Dos o tres cosas que sé de cine

Publicado el fgonzalezse

Llámame por tu nombre: mantener todo en foco

Fuente: Indiewire
Fuente: Indiewire

Nada queda oculto en Llámame por tu nombre, nada queda fuera de foco. La historia de un primer amor se convierte en un vibrante y emotivo retrato de un  personaje que va descubriendo su identidad. Y aunque se extienda demasiado, el filme logra conmover por su aire de relato cierto, de relato honesto. Llámame por tu nombre crece despacio, de modo similar al modo en que se le va revelando su propia naturaleza a Elio (Timothée Chamelet), el protagonista. La película avanza como si estuviera dominada por la ensoñación de los recuerdos, por el influjo de las pasiones que surgen en la esforzada abulia del verano. Un verano que interrumpe el amor, ya se sabe. Llámame por tu nombre evoca un pasado que se añora por haber marcado a sus protagonistas, a pesar de que recuerde pasiones ya acabadas; la película nos invita a contemplar la fascinación que una vez provocó un amor ya terminado. Acaso idílica en exceso, acaso terriblemente indulgente. Se trata de un filme en primera persona que se deleita en la distorsión que provoca tal narración. Solamente existe el estado de ánimo del protagonista, sin que haya espacio para la distancia, ni la ironía (un signo de los tiempos). Incluso los juegos de enfoque en que un personaje fuera de foco escucha a otro se resuelve, enfocando al otro (el espectador debe verlo todo, no debe quedar espacio para la ambigüedad ni el misterio). Al margen de esto, al margen de su indulgencia, la película nos impone su ensueño, nos lleva a compartir el deseo y el dolor de un par de amantes. Así, lo más recomendable con este filme es dejarse arrebatar por su nítido y emocionante recuento de las alegrías y penas de una pasión.

Fuente: Cinergia Online
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Tráiler

Fuente: JPosters
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