Cosmopolita

Publicado el Juan Gabriel Gomez Albarello

La silla vacía… de Colombia en la entrega del Nobel de la Paz

Ayer leí las declaraciones de la señora Canciller acerca de la ausencia de la representación diplomática de Colombia en la ceremonia de entrega del premio Nobel de la Paz. Como hace un par de semanas había leído también que China es actualmente nuestro segundo socio comercial más importante, la suspicacia se me alborotó. La verdad sea dicha, con el gobierno de China tengo la suspicacia alborotada hace un buen rato. Uno de los recientes cables filtrados por wikileaks acerca del comportamiento intimidante y mangoneador de China respecto de los países del “Tercer Mundo”, al cual haré referencia más adelante, solamente hace más gravoso mi predicamento. La pregunta que me hice fue, pues, si la presión china tenía que ver con la ausencia colombiana en la ceremonia del Nobel de Paz.

Al ver la lista de países que, según el Comité de entrega del premio, no van a tener una representación diplomática en la ceremonia sentí un poco de incomodidad y de disgusto. Mi sentimiento fue similar al que tuve cuando estaba en curso el proyecto que permitiría la segunda reelección del Llanero Solitario: habríamos quedado en la buena compañía de Bielorrusia, Kazajistán, Tayikistán, Uzbekistán, Burkina-Fasso, Níger y, por supuesto, Venezuela. Finalmente hicimos lo suficiente para no entrar en ese club pero, aparentemente, gracias a nuestra ministra, hemos quedado en otro: en el que le hicieron el quite a la entrega del premio Nobel de Paz al disidente chino Liu Xiabo. Ese club es un poco parecido al anterior: China, cómo no, Afganistán, Colombia, Cuba, Egipto, Irán, Iraq, Kazajistán, Marruecos, Pakistán, Filipinas, Rusia, Arabia Saudita , Serbia, Sudán, Tunisia, Ucrania, Venezuela y Vietnam.

Si uno mira la lista con detenimiento, uno diría, ajá, aquí hay algunos amigos que hacen parte del club autoritario de las reelecciones indefinidas: Kazajistán, Tunisia y Venezuela, así como otros cuyo record en materia de derechos humanos, particularmente en su trato de disidentes, no es el mejor: Cuba, Egipto, Irán, Iraq, Kazajistán, Marruecos, Pakistán y Rusia. Cómo no mencionar al adorado Sudán, cuyo presidente acusado ante la Corte Penal Internacional, ha cultivado una gran relación con China o los árabes saudíes, los que tienen un rey que implantaría chips a personas como lo hace con los caballos.

OK – hasta ahí la suspicacia. Aquí hay que atenerse a los hechos. La verdad es que la ceremonia de entrega del premio Nobel de Paz y la del premio Nobel de Literatura son casi que simultáneas, la distancia entre Oslo y Estocolmo no es la misma que hay entre Tunja y Bogotá y, además, la representación diplomática de Colombia para los países escandinavos está en Suecia (los suecos, a propósito, manejan en Colombia los asuntos consulares de los noruegos, así que no hay nada de extrañarse en este tipo de representaciones compartidas o repartidas). El orden de los factores no altera el producto. Ponga una cosa primero o póngala después, o se estaba en Oslo o se estaba en Estocolmo. Además, dijo la señora Canciller, Vargas Llosa es un latinoamericano, amigo de Colombia y del presidente. Mejor dicho, como cierta gente cuando le hace barra a un equipo en el mundial de fútbol: “yo voy por España porque somos iberoamericanos.”

En toda esta explicación hay algo que no me cuadra. Si uno revisa la lista de países que tienen embajada en Noruega, uno se da cuenta que no son muchos. De los latinoamericanos, a los que hay que hacerles barra en el Mundial de fútbol, solamente Brazil y Costa Rica tienen embajador o embajadora. Pero, y aquí está el detalle mi querido Watson, con excepción de Colombia y Venezuela, ningún país latinoamericano hace parte de los infames diecinueve que no asistieron a la entrega del premio Nobel de Paz. Entre los infames diecinueve no está Perú, que no tiene embajada, pero quizá es porque tiene una buena excusa para no estar; pero en esa lista no están la representación diplomática del pendenciero Ortega, ni la del folclórico Evo, ni la de la inestable Cristina. En la lista de los latinoamericanos infames solamente aparece la Venezuela del gobierno Hugo y Colombia, nuestra amada Colombia.

Si las cosas no son como parecen, por favor, señora ministra, pídale al Comité de entrega del premio Nobel de Paz que rectifique. Usted debe saber bien que en todas partes aplica el dicho, “dime con quien andas y diré quien eres.” En lo que se refiere a la premiación de Li Xiabo, Colombia debería estar en mejor compañía, ¿no le parece?

Yo no soy anti-chino, ni mucho menos. No tengo, sin embargo, ninguna credencial diferente que mi curiosidad y mi admiración hacia la cultura china para referirme al pueblo chino. Un año y pico de estudio de Tai Chi Chuan, la lectura del Tao-te-King, del I Ching o del Viaje al Oeste no le dan a nadie más que preguntas acerca de la manera como se ve el mundo desde China. Pero este mundo, que es como el cuerpo que cada uno tiene, es uno y sólo uno, y a mí no me gustan muchas de las cosas que el gobierno chino hace en él. La última fue haber hecho una demostración de su poder cibernético para cortar la comunicación con todos los medios que estaban haciendo una transmisión de la entrega del Nobel de Paz. Censura, abierta, descarada. Pero no sólo eso. Como lo escribí en un blog anterior, el gobierno chino anda sacándole el bulto a las responsabilidades globales. En la cumbre de Copenhague en la cual se buscó infructuosamente un acuerdo sobre la emisión de gases que causan el efecto invernadero, según declaraciones de otras legaciones diplomáticas, China envió funcionarios de segunda que se retiraban de las sesiones para hacer consultas y luego volvían para decir, “no se puede. Nuestro gobierno dice que no.”

Entre más desaforadamente China avanza en su ruta de crecimiento económico, más desaforada se torna en su relación con los demás. La industria y el comercio que existían en Senegal desaparecieron gracias a los productos de tan bajo costo producidos en China. La dramática situación de Senegal ha sido bien pintada en un documental hecho público este año llamado The Colony (La Colonia). Uno ve ese registro videográfico y solamente puede pensar en el dicho latino: “de te fabula narratur” – ¡es de ti de quien están contando la historia! Si no le hacemos exigencias a China en relación con el medio ambiente y los derechos humanos, China va a arrasar con nosotros.

Ajá, pero China no se presenta así en los foros internacionales. China se presenta como un país en desarrollo que tiene intereses comunes con los demás países en desarrollo. Tiene intereses comunes con países corruptos y autoritarios como Zimbabue para oponerse a la aplicación de los estándares internacionales en materia de protección del medio ambiente y a los derechos humanos. En verdad, a China la retórica no le alcanza para ocultar la conciencia que tiene de su creciente poder. Y es a eso a lo que se refieren varios cables del enviados al Departamento de Estado de los Estados Unidos. China habla de su ascenso pacífico y del poder blando, pero otra cosa es lo que dicen diplomáticos de muchos lugares del mundo referenciados en los cables recientemente filtrados. Poder blando… preguntémosle a Li Xiabo.

Y tu, Colombia, no dejes la silla vacía.

Esta es la lista de embajadas en Oslo:

http://www.allembassies.com/embassies_in_norway.htm

Este es el documental The Colony: http://english.aljazeera.net/programmes/witness/2010/09/20109784210335575.html

Este es el conjunto de cables acerca de la política exterior china:

http://www.guardian.co.uk/world/2010/dec/04/wikileaks-embassy-cables-diplomacy-china

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