A Aleida Betancourt y a su juventud sin orillas.
No quería ver a Aleida. Pensaba que sólo se necesitaba un poco de suerte y evadir los lugares de la universidad donde ella parchaba. Pero no hubo suerte: tuve que ir al Edificio Central para reclamar el pago y ella estaba en la entrada, con su mochila... Ver post completo.
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