De repente todos los estados de ánimo de las personas tienen que ver con el hecho de follar o no follar. Especialmente los de las mujeres. Si una mujer está furiosa “es falta de sexo”. Si se ve apagada “es falta de sexo”. Si coquetea “quiere sexo”. Si se lanza y agrega a un desconocido a alguna red social “definitivamente quiere sexo”. ¡Ah! Pero si está feliz “es porque tuvo sexo”.
Y no se salva ninguna mujer. Las recién cuadradas, casadas o encuentadas, “obviamente están felices”, porque tienen sexo día y noche. Las que tienen relaciones monógamas y largas, son parcialmente felices porque tienen sexo con una intensidad más baja. Las solteras, son fácilmente irritables porque están desesperadas y por eso buscan sexo en todas partes. O no, y por eso están amargadas.
Entonces, como aparentemente el comportamiento femenino depende de su satisfacción sexual; es normal pensar que las mujeres a las que se les nota su “falta de sexo” necesitan un hombre que las sepa complacer, o un objeto que cumpla con la misma función: un consolador. Cuyo consuelo pueda transformar sus peores estados de ánimo en felicidad. Porque eso es lo que supuestamente hace un pene ¿o no?
Es así como a la hora de buscar el remedio para todos los males de las mujeres, la primera idea que aparece sobre la mesa -además de encontrarles una pareja-, es pensar que necesitan un sustituto del miembro masculino. O sea, un consolador.
Ahora, hay algo particularmente negativo alrededor de este juguete: su nombre. A ver, en teoría un consolador, consuela. Lo que hace pensar que es la única cosa capaz de transformar una actitud negativa (tristeza, rabia, antipatía, etc.) en algo positivo.
No todos nuestros problemas tienen que ver con sexo y no se resuelven con un miembro de goma que pueda simular la presencia de un hombre.
Nosotras no necesitamos que nos consuele un pene de plástico. El consolador (o mejor dicho “dildo” que es su nombre original) está hecho para complacer una necesidad física, no para ser nuestro guía espiritual. Incluso, puede que en momentos de tristeza y desesperación, este juguete sea la cosa más inservible del mundo.
Ahora, si de verdad nos hace falta uno que otro orgasmo, podemos encontrar todo tipo de juguetes para conseguirlos. Y no a todos se les puede llamar consoladores. De hecho los más comunes son los vibradores, que como su nombre lo indica sirven para explorar y conocer mucho mejor todos nuestros puntos más sensibles, a través de vibraciones.
Entonces, quitémonos la idea de que cualquier estado de ánimo de la mujer tiene que ver con sexo. También entendamos que un juguete existe para resolver una necesidad física y no necesariamente sentimental. Que lo que conocemos como “consolador o dildo” es muy diferente a un vibrador. Y que ninguna de las dos cosas puede reemplazar a una persona.
Si las mujeres tenemos un mal día o pasamos por un momento difícil de la vida, lo más probable es que necesitemos un consuelo y no un consolador.
Escrito por Alejandra Garavito.
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