“No me he rendido, tomé fuerzas. Dije: no voy a hacerlo (renunciar), si es posible mátenme. Estoy dispuesta para morir, mi hijo me va a ver cómo voy a morir”. Y así fue. Juana no se equivocó al proferir su propia sentencia de muerte con estas palabras premonitorias. Ya había sido varias veces... Ver post completo.
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