido marcada por el frío de Bogotá y el de Siberia (que no sólo es una región de Rusia, sino también resulta ser un barrio bogotano). Sin embargo, en ocasiones tiende a calentarse como hace un tiempo, cuando unos bombarderos rusos estuvieron dando un paseo…
Se tiende a pensar que la relación bilateral colombo-rusa ha sido marcada por el frío de Bogotá y el de Siberia (que no sólo es una región de Rusia, sino también resulta ser un barrio bogotano). Sin embargo, en ocasiones tiende a calentarse como hace un tiempo, cuando unos bombarderos rusos estuvieron dando un paseo por nuestra costa caribe sin el debido permiso, o de cuenta de supuestos escándalos de diplomáticos de ocasión. No pienso comentar estos sucesos, pues me tengo prohibido opinar en temas políticos o de relaciones exteriores, pero la coyuntura es apropiada para el recuento de lo que llamaré la imaginaria conexión colombo-rusa.
El precursor Francisco de Miranda, diseñó la bandera colombiana que terminó adoptando el Libertador Simón Bolívar y la leyenda dice que la idea surgió del romance que aparentemente sostuvo con Catalina la Grande de Rusia, con el fin de rendirle un eterno homenaje. Para Don Francisco, el color amarillo le recordaba el rubio cabello de la gobernante rusa, mientras el azul evocaba el brillo de sus ojos, así como el rojo devolvía a sus mejores memorias, el carmín de sus labios.
Algunos más entendidos, afirman que Miranda se trajo de recuerdo la bandera que ha sido nuevamente adoptada por la federación rusa (blanco, azul y rojo), pero afectada por los meses de viaje en barco, el blanco fue tornando en amarillo, que a la postre fue el elegido por Don Francisco para la futura Colombia. Hace unos años, el ex presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero en una rueda de prensa tuvo un desliz verbal, cuando hablaba de las actividades para promover el turismo entre España y Rusia, se le coló la palabra follar, que tiene tan especial significado en el castellano de España.
El acto fallido provocó burlas e indignación, pues decían que inconscientemente el mandatario español estaba estimulando el turismo sexual. Algo que al parecer ya practicaba en su época el generalísimo Miranda.
Pasados muchos años, Colombia contribuyó en plena guerra fría a asestar un golpe definitivo a los soviéticos. En 1962 en cierto estadio de un desierto chileno, la selección Colombia de fútbol en épico encuentro empató 4 – 4 contra los rojos, marcador que fue el orgullo del fútbol colombiano durante años. Nunca antes el gran arquero Lev Yashin, apodado la araña negra, había sido humillado, fue el día en que un colombiano anotó el único gol olímpico en la historia de los mundiales. El acontecimiento marcó un distanciamiento entre colombianos y rusos que todavía se siente. Pensábamos que el acrónimo CCCP (abreviatura de la URSS en ruso), significaba Con Colombia Casi Perdimos.
Sin embargo, hubo un intento llamativo de acercamiento y colaboración entre los dos países, algo que pudo llamarse la diplomacia del cine. Se realizaron un par de películas colombo-soviéticas, pero en particular se destacó aquella basada en una novela de Alfonso López Michelsen titulada ¨Los Elegidos¨, la cual vinculó a los dos países a unos niveles insospechados gracias a unas escenas turbulentas entre el actor Leonidas Filatov y la eterna Amparo Grisales, que descongeló al menos al intérprete soviético.
Rasgada la cortina de hierro, echó por tierra todos los símbolos de la Unión Soviética y nuestro país en compensación, decidió honrar el nombre de los rusos y mantenerlo elevado a la altura de los andamios, pues tradicionalmente a los trabajadores de la industria de la construcción se les denomina “rusos”, ignoro el motivo de tan curiosa designación, pero es posible que fuera la venganza de algún cachaco burgués que pretendía de esa forma, aludir al proletariado bogotano. Igualmente nuestra administración pública, a pesar de pertenecer a una república democrática, hace un reconocimiento de los antiguos regímenes rusos, pues hemos tenido zar anti-secuestro y el zar que combate la corrupción. Falta la zarina, pero no me extrañaría que así bautizaran una marca del ingrediente para hacer arepas.
Como se observa, al menos en el plano imaginario, nadie podrá negar que la relación colombo-rusa ha estado marcada en diversas épocas por conceptos como amor, poder, fútbol, cine, los cuales se reúnen en una sola palabra: pasión (lo cual no es extraño, pues es la misma palabra que hasta hace unos pocos años nos identificaba como marca país).
Advenedizo extraviado en la dimensión desconocida. Alguna vez aspirante a diletante cronopio y decantado en aceptable fama. De los pecados, errores y calamidades cotidianas me rescata Patricia, incondicional compañera. Cuando salgo del espejo de Alicia, me pongo corbata, apellidos de pila e intento aplicar lo aprendido en la Universidad Nacional de Colombia y otros gratos centros de estudio, en la diplomacia. Estuve en el desierto y ojalá pudiera dejar huella.
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