Más allá de la medicina

Publicado el jgorthos

MIJO: GUARDEME EN LA NEVERA ESTOS EMBRIONES

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En días pasados los medios de comunicación publicaron la noticia sobre el ex novio de una famosa actriz que había entablado una demanda para poder disponer de sus embriones congelados.

Hoy trataré de despejar algunos interrogantes que genera este tema y de explicar  qué es lo que gravita alrededor de la fecundación in vitro, que ya se ofrece en nuestro sistema de salud y que podría pasar como un asunto NO POS. Y es que tener embriones congelados despierta el interés general.

¿Qué es lo que ha pasado en la tecnología y en la medicina que ahora nos ofrecen algunas opciones alrededor de la reproducción humana? No es muy claro el alcance de las decisiones que se toman alrededor de algunos términos que son usados como algo evidente o natural.

Cuando revisamos sus implicaciones, la cosa es más compleja de lo que se nos presenta y, definitivamente, no es un “derecho”, pues ahora resulta que cuando no conocemos o no queremos discutir algo, lo volvemos derecho y automáticamente desaparecen los dilemas éticos o la realidad de las complejidades asociadas, quedando en manos de las EPS y de los jueces decisiones trascendentales, determinaciones de vida, con todo lo que esta palabra conlleva.

Empecemos por entender ¿cómo se llega al congelador? Primero, saliiéndose de la fisiología de la reproducción humana, para pedir la llamada fertilización in vitro.

Entonces, mediante masturbación se obtienen los espermatozoides, y por laparoscopia los óvulos. Aquí ya estamos manipulando la primera parte de la reproducción para tener gametos humanos y continuar con la fecundación in vitro, que es el sigue paso.

En el laboratorio se realiza la fecundación en varios óvulos. En este punto, si hay óvulos “defectuosos” se desechan; luego, se «almacenan» o congelan varios embriones fecundados.

El siguiente paso es preguntarle a la pareja o persona cómo quieren usar estos embriones. Ellos pueden escoger embarazo de un embrión, lo que exige varias pruebas, hasta lograr la implantación en la madre receptora.

Las estadísticas demuestran que, antes de obtener una exitosa implantación, se pierden alrededor de 8 embriones.

Y como para hacer las cosas «más perfectas» los padres de laboratorio, también, pueden escoger si es niño o niña, de entrada se descartan los embriones del sexo no elegido.

A esto le podemos sumar otro «factor de preferencia»: el embarazo múltiple, elegido por algunas parejas. En este caso pueden pedir, por ejemplo, un niño y dos niñas, o cualquier combinación, según el deseo.

Generalmente los embriones sobrantes son almacenados en neveras a bajísimas temperaturas, en donde se supone se mantendrán estables y prestos a ser implantados en algún otro momento.

Acá recuerdo a un gran amigo artista que cuando me casé me regaló una pintura de su genialidad y me dijo: «Te lo regalo, pero si algún día te divorcias no me pidas que te lo divida en dos para podérselo repartir».

Con los embriones algo parecido está sucediendo: la feliz pareja que un día decidió someterse al proceso de fertilización in vitro para tener esos embriones en la nevera, esperando que fuera el momento adecuado para iniciar un embarazo elegido, ahora piensa distinto.

El y ella no contaban con que su relación terminaría y que cada uno buscaría la felicidad con otra persona. En esos ires y venires de la vida olvidaron que en un congelador estaba un número indeterminado de embriones con su material genético; embriones que no eran culpables de la frustrada relación.

Un caso como este se le presenta hoy a una corte. El ex-novio de una famosa actriz exige lo suyo. No conocemos los documentos ni las leyes de ese Estado. Sin embargo, la bioética, que es universal, nos pone a pensar y nos brinda elementos de una visión personalista: los embriones son personas que desde su fecundación han sido confinados, contra su voluntad y libertad, a un proceso de congelación.

¿Qué va a pasar con aquel ex-novio de marras? Todo depende de la «utilización» que se le vaya a dar a esos embriones. Es probable que el proceso termine en una conciliación, cediendo algún número de embriones al dueño…

Si le entregan los embriones, él puede buscar una mujer para que se le implanten los embriones como un útero sustituto. Seria la madre de esos niños sin haber aportado material genético ni haber participado en su fecundación. También puede dejar algunos en congelación, para otra ocasión y momento distinto.

La madre famosa , puede guardarlos y consultar con su actual novio si quiere que le implanten a ella esos embriones, en los que él no aporta material genético y, en consecuencia, serían hijos biológicos de otro padre.

Si se los implantan y un día las dos parejas se encuentran con sus hijos fertilizados in vitro, estos hermanos de distintos úteros y padres legalmente diferentes, sin saberlo, estarían compartiendo…

Muchos pensarán que esto es hilar muy fino o complicar algo más sencillo o desprovisto de análisis profundos. Pero todo lo contrario: la reproducción humana implica un acto de libertad y responsabilidad frente a lo que un matrimonio decide por su generosidad traer al mundo.

Al hacer estas manipulaciones con seres humanos estamos jugando con vidas y, sobretodo, favoreciendo consideraciones que de por si son actos morales sujetos de valoración y profundo análisis.

Así que, independiente del dictamen del juez o de los conceptos de los abogados, en realidad nos enfrentamos a un dilema bioético, a una coyuntura que en el siglo XXI nos presenta la ciencia y la tecnología.

Y nosotros, desde una visión antropológica que privilegia la persona, no podemos ver estos hallazgos como algo natural. Debemos pronunciarnos al respecto.

Pobre mujer  en el laberinto que está metida… Y pobres embriones que, desde un congelador, aguardan la decisión egoísta de un pleito conyugal  y, a muy bajas temperaturas, esperan la determinación de sus padres para saber cuándo y cómo serán utilizados. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

La vida no puede ser degradada por la ciencia o la tecnología; todo lo contrario, la ciencia debe estar para su servicio. Tampoco podemos ver que estos usos sean adecuados en un sistema de salud como el de Colombia, donde algunos privilegian el “derecho de la salud”, considerando unos embriones como insumos hospitalarios.

Los embriones son vidas humanos…..persona únicas e irrepetibles.  No son medicamentos ni nuevas tecnologías en salud… Repito, ¡son vidas humanas!

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