En nuestro país, quienes profesionalmente nos formamos en un hospital sabemos el origen, significado, impacto y aporte de estas instituciones. Sin embargo, hace unas décadas acudir a un hospital universitario  en nuestro medio generaba incertidumbre por la percepción de improvisación, inadecuada atención, malas prácticas, responsabilidad médico-legal en manos de los estudiantes.

A estos hospitales, gratuitos, se les consideraba un eslabón del sistema de salud pública y era poco probable que las personas con alguna solvencia económica asistieran allí de manera voluntaria. Entre la mayoría quedó arraigado el concepto medieval de centros de caridad.

No obstante, desde sus inicios estos hospitales fueron centros dedicados no solo a la asistencia, sino a la docencia y a la investigación. En Colombia es indiscutible su aporte al conocimiento médico; es innegable su trayectoria en la formación del recurso humano en salud y su gran aporte en la generación de escuelas de medicina.

A partir de la Ley 100 de 1993 empieza la transformación de  estos hospitales, los mismos se han perfilado aún más como centros dedicados a la enseñanza, el servicio y la investigación. Con esto, sin ser el propósito, cumplió las características definidas a principios del siglo XX en Estados Unidos por Abraham Flexner sobre los hospitales universitarios.

Es decir, se aseguró la oferta de calidad máxima en educación, asistencia, tecnología de punta e investigación para tener los mejores profesionales y asegurar a la sociedad óptimos servicios con los mejores desenlaces.

El informe Flexner explicaba paso a paso lo que deberían ser los grandes centros que hoy conocemos en Norteamérica. Allí estos hospitales no pueden ser vistos sin los estudiantes y su presencia garantiza las mejores prácticas; además, la intervención  de los grupos interprofesionales garantiza la atención integral.

Si revisamos el famoso Best Hospitals National Ranking, en los primeros encontramos a los hospitales de enseñanza.

En Colombia, por muchos años, el Hospital San Juan de Dios fue un referente muy importante como centro de docencia, servicio e investigación. Lamentablemente por la ineficiencia  administrativa y falta de visión de los gobiernos de turno enterraron esta institución.

Pero, ¿hoy día para dónde vamos en Colombia?

Lo primero será entender que los hospitales universitarios ya no podrán autodefinirse con su historia y el aviso colgado en el edificio. Ahora deben demostrar con creces esa identidad. Hay quienes no entienden que la presencia aislada o coordinada de estudiantes en los pasillos de un hospital no lo hacen hospital universitario como tal.

Por otro lado, el carácter universitario tampoco implica que los escalafones universitarios con su fisionomía transformen el quehacer del hospital, pues la dinámica del hospital y su academia tiene particularidades que no son las mismas que vive una universidad en sus aulas. La gran diferencia es el paciente mismo con sus atributos; singularidades que no tienen paralelo con los procesos de aprendizaje de las diferentes carreras profesionales en una universidad.  Un docente en la cabecera de un paciente tiene características especiales y diferentes y los desenlaces en salud hacen muy distinto el concepto.

Para entender el cambio normativo en nuestro medio hay que conocer algunos elementos jurídicos que han ido generando el cambio:

El acuerdo 003 de 2003 regula la relación entre los ministerios de Salud y Educacuón  de cara a la evaluación, la docencia y el servicio, reglamenta los sitios de práctica, define la docencia, habla del bienestar al interior del hospital. Mineducación avala sitios de práctica y la habilitación, Minsalud.

La Ley 1164 de 2007 dice: “…una institución prestadora de servicios de salud que proporciona entrenamiento universitario y es reconocida por ser hospital de enseñanza y práctica supervisada por autoridades académicas competentes y que ofrece formación y atención médica en cada uno de los niveles de complejidad. El hospital está comprometido con las funciones esenciales de la universidad, cuales son formación, investigación y extensión”.

En esta ley aparece un cambio fundamental y es que ningún hospital universitario podrá ser reconocido como tal si no se acredita  en el sistema de calidad en salud que actualmente es gobernado por ICONTEC. En Colombia actualmente existen únicamente 42 instituciones acreditadas de las cuales aproximadamente 19 son de carácter universitario.

Así las cosas aparecen dos tipos de hospitales universitarios en nuestro medio:

El hospital universitario misional surge desde la entraña fundacional de una universidad y en el corazón de una facultad de Medicina; este enseña salud y el arte de curar, desarrolla un proyecto hospitalario que integra la docencia, la asistencia y la investigación. Acá la integración es propia y el modelo favorece una identidad institucional que se nutre de una relación intima entra las facultades y el hospital mismo.

Mientras el hospital universitario accidental o no misional es una institución prestadora de servicios de  salud que, en su crecimiento de atención de pacientes y experiencia en el uso de tecnologías, encuentra como complementario entrenar estudiantes sin tener una universidad que lo haya fundado. Establece vínculos con diferentes universidades e institutos de enseñanza y alberga en sus corredores personas que quieren formarse en diferentes disciplinas, generando ingresos no operacionales derivados del cobro de estos convenios. Estos no tienen una sección de la facultad de medicina para la práctica, tampoco laboratorios de prácticas ni escenario subordinado del modelo educativo o una prolongación física de la facultades de ciencias de la salud. Acá ha surgido la sugerencia del ministerio de salud para que alguna facultad en particular establezca una relación explícita que ayude al aseguramiento de los modelos de educación y es lo que algunos llaman la regencia y están tratando de firmar acuerdos de exclusividad con una particular facultad de medicina.

Mientras la universidad está en el sector educativo, el hospital se mueve en el sector de la salud. El objeto del hospital no son los estudiantes, son los pacientes. Decir lo contrario es instrumentalizar el acto médico en favor de los estudiantes y dejar los pacientes como sujetos de observación, educación o investigación.Por esto los hospitales universitarios no son aulas o laboratorios de las universidades. Allí el personal en formación aprende a respetar la dignidad del paciente desde la realidad en entender el sufrimiento y la enfermedad aportando en la cadena de valor desde la subordinación responsable y el modelo docente en la cabecera del paciente.

El hospital universitario busca esa sinergia que logre los mejores desenlaces en salud con un modelo educativo. Se convierte en punta de lanza de la responsabilidad social y la sostenibilidad de una región en términos de salud pública .

Con estas perspectivas los hospitales universitarios por ley y misión deben estar siempre a la altura de los más altos estándares de calidad en servicio, investigación, docencia y tecnología de punta. De otra manera no se entiende un hospital universitario.

Esperemos, entonces, seguir viendo estas realidades que elevan el nivel de nuestro sistema de salud y como los hospitales universitarios sigan posicionando el quehacer de la enseñanza médica para lograr lo mejor para nuestros pacientes y sus familias; aportando lo mejor a la calidad de vida de los colombianos ya la formación del mejor recurso humano de salud para nuestro país.

 

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