Iván Duque sacó pecho por su gobierno en medio de abucheos del nuevo  Congreso

¿A dónde ha ido a parar el debate nacional? Por lo que se ve y se oye, a las cloacas de las redes sociales, al fango del fondo de los despeñaderos, a las cantinas de mala muerte, a las esquinas oscuras donde una intelectualidad chabacana se expresa literalmente desbocada con el insulto más ultrajante, el grito más discordante, la mentira más  extravagante. Y no podía ser menos, luego de que, desde que comenzó este siglo, la política, el gobierno y el poder se los tomaron las mafias narcotraficantes, los paramilitares, los delincuentes de cuello blanco y traje negro -muy negro- y fueron corrompiendo todo hasta dejar al país arruinado hasta de argumentos.

Hoy la política no es uno de los campos del pensamiento, del discernimiento, de la creación; ya no se juegan las ideologías, las visiones de la sociedad y del mundo, del ser y la economía, de los ideales y los pragmatismos, en juiciosos debates para enaltecer la idea de un mundo mejor, desde la orilla que cada uno prefiriera; ya ni siquiera se expone una sola idea, porque el pensamiento se pervirtió también, ahora se viste de mujerzuela y sale a los callejones a venderse y revenderse a cualquiera que le pague con majaderías y palabrotas.

El debate nacional hoy es solo el cacareo incesante y procaz de este lumpen moral que se tomó las ramas del poder público, para prostituirse y prostituirnos, al entregar todo a la única rama de la que hoy cuelga la Nación, la rama del multimillonario poder privado que ejerce omnímodamente y es el que determina desde el titular de una revista venida a menos, hasta la vida de los colombianos, sin importar, ni cinco, si esa vida, esa salud, esa pensión, esa carretera, ese puente, ese petróleo, se los estén robando en las narices de todos.

El debate nacional, mediatizado por los poderes, los decorativos poderes democráticos y el verdadero y desalmado poder del capital, es un galimatías de jactancias, insustancialidad, trifulcas, estupidez, lasciva proclividad a toda clase de delito e insulto, que sólo nos produce figurines corruptos hasta los tuétanos o poseídos por el demonio de la ignorancia, la frivolidad y el mal gusto. Se adueñaron de la oposición con adjetivos supurantes que solo muestran la pudrición de su intelecto y sus viles intenciones de tapar con su escoria mental el buen ánimo que por el cambio expresaba el pueblo. Anularon el debate nacional, lo convirtieron en una letrina por la que se va lo último que nos quedaba de decencia, de inteligencia, de alegría, de esperanza.

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