Más allá de la medicina

Publicado el jgorthos

LA EPIDEMIA INVISIBLE: ENFERMEDADES CRÓNICAS ABANDONADAS EN LA PANDEMIA

 

Todo el 2020 ha sido un año dedicado a enfrentar la pandemia; cada país con sus recursos, su sistema de salud y algunos conocimientos ha tratado de ser eficiente en este inesperado momento de la historia de la medicina.

Los supuestos de salud pública tuvieron que llevarse de la teoría a la práctica, el movimiento de recursos cambio de manera súbita, los costos de operación se dispararon y lo más complejo fue el giro de la relación médico-paciente, que alteró diametralmente y distanció el contacto humano, cambiando ese relacionamiento hipocrático.

En estos días se ha recibido con positiva expectativa la decisión del gobierno nacional de iniciar el proceso de vacunación; hemos visto cómo nuevamente suben los requerimientos de recursos en salud asociado al Covid -19.

Pero, también, hemos visto en distintas ciudades del país que, de manera reactiva y tardía, los mandatarios locales salen a contener las turbas emocionadas de manifestantes, celebrantes, compradores y vendedores que, con la excusa de la Navidad, han decidido olvidar que estamos en la mitad de una pandemia.

Por otro lado, el primer ministro británico Boris Johnson ha procedido a cerrar las fronteras de las islas británicas, para contener de alguna manera el brote y entender las implicaciones de una nueva mutación del coronavirus.

Cuando evaluamos los mapas de calor de la geografía mundial afectada vemos intensamente coloreada Norteamérica, Europa y Suramérica. En cambio, Asia prácticamente desapareció el Covid.

Al principio la expectativa era cómo prepararnos para la ola del tsunami, lo cual implicó alinear normas, decretos, protocolos, guías, instancias gubernamentales y la búsqueda de recursos. En Colombia, el balance es positivo y digno de mostrar. No tuvimos muertes por carencia de ventiladores ni de camas hospitalarias. El recurso humano en salud se ha comportado de manera ejemplar y las tasas de mortalidad, contagios, pruebas de seguimiento han demostrado eficacia en las medidas instauradas. Pero si no se continúan los controles y la conciencia social del autocuidado por los demás estaremos perdiendo esos esfuerzos. Pasaran meses para sentirnos tranquilos después del inicio de la vacunación.

Pero, ahora estamos viendo que los servicios de urgencias, de manera inusitada, están recibiendo pacientes con patologías crónicas prevenibles y que antes de la pandemia no era frecuente verlas en la lista de complicaciones que las redes de atención venían manejando.

Las personas se cansaron de esperar en la casa y no obstante los esfuerzos de algunas aseguradoras por hacer llegar los medicamentos a la casa, la irrupción de la telemedicina y los apoyos remotos. Hoy, parece que los pacientes están enfermando y requiriendo más recursos del sistema.

La pregunta es: ¿Cómo monitorizar lo que ha sucedido con estos pacientes durante la pandemia? Por ejemplo, hacer el seguimiento de pruebas de seguimiento hemoglobina glicosilada, colesterol, consumos de medicamentos como metformina, estatinas e insulina, entre otros.

Cómo fue el cambio a nivel de atención primaria en sesiones de fisioterapia, en consultas médicas o en atenciones domiciliarias. Todo lo anterior tratando de entender qué cambios se generaron antes, durante y después de las medidas de los meses de restricciones de movilidad y cuarentena.

Durante este periodo qué pasó en las atenciones de accidentes cerebrovasculares, enfermedad coronaria, procedimientos de diagnóstico o intervención no invasiva como angiografías cardiacas o cerebrales y sus correspondientes tratamientos. Qué ha pasado con los pacientes de cáncer que, antes de la pandemia dependiendo de la aseguradora donde se encontraban, podían tener demoras en la atención.

Ni hablar del cambio en lo referente a salud mental. ¿Cómo calcular el riesgo acumulado a lo largo del tiempo y entender el incremento en siniestralidad de esas patologías que impactan actualmente el sistema?

Richard Horton, MD, editor en jefe de The Lancet   mencionó al respecto: «Las enfermedades no transmisibles han desempeñado un papel fundamental en el impulso de más de 1 millón de muertes causadas por COVID-19 hasta la fecha, y continuarán dando forma a la salud en todos los países después de que la pandemia disminuya».

Solo grupos de investigación interesados, que seguramente ya están enfocando sus baterías en estos temas, nos estarán demostrando qué ha pasado en Colombia respecto del impacto de las enfermedades crónicas; con evidencias nos informarán qué sucedió y qué debemos hacer para recuperar el terreno perdido.

La asociación poblacional de pobreza, enfermedades crónicas, carencias en atención preventiva de primer nivel, insuficiencia en redes de atenciones integrales, demoras en el acceso a distintas líneas de patologías serán los marcadores del éxito o del fracaso frente a la actual pandemia y a futuros momentos de verdad en lo referente a salud pública.

La Dra. Carissa Etienne, directora de la Organización Panamericana de la Salud, concluye: “A medida que reconstruimos y transformamos nuestras economías, nuestros sistemas de salud y protección social posteriores al COVID-19, debemos prestar una atención crítica a la prevención, el diagnóstico temprano y el manejo de las enfermedades no transmisibles”.

Entonces, la epidemia invisible es todo lo que ha estado traslapado por el coronavirus. Cuántos años pudimos perder en términos del control de las enfermedades no transmisibles, qué debemos mejorar, cómo integrar las atenciones y qué no debemos repetir en términos de acceso y, sobre todo, oportunidad de atención para nuestros pacientes.

Definitivamente esa epidemia invisible tenderemos que enfrentarla y salir fortalecidos en un sistema de salud que nos permitió hacer historia ante un enemigo tan complejo como el Covid-19.

 

Comentarios