
Bustos Aguirre comenzó su extensa trayectoria en 1988 con la publicación de El oscuro sello de Dios. Allí una preocupación se haría evidente desde las perspectivas de reflexión del poeta: lo trascendente, pero no en la concepción mítica de Mircea Eliade, en la que lo sagrado aterriza en el plano de lo humano y natural para darle sentido, sino en el vuelo de lo terrenal a lo alto, en donde la madre es la “imagen previa del paraíso”. En donde un ángel mancha su túnica blanca comiendo frutos tropicales.
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