Por: Dora Lucy Grisales
Tampoco les he contado cómo sonaba mi nombre cuando él me llamaba. Era como música suave, como el cantar de un ruiseñor al lado de una cascada. Era para mí, el tesoro más preciado, mi felicidad y alegría.
Me iluminaba y hacía que mi mundo entrara en ensoñación. ... Ver post completo.
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