Nació en París, porque el glamur no podría tener otra cuna, y la suya sería una cuna dorada, dueña desde siempre del más grande imperio mundial de la industria de cosméticos y maquillaje. Liliane Bettencourt nunca tendría que trabajar como sí lo hizo su padre, Eugène Schueller, quien cada día... Ver post completo.
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