Más allá de la medicina

Publicado el jgorthos

MEDICINA DEL DESEO EN COLOMBIA: DEL ABORTO A LA FERTILIZACIÓN IN VITRO

jerome_lejeune

El término: “medicina del deseo” ha sido acuñado por el alemán Matthias Kettner y hace referencia a todo lo que ha escapado de los fines tradicionales de la medicina y han llegado al límite de la utopía. Para el caso que quiero tratar en esta ocasión es el ejemplo perfecto:  mientras que la corte constitucional en la sentencia de c355 de 2006 despenalizó el aborto en tres casos y generó  las posibilidades para que se realizará en forma indiscriminada y libre, en estas semanas nos hemos enfrentado a la discusión en el congreso de la República sobre la propuesta de incluir en el plan de beneficios del sistema general de seguridad social la «infertilidad» como algo más que agregar a la interminable lista de deseos para la próxima navidad y que demuestra una vez más que ese  plan de beneficios es cada vez  más insuficiente en su financiación. 

Por un lado, pedimos acabar con los embriones en el útero por razones jurídicas y por otro queremos que con razones legislativas se abran las compuertas de la fertilización in vitro como otro nuevo “derecho”, es decir que el lograr un hijo como deseo y derecho sea absolutamente financiado por el Estado con impactos fiscales que los expertos en economía han denunciado como onerosos e ilimitables.  

Pero analicemos un poco como es el tema de la fertilidad en nuestro país donde las tasas de natalidad han ido disminuyendo en los últimos años por una decisión libre de no tener hijos o limitarlos a su mínima expresión. En la década de los 60 en nuestro país la tasa de fertilidad por mujer era de 6,8 y en la actualidad ronda por 1.8. Estas cifras que vienen disminuyendo son mostradas por algunos sectores de la salud pública como un logro nacional, pero por otro lado ahora quieren ser mostradas como un problema individual. 

La fisiología de la reproducción ha demostrado con claridad que la edad para procrear implica una salud física y emocional que favorece la reproducción, es decir la mujer tiene unos óvulos suficientes, el equilibrio hormonal necesario es adecuado y los tejidos donde se implanta el embrión son fuertes y sanos para lograr el embarazo y así permitir una gestación normal. Pero las mujeres en la actualidad son sometidas a retos personales, profesionales y sociales donde encuentran su realización personal que generalmente dura las primeras cuatro décadas de la vida: estudian una carrera, desarrollan una maestría o un doctorado, viajan por el mundo , trabajan en una empresa de renombre y alta exigencia , utilizan cargas hormonales permanentes para lograr la anticoncepción alterando su homeostasis hormonal o utilizan dispositivos intrauterinos que favorecen la enfermedad pélvica inflamatoria y la alteración del endometrio, luego con merecido esfuerzo compiten por puestos de liderazgo ante la dificultad latente de rasgos de machismo en empresas donde logran alcanzar con creces los mejores escenarios laborales , en ese momento tienen tiempo para conocer su pareja y la situación se hace difícil entonces pues ya la biología no ayuda y es cuando hablamos de infertilidad. En nuestro país parece estamos replicando modelos de los llamados países del primer mundo que cuando los miramos hoy son ausentes de niños y llenos de ancianos. ¿La pregunta es si nosotros queremos imitar esas sociedades a futuro? 

En días pasados disfrutaba una charla en las redes sociales del Rabino Lord Jonathan Sacks que con mucho sentido mencionaba que en nuestra sociedad el culto al “yo” se hace evidente en lo que la gente venera y se resume en el “selfie” ! Tal vez lograr pasar del yo egocéntrico al nosotros que construye nos va a permitir poder enfrentar mejor el futuro. 

Y este tema, aunque parezca un trámite legislativo en nuestro afamado congreso, tiene un sentido de trascendencia mayor. Pues para legislar este tema no puede justificarse únicamente en asegurar el derecho del concepto «fertilidad» sin entender sus implicaciones, creo debemos reflexionar sobre nuestra realidad social, sobre los indicadores de salud, sobre lo que queremos como país y sobre todo cual es el concepto antropológico que vamos a enfrentar en una decisión ontológica y ética al querer referirnos a la sacralidad y dignidad de la reproducción humana. 

Si decidimos darle rienda suelta a la llamada fertilización in vitro donde podamos comprar embriones, generar bancos de semen, vientres de alquiler o donde escojamos embarazos gemelares, sexo de los hijos estaremos pisando el terreno de la eugenesia en una sociedad que sigue teniendo terribles brechas sociales , desigualdad y pobreza donde vamos a enfocar porcentajes inimaginables del gasto de salud en deseos y temas que como sociedad aún no hemos dimensionado con suficiente responsabilidad, que aún no hemos visualizado en su control y regulación sino que podemos favorecer un tráfico de embriones y vidas humanas que pueden terminar convirtiéndose en un fin que justifique los medios. 

No podemos convertir entonces el gasto en salud como un rubro necesario para cumplir los deseos sin entender lo que se esconde en medidas costosas, en algunos casos experimentales y que por satisfacer a quienes las soliciten estaremos generando un imbalance en justicia social donde falta dinero para hospitales, campañas de vacunación, nutrición infantil o ver si somos capaces de bajar la tasa de muertes maternas que no hemos podido controlar en nuestro país. 

Reflexionemos si frente a las estadísticas, el perfil epidemiológico de nuestro país y las prioridades de la salud pública; es el momento para aventurarnos en terrenos movedizos de la bioética de la vida humana. 

Termino esta nota con unas palabras del científico francés Jerome Lejune candidato al premio nobel en 1970 y descubridor de la trisomía 21:  

«La genética moderna se resume en un credo elemental que es éste: en el principio hay un mensaje, este mensaje está en la vida y este mensaje es la vida» 

Como sociedad debemos ser más críticos, exigir mayor prudencia a las iniciativas legislativas que deben tener un sustento científico y un ponderado análisis económico donde el gasto en salud sea realmente acorde a una responsabilidad social que logre el efecto deseado de tener más sanos a los colombianos. 

 

 

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