Más allá de la medicina

Publicado el jgorthos

LA ENFERMERÍA : UNA HISTORIA DE ENTREGA AL PROJIMO

 

V0006579 Florence Nightingale. Coloured lithograph. Credit: Wellcome Library, London. Wellcome Images images@wellcome.ac.uk http://wellcomeimages.org Florence Nightingale. Coloured lithograph. Published: - Copyrighted work available under Creative Commons Attribution only licence CC BY 4.0 http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/

Para la mayoría de las personas el surgimiento de la enfermería es desconocido. Los profesionales de esta disciplina, y de la salud en general, los estudiosos de la historia y de los derechos humanos saben con claridad que en la Guerra de Crimea (1853-1856), nació la enfermería, como disciplina dedicada al cuidado de las personas.

En ese escenario, cuando el Imperio Ruso se enfrentó a la liga formada por Inglaterra, Francia, el Imperio Otomano y el reino de Cerdeña, en la península de Crimea, alrededor de Sebastopol, en medio de batallas, apareció la figura de Florence Nightingale, un mujer británica que, con un grupo de compañeras, se ofreció para cuidar a los heridos.

Dicen los historiadores que los médicos no recibieron muy bien a estas mujeres, las alojaron prácticamente en un área de hacinamiento y, sin embargo, ellas aceptaron y con entereza comenzaron a cuidar a los heridos y enfermos, en medio del conflicto bélico.

Recibieron un bautismo de “fuego” con los primeros heridos de la batalla de Baklava, en el hospital de Escutari. Los soldados turcos llevaban a los enfermos en camillas y los iban  arrojando a la entrada del hospital.

Lo llamativo de Florence fue que dio inicio al trabajo en equipo con los médicos. Por ejemplo, no permitía que sus enfermeras improvisaran atenciones o se involucraran con los heridos. A partir de la atención inicial de los médicos a cada paciente, ellas comenzaban su trabajo.

Es posible que la epidemia de cólera, ocurrida en Londres en 1854, la haya preparado para cuidar a los heridos en el campo de batalla. Inicialmente empezó en la cocina, donde se dio cuenta que los heridos que sobrevivían a la batalla morían de hambre. Para obviar el papeleo excesivo que exigían en suministros y alimentos, inició un plan dietas extras en la cocina y, así, pudo brindar un mejor soporte nutricional a los enfermos y proporcionar mejores post operatorios a los heridos.

Las principales patologías de los soldados eran: disentería, escorbuto y hambre. Las condiciones sanitarias eran deplorables: soldados amputados sin adecuada higiene, salas de hospitalización sin aseo y con barro de las calles carencia de ropa, la cual exponía a los enfermos a las infecciones y a las bajas temperaturas.

Otro aspecto importante era la limpieza de las letrinas; con la burocracia propia del Imperio conseguir los fondos para esta labor era casi imposible. Entonces, Florence aportó el dinero de un fondo que tenía en Londres.

Como las salas de hospitalización también requerían limpieza, encargó 200 cepillos para este oficio; cambió las tinas de aseo de los pacientes y fijó una rutina para su lavado. Consiguió que las familias de los soldados ayudaran en el lavado de las ropas de los pacientes. De esta manera aseguró un ambiente más saludable y limpio para pacientes. Logró conseguir cambiar los uniformes de verano por uniformes de invierno, para proporcionar más calor a los soldados enfermos. Aseguro la limpieza correcta de los soldados, consiguió productos para los piojos y parásitos. De esta forma sacó la suciedad de los cuerpos de los enfermos.

Pero Florence Nightingale no solo estaba pendiente de la salud física de los soldados; también, estaba pendiente del estado de ánimo y del apoyo espiritual de los enfermos.

Dicen sus biógrafos que, en mayo de 1855, las muertes prevenibles habían disminuido del 40% a un 5%.

Este relato de la famosa «dama de la lámpara» muestra como con sentido común, inteligencia y dedicación la enfermería se posicionó en el mundo como una disciplina que, desde la perspectiva del cuidado del paciente, aportaría lo que hoy hoy conocemos como la seguridad del paciente.

Gracias a la enfermera Nightingale, se estableció que la epidemiologia hospitalaria es sensible positivamente a cambios focalizados y eficientes, que cambian el estado del paciente y que no basta con la sola atención del médico, sino que la complementariedad del cuidado de enfermería es vital.

Cuando la vocación de los profesionales de enfermería se logra encontrar es cuando se evidencia el aporte de esta disciplina a la salud. El tono y estilo del cuidado cambian radicalmente el panorama.

A Colombia, las primeras enfermeras llegaron de Francia en 1857. Fueron las religiosas, conocidas con el nombre de Hermanas de la Caridad de la Presentación de Nuestra Señora de Tours, quienes abrieron los caminos de la enfermería nacional. Después vinieron las religiosas de la orden de San Vicente de Paul, conocidas como las Hermanas Vicentinas. Unas y otras prestaron sus servicios como enfermeras y como asistentes sociales.

Pero la práctica de la enfermería en nuestro país se inicia a principios del siglo XX, alrededor de la obstetricia; después, en los años 30 se concentra en la observación del enfermo.

La Ley 87 de 1946 reglamentó la profesión de la enfermería y desde el punto de vista académico apareció la Asociación Colombiana de Facultades de Enfermería –  ACOFAEN- y en los años 50 la enfermería ingresó formalmente al sistema educativo.

En realidad su aporte a la salud colombiana ha sido importante. Dan cuenta de ello las salas de cuidados intensivos, que en los años 70 se beneficiaron con la presencia de enfermeras, quienes a los pocos años pisaron fuerte en la medicina comunitaria y, a partir de 1993, con la Ley 100, se ve su trabajo y aportes en todo el sistema de salud con sub especialidades y atención de cuarto nivel.

¿Pero, hoy qué está pasando en nuestro país con la enfermería?

La Ley 100, con el sistema de aseguramiento, logró aumentar la presencia de la enfermería en muchas instancias de la asistencia en salud y, además, en la parte administrativa. En auditoría, la enfermería paticipa en el desarrollo y control de procesos y flujos de atención en la prestación de servicios.

También, la pujante industria farmacéutica busca profesionales de enfermería para impulsar líneas de productos. Por supuesto la salud publica sigue siendo medular en la interacción con enfermería.

Pero, ¿qué ha pasado con la disciplina y cómo se ve la profesión frente a tantos retos y realidades que la crisis del sector salud? Lo primero que se percibe es que no hay un reconocimiento del papel que cumplen los servicios de enfermería en la cadena de valor de atención a nuestros pacientes.

Parece que el desempeño de las enfermeras se fundamenta en la prevalencia de patologías en fases curativas y no preventivas. Hay un desbalance que afecta la calidad en favor favor de la rentabilidad financiera y que distrae la razón fundamental de la enfermería.

No hay estudios serios que permitan demostrar la suficiencia de personal de enfermería frente a la necesidad de cuidado y atención. Muchas veces se estiman relaciones arbitrarias que no permiten asegurar un adecuado trabajo frente a los pacientes.

En Colombia existen los llamados auxiliares de enfermería que han permitido que las labores de enfermería se distribuyan en algunos casos de forma aleatoria o sin claridad, generando una distorsión del cómo debe ser ese trabajo en equipo alrededor del paciente y su familia.

Si recordamos a Florence Nightingale muchos de sus cuidados aseguraron el éxito y no solo permitieron curar, sino atender de una forma holística a los enfermos; de manera que el sistema de salud debe potenciar la capacidad de gestión de las enfermeras. Al interior de los hospitales son las primeras administradoras de los recursos y su visión alimenta la excelencia en el cuidado.

En la acutalidad, la situación laboral se ha complicado por la flexibilización laboral, tercerización de los servicios de salud, baja remuneración y, especialmente, por la reestructuración institucional del sector público. Esto ha ocasionado inestabilidad laboral, deterioro de la seguridad social, y desconocimiento del ejercicio de la libre asociación y negociación.

Sin embargo, esto no es exclusivo de Colombia. La situación en el mundo se ha generalizado; por ejemplo, un estudio realizado en 2001 en 700 hospitales norteamericanos, con 43.000 enfermeras, mostró que la insatisfacción estaba presente entre el 17 y 41% de estos profesionales y que entre 17 y 39% estaría dispuesto a renunciar.

Otro estudio en 2001 publicado  en Carolina del Norte , mostró que las enfermeras permanecían preocupadas por la satisfacción y seguridad de los pacientes y sentían el temor de no poder ofrecer mayor entrega. Percibían la carencia del cuidado asociado a cambios administrativos, seguridad del empleo, sueldo, beneficios complementarios y horarios.

Un estudio de la Organización Mundial de la Salud – OMS- mostró que los principales indicadores de insatisfacción eran: puestos vacantes, rotación de personal, consecuencias en la atención, productividad de menor calidad, sobrecarga laboral, aumentos en costo y entrenamiento de personal.

En una encuesta realizada en Europa en 2003 a 40.000 enfermeras mostró que  renunciarían por buscar mejores condiciones laborales, mejores horarios, mayor seguridad y la posibilidad de cuidar a sus hijos.

En nuestro país en la Universidad de Antioquia realizó un estudio en 2008 sobre la satisfacción laboral de la enfermería, en el que se evidencia que la carga laboral, las labores dedicadas en suplir suministros y mantenimiento de equipos les resta tiempo al cuidado y promueve el desgaste y el deterioro.

Asi las cosas, qué debemos hacer para que la vocación de la enfermería se salvaguarde, para que esas personas abnegadas en el cuidado puedan dedicarse mejor a los pacientes, para que el sistema de salud reconozca con claridad su rol de las enfermeras y el aporte de esta disciplina.

La “dama de la lámpara” está presente en cada comité interdisciplinar, en cada acto de las enfermeras al pensar en los pacientes, en los ambientes comunitarios, hospitalarios y de la gestión de la salud en nuestro país.

Es urgente que quienes diseñan las políticas del sector tomen conciencia del aporte y necesidad de la enfermería en el cuidado y la prevención; de esta manera lograremos una inclusión laboral digna en beneficio de los enfermos, de su familia, de clínicas y hospitales y, en consecuencia, de la sociedad

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