Sin Margenes

Publicado el Tathiana Sánchez Nieto

El guión de la venganza

@tathysan

Estaba a punto de cumplir 25 años. Amaba mi trabajo y me encantaba la seguridad que me daba saber que había escogido correctamente lo que quería hacer el resto de mi vida. Pero no podía disfrutarlo completamente porque tenía rabia, una ira profunda de verme abandonada. 

(Si esta es la primera vez que me lees, estoy contando mi historia de dolor, duelo, oscuridad, corazón roto y cómo volví a la luz.  Te invito a ver cómo empezó todo! Parte 1 / Parte 2 / Parte 3 / Parte 4)

Felipe se había ido y en mi cabeza sólo pensaba que debía conseguir rápido un nuevo novio, un hombre ojalá guapo, inteligente y exitoso. Pero más que porque yo creyera merecerlo, hacía esto por él, porque quería vengarme de que me hubiera dejado, quería que sufriera al verme en los brazos de otro. El plan que se gestaba dentro de mi era que si Felipe me veía con otro hombre se arrepentiría y volvería rogando el amor perdido, dándose cuenta de su fatal error. Suena como todo un guión, y lo peor es que ahí no terminaba.

Diariamente pensaba en cómo reaccionaría yo. Primero me haría de rogar un poco, seguro habrían lágrimas y negativas de mi parte porque ya estaba con alguien más, pero al final llegaría el momento de decir que sí, que yo también sabía que debíamos estar juntos y que lo prefería a él por encima de ese «otro». Cuando consigo contarlo me asombra mucho todo el drama que había alrededor, esa capacidad de crear una historia fantástica en mi cabeza que al final estaba logrando destruirme. 

Lo peor es que en mi mente funcionó, pero en la vida real no. Empecé a salir con hombres que me aburrían hasta el infinito, no muy guapos y que no buscaban nada serio. Me sorprendía mucho lo difícil que era encontrar a un hombre al que le interesara de verdad, con el que pudiera conectar más allá de lo físico. Entonces llegó el momento en que eso ya no importaba, yo tampoco tenía que enamorarme, sólo tenía que seguir con el plan.

No voy a negarlo, la fuerza que da la rabia es adictiva y hace que crezca el deseo de vengar ese daño profundo. Es como estar conectado directo al enchufe, manteniéndonos en pie por mucho tiempo. La ira actúa como la adrenalina en los momentos de miedo y nos ayuda a sobrevivir. Pero el veneno que deja por dentro va consumiendo el alma silenciosamente.  

Llena de energía busqué salir más a menudo. Con mis citas frecuentaba los espacios a donde solíamos ir con Felipe, los que eran nuestros lugares… pero nunca nos encontrábamos. Pasaban los días y empecé a sentir que conquistar a otro era un trabajo muy grande y pesado, que no valía la pena, que yo no valía la pena, ni para Felipe, ni para nadie. La desesperación empezó a dominar el juego, y yo, viéndome como la posible gran perdedora, empecé a apagarme por dentro. 

Para alguien acostumbrado a ganar, como yo, era vergonzoso verse derrotado en un tema tan sencillo y cursi como lo era para mi el amor. No sabía qué había entendido mal. Estaba segura que toda mujer en mi situación habría buscado hacer lo posible para que el hombre amado volviera.

Hace unos meses, y después de años de trabajar en sanar este tema, decidí que debía contar mi historia, desde lo aprendido, y por primera vez fui capaz de contarle a mi mejor amigo Oscar este sentimiento de rabia y de querer vengarme de Felipe. Lo hice buscando mostrarle desde mi supuesta sabiduría lo que debería estar pasando su ex novia, con la que había terminado 2 semanas antes.

Entre risas, y tratando de no darle mucha importancia -como es mi costumbre-, le dije a Oscar que me habría encantado saber qué habría pasado si el plan hubiera salido bien, tal y como me lo imaginé, de esa forma habría podido acabar un gran guión o una maravillosa novela.

Oscar se quedó mirándome aterrado y muy serio. Pensé que estaba tomándome del pelo, que se reiría y me diría unas palabras como «tranquila eso pasa», o «es normal, estabas muy dolida», pero no fue así. Lo que recibí fue una honesta mirada de desconcierto, y de su boca salieron palabras que me decían que no podía creer como yo era capaz de pensar eso, que para él sería terrible que una ex novia, que el quiso tanto, pudiera pensar en todo un plan macabro para hacerle daño. Sentí su decepción, como si hubiera visto una parte horrible y monstruosa de mi. No fue el único, sus palabras hicieron que yo volviera a ver también esa faceta que pensé que ya había entendido.

Gracias a Oscar pude ver la verdad de mi oscuridad. Me costó entender que por mucho tiempo quise curar el dolor provocando aún más dolor. Ahí fui consciente que me dejé llevar por el miedo y desde ahí tomé decisiones equivocadas. Se me olvidó que amé a Felipe con todo el corazón, y que su partida no merecía una venganza, merecía respetarle su decisión y dejarlo ir. 

Aunque hoy ya he pasado por grandes procesos donde se que soy suficiente y totalmente merecedora, hubiera dado muchas cosas por saber esto antes. La tristeza de sentirme en medio de una lucha que yo no había buscado, venía a hundirme profundamente. Mi cuerpo sería el que recibiría todos los golpes de la depresión que empezó a llegar. Y por dentro, sentía que debía seguir aguantando, que estaba sola y que debía hacer todo para defenderme.

Próxima entrada: El cuerpo del dolor

PD: Cada vez que escribo vuelvo a traer a mi miles de sensaciones que me ayudan a reconocer mi pasado, a honrar mis experiencias y a continuar contruyendo mi futuro. Gracias por leerme, gracias por ayudarme a sanar. 

Sígueme

Twitter: @tathysan

Instagram: @tathysan

Entradas anteriores:

Parte 1: La historia de mi viaje

Parte 2: Entre cuentas regresivas y progresivas

Parte 3: Qué hacer (o mejor no hacer) para que el dolor no duela

Parte 4: Ser la víctima, una de las mentiras que cuenta el dolor

Comentarios