Más allá de la medicina

Publicado el jgorthos

ATAQUE CEREBRO-VASCULAR, NEURO REHABILITACIÓN Y MANEJO INTERDISCIPLINARIO: MÁS ALLA DEL DERRAME CEREBRAL

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Escuchamos con frecuencia hablar de los «derrames cerebrales» y cada día es más frecuente conocer a alguien que lo haya sufrido.

Voy a tratar de dar un acercamiento a sus características y las implicaciones que este grupo de enfermedades está teniendo en nuestro país.

Su nombre es evento cerebrovascular, accidente cerebrovascular o ataque cerebrovascular   (ACV) y agrupa una serie de enfermedades que comprometen la circulación cerebral de forma súbita. Puede ser por un trombo que obstruye una arteria en el cerebro, por una hemorragia producida, o por la ruptura de una arteria.

En el 2016 se publicó un estudio de mortalidad por enfermedades crónicas en Colombia, en el que las enfermedades cerebrovasculares están en el segundo lugar, después de la enfermedad isquémica del corazón.

Pareciera, entonces, que nuestro perfil epidemiológico ha venido cambiando en las últimas décadas y estamos ya sufriendo de patologías que, en otro momento, eran solo vistas en los llamados países desarrollados.

En Colombia, aproximadamente, el 85% de los accidentes cerebrovaculares son de origen trombótico y el 17% de estos se presenta en personas que rondan los 45 años de edad, en quienes existe riesgo de recurrencia del 20% a los cinco años del primer evento.

Aunque el ataque cerebrovascular es más frecuente en hombres que en mujeres jóvenes, las  mujeres tienen un mayor riesgo de ataque  cerebrovascular que los hombres, con resultados funcionales más pobres. Las causas son: hipertensión, hiperlipidemia, diabetes mellitus, síndrome metabólico, tabaquismo y  obesidad.

Por esto cuando se habla que nuestro sistema de salud debe reforzar las acciones de prevención y promoción de vida saludable, las campañas de salud pública deben mirar con especial atención estos factores que pueden ser detectados y controlados para evitar desenlaces catastróficos en el futuro.

La población no es consciente quizás del riesgo que enmarca estar en cualquiera de estos grupos de riesgo y lo que puede generar a futuro de no controlarse con adecuados procesos de promoción desde las Empresas Prestadoras de Salud (EPS) y en conjunto con las Instituciones Prestadoras de Salud (IPS).

Pero, volvamos un poco a la vida diaria, ¿como debuta un ACV?

El paciente puede presentar vértigo, mareo asociado, alteración del equilibrio, compromiso en la capacidad del habla, sensación de alteración de la sensibilidad o del movimiento  en los miembros superiores y/o inferiores  y compromiso del estado de conciencia.

¿Qué se debe hacer, entonces, ante la sospecha?  Ante todo no minimizar el cuadro, en ocasiones se piensa en algo pasajero, en síntomas que se pueden confundir con una resaca, con una intoxicación alimentaria o simplemente con un cuadro de cefalea incidental. Quizás lo más importante es buscar atención médica en un servicio de urgencias, en donde se deberá evaluar el grupo poblacional de riesgo, los antecedentes del paciente, la presencia de signos y síntomas sospechosos y, con el apoyo de una tomografía axial computarizada y/o una resonancia nuclear magnética, se podrá definir con  certeza el cuadro cerebrovascular .

Pero ¿cómo  se diagnostica un ACV? ¿Existe un examen que pronostique un ataque isquémico trombótico? No es fácil hablar de pronóstico. No hay un examen predictor de un ACV. Si el paciente está enmarcado en grupos de riesgo y se le controlan las cifras de hipertensión, obesidad, tabaquismo y/o diabetes, es probable que el riesgo disminuya.

En Boston el médico colombiano Javier Romero logró avanzar en sus investigaciones.  Según un artículo de su autoría, publicado en el 2013, en la Stroke, el llamado spot sign hace referencia al comportamiento de un proceso hemorrágico en curso que puede predecir desenlace de la hemorragia, de acuerdo con su severidad.  Sin embargo, esto es ya en una fase aguda de la enfermedad; la hemorragia ya está en el paciente.

Más de la mitad de las muertes en Estados Unidos suceden fuera del hospital. Esto quiere decir que los pacientes no alcanzan a llegar a un sitio de atención y la lesión es devastadora.

Las terapias más eficaces para el ACV isquémico son la trombólisis emergente con  activador de plasminógeno tisular recombinante (rtPA), endovascular y la trombectomía mecánica en oclusiones de vasos proximales, atención hospitalaria integral, con frecuencia en centros de accidentes cerebrovasculares.

Los objetivos del tratamiento son:  lograr la recanalización oportuna de la arteria ocluida y la re-perfusión de la isquemia ,  optimizar el flujo vascular colateral, y  evitar la lesión cerebral secundaria. Esto suena secuencial, de pronto lógico y claro. Pero, ¿en cuánto tiempo se debe realizar?

Los estudios han mostrado que, una vez se hace el diagnostico y el paciente cumple con unos criterios iniciales y la clasificación que el grupo de emergencias define, se tienen cuatro horas y media para aplicar el medicamento y lograr resultados con la trombolisis; además, en el procedimiento mecánico para liberar la obstrucción se requieren mínimo seis horas.

En estos casos el tiempo es oro para recuperar la circulación cerebral y evitar las secuelas funcionales asociadas. Este lapso es el que conoce como la ventana terapéutica. Si no se obra con la celeridad estipulada, los resultados no son alentadores.

Las preguntas ahora  son: ¿cuántos centros de accidentes cerebrovasculares existen en Colombia? ¿Cuántos grupos interdisciplinares trabajan en estas patologías? ¿Cómo funcionan las redes de atención para estos pacientes en las aseguradoras? ¿Qué capacidad de reacción en tiempo y oportunidad podemos ofrecer a nuestros pacientes? ¿Qué centros de neuro-rehabilitación tienen resultados adecuados en el proceso de  recuperación y manejo de estos pacientes?

Las respuestas a estas preguntas probablemente no son muy alentadoras. Nos falta infraestructura, trabajo en equipo, redes de atención y, sobre todo, no hay suficiente información sobre el impacto que puede ofrecer un programa de enfermedad cerebral vascular aguda.

Es un reto para las redes de atención de las aseguradoras y para los hospitales en sus acuerdos de carácter  interinstitucional. Es clave la formación de equipos idóneos interdisciplinares en el manejo de estas patologías, en la atención  oportuna y referencia de los pacientes a los sitios especializados.

El cumplimiento y óptimo desarrollo estos factores, sin lugar a dudas, cambiará la situación, no solo para los pacientes, sino para el propio sistema de salud.

En concordancia con lo anterior, próximamente, entre el 26 y 27 de mayo, la Clínica Universidad de La Sabana realizará el Congreso Internacional de ACV, con la participación del Dr. Javier Romero, profesor asociado de la Escuela de Medicina de Harvard y del Dr. Javier Marta, jefe del Servicio de Neurología del hospital Miguel Servet, de Zaragoza, España.

El objetivo es conocer, prevenir y actuar en el ataque cerebrovascular.

Participarán, también, un selecto grupo de neurólogos, neurocirujanos, fisiatras, neumólogos, psiquiatras , fisioterapeutas, fonoaudiologos y enfermeras; además, profesionales de otras especialidades dedicados al estudio de la patología cerebrovascular.

Esperamos que estas iniciativas académicas motiven la generación de redes de atención, nuevos estudios de investigación y la inquietud de favorecer cualquier esfuerzo en favor de los colombianos que lleguen a presentar esta enfermedad.

 

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