Por: César Andrés Rodríguez Garavito
Periodista Blog El Río
El cañón del río Samaná, ubicado en la autopista Medellín-Bogotá, es un paisaje tan cotidiano como deslumbrante. Sus paredes rocosas y pendientes escarpadas resguardan los 60 kilómetros un indomable cuerpo de agua generando formaciones geológicas únicas de mármol y relieves kársticos a lo largo de temibles rápidos y majestuosas aguas calmas. Allí, inmersas entre la vasta naturaleza y la inmensa diversidad biológica, han evolucionado y sobrevivido durante años algunas especies de plantas reófitas (con perfil hidrodinámico), únicas en el mundo y el territorio colombiano.
Este tesoro hídrico del oriente Antioqueño es uno de los últimos ríos que quedan sin represar de todo el departamento y representa el único sustento económico para una parte significativa de las poblaciones de San Luis, San Carlos, Puerto Nare y Caracolí. Sin embargo, el avance del proyecto Porvenir II, propuesto por el Grupo Argos a través de su filial Celsia, que pretende ‘inundar’ el cañón del río y crear una hidroeléctrica de 140 metros de altura ha prendido las alarmas entre las comunidades y algunos expertos que durante años se han dedicado a la preservación de sus aguas y a la defensa de su territorio.
El equipo de El Río acompañó a un grupo de activistas y científicos en un evento que convocó a las comunidades ribereñas a manifestarse en contra del proyecto hidroeléctrico, a exigir un diálogo previo entre Celsia y los pobladores y a recorrer los fascinantes paisajes de la cuenca del Samaná.
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