La Organización Mundial de la Salud (O.M.S) ha dicho que aproximadamente el 28% de las personas mayores de 60 años presentan artrosis y, de este grupo, el 80% tiene limitación en sus movimientos de la vida corriente. En Colombia, en la medida que sigamos envejeciendo, la posibilidad de presentarse esta realidad cada vez es más frecuente.
La artrosis de cadera, en enfermedades musculoesqueléticas, es tal vez la que mayor discapacidad genera; va disminuyendo la funcionalidad del paciente por pérdida de movimiento y dolor incapacitante. Pero revisemos qué es realmente la artrosis para entender su tratamiento.
El cartílago articular es un tejido especializado que recubre toda articulación, permite la movilidad y la adaptación ideal en estas áreas para favorecer los arcos de movimiento.
Pero ¿ cómo se forma el cartílago? Son células altamente especializadas llamadas condrocitos, que se diferencian desde la época embrionaria y al ubicarse en las articulaciones tienen propiedades biomecánicas; son capaces de soportar las cargas necesarias y asociadas al movimiento, a la marcha, étc.
Esas células producen colágeno, que permite soportar mejor las cargas fisiológicas del movimiento y determinan las características de estructura y diferenciación de acuerdo con el estímulo. Estas células nos acompañan toda la vida en nuestras articulaciones.
Lo malo es que esas células no son capaces de reproducirse in vitro y si hay lesión o daño localizado no se regeneran.
Aun no existe medicamento demostrado que logre estimular la reproducción de nuevos condrocitos que tengan las mismas propiedades de las células originales. Al erosionarse el cartílago se produce un cartílago de regulares características llamado fibrocartílago, que no es capaz de imitar las funciones originales del cartílago articular original. Si la lesión es considerable, indeclinablemente terminará en artrosis.
La artrosis tiene diferentes orígenes. Se puede presentar por un proceso degenerativo, como son las enfermedades del colágeno y más conocida es la artritis reumatoidea; por alteración mecánica, como es el caso de alteraciones angulares o rotacionales de las extremidades, que desgastan irregularmente la superficie articular, por ejemplo la displasia de la cadera del niño no tratada terminará seguramente en una artrosis en algún momento de la vida. La artrosis, también, se puede presentar por fractura intraarticular, que destruyen el cartílago y termina en artrosis post traumática.
Finalmente, pacientes que han sido aparentemente sanos, por razones genéticas y de manera individual terminan desarrollando en forma primaria la artrosis.
El tratamiento de la artrosis está encaminado a proteger la función de la articulación; esto implica controlar el peso del paciente, realizar actividades de la vida diaria que disminuyan cargas excesivas en las articulaciones comprometidas, mantener un balance adecuado de los músculos alrededor de las articulaciones, y entender que posiblemente la progresión de la artrosis terminará en un compromiso mayor.
Cada caso es diferente y por eso el enfoque deberá ser individualizado.
En el mercado ofrecen diferentes medicamentos que prometen “mejorar” la artrosis; lamentablemente los estudios muestran que la gran mayoría o no sirven o apenas logran una sensación de control del dolor y un efecto placebo. Pero ninguno ha logrado que el cartílago destruido regenere a cartílago hialino. Se debe ser cauto con el uso de dichas opciones, algunas de la cuales son costosas y no garantizan cambios sustanciales.
Cuando la artrosis ha comprometido la cadera y el dolor se torna incapacitante, el paciente debe acudir al ortopedista, quien evaluará la edad, la actividad laboral, las expectativas deportivas y familiares del paciente. Generalmente el reemplazo articular será la opción, para controlar el dolor y recuperar la movilidad.
El desarrollo de las prótesis de la cadera se la debemos al ortopedista británico Sir John Charnley, quien través de experimentos en animales y luego en humanos en la década de los años 40 del siglo pasado logró diseñar y desarrollar la prótesis de cadera utilizando el cemento oseo (metil-metacrilato) para adaptarla mejor al hueso.
Este diseño permitió que en los años siguientes se perfeccionara la técnica del reemplazo articular de la cadera, siendo hoy en día una de las cirugías más frecuentes en el mundo de la cirugía ortopédica.
Esto logró cambiar el pronóstico de la enfermedad y permitió que los pacientes pudieran tener una vida corriente, sin dolor, y con la funcionalidad necesaría de acuerdo con su condición.
Por eso cuando se define este procedimiento se debe tener la tranquilidad de la trazabilidad en el tiempo, el alto desempeño de los materiales protésicos, las técnicas depuradas y los procesos intrahospitalarios que favorecen una rápida recuperación del paciente.
Por supuesto esta cirugía encarna unos riesgos inherentes como son la infección asociada a cualquier procedimiento, la enfermedad tromboembólica y otras entidades que generalmente se asocian a la condición de cada paciente.
Son riesgos que se intentan minimizar con guías y protocolos que ayuden a darle a los pacientes un excelente post operatorio y que cada vez más nos demuestran casos de éxito
Asi que cuando presente dolor en la cadera, cojera y limitación funcional, acuda al médico especializado en ortopedia y traumatología para que lo oriente y pueda mejorar su estilo y calidad de vida.