Bienestar en tiempos de drones

Publicado el Maria Pasión

La culpa no existe, bórrela de su diccionario

¡La culpa es como el ex novio perfecto: no existe! En su lugar hay que sustituirla por un concepto mucho más positivo que incitada al cambio: responsabilidad.

Cada vez que un cliente usa la palabra culpa en mi consulta, me viene a la cabeza la imagen de esa persona dándose rejo por la espalda y sufriendo lo indecible.

La culpa en Psicología está relacionada con los conceptos de perfeccionismo, asertividad, autoconfianza y la rumiación, que es lo que nos pasa cuando no podemos de dejar de pensar en algo y nos convertimos en esclavos de ese pensamiento.

La culpa tiene tres pretéritos.

Pasado: por algo que no hicimos o que hicimos

Presente: por algo que no estamos haciendo o que estamos haciendo

Futuro: por algo que no haremos o que haremos después, en este caso el concepto que mejor encajaría es el de preocupación y no el de culpa.

Así que si sentimos culpa es por algo que dejamos o estamos dejando de hacer en nuestra vida. Para que exista el sentimiento se necesita que exista un juicio, que puede ser de otros hacia nosotros, de nosotros con nosotros mismos, o de nosotros hacia los otros.

Hace muchos años borré la palabra culpa de mi diccionario.

En mi universo no existen personas culpables, sólo existen personas responsables. La primera palabra anula, la segunda palabra es un activador de un cambio en la situación.

Esta es la explicación de lo que ocurre cada vez que decimos la palabra C U L P A:

-Al sentirnos culpables, nos condenamos y no nos estamos permitiendo poder corregir nuestro su error, sino que más bien nos quedamos avergonzados por lo que pasó.

-Un culpable queda con las manos atadas, un responsable queda a la espera de poder actuar.

Al hacernos responsables de lo que hacemos, pensamos y decimos, empezamos a tomar medidas frente a lo que nos ha pasado y esto nos obliga a ser maduros frente a lo que pasó. La gran diferencia entre un niño y un adulto es que un adulto es capaz de hacerse responsable de sus actos.

-Cuando entendemos que la responsabilidad es nuestra, dejamos de darnos látigo y empezamos a pensar distinto y vemos cómo podemos conseguir lo que queremos en nuestra vida lejos del castigo.

Sin juicios se vive mejor

Aquí me viene bien recordar que estamos hablando de Psicología de las Relaciones y no de jurisprudencia. Los juicios en las relaciones no ayudan y las pueden perjudicar, al juzgar a otra persona la estamos reduciendo a sus errores y no a sus aciertos.

No siempre una persona es impuntual, ni siempre es antipática. Cuando aprendemos a sustituir el SIEMPRE por EN OCASIONES podemos aceptar que esa persona puede cambiar y mejorar. Utilizar estos adverbios con nosotros mismos es una costumbre que nos convierte en presos de nuestras definiciones y nos programamos para que el patrón siga instalándose. Ejemplos:

-Siempre la embarro en las entrevistas

Te pregunto:¿Cómo crees que te va a salir la siguiente entrevista?

-Nunca puedo bajar de peso haciendo dieta

Te pregunto: ¿Crees que seguirás tu dieta cuando la empieces?

La culpa tiene un factor multiplicador, cada día que pasa la persona se siente más culpable y menos proclive a meter las manos en la masa, que es lo que en principio se tendría que haber hecho para mejorar el problema.

Pondré un ejemplo de eso:

Como Luis no terminó de leer el libro, no hizo el trabajo en grupo, al sentirse culpable por no terminar el trabajo en grupo, no fue a clase. Al no ir a clase, tuvo que mentir diciendo que estaba enfermo. Al sentirse culpable por lo del libro, y no haber pedido una disculpa, o aceptar la consecuencia natural por no haberlo leído, ahora se tendrá que enfrentar a tres problemas más, incluyendo un justificante médico para el que tendrá que recurrir a una mentira que lo hará sentir aún peor de lo que ya estaba.

En conclusión: la culpa se le convirtió en una bola de nieve mucho más difícil de controlar.

En cambio, si Luis asume su responsabilidad por no haber leído el libro, tiene posibilidades de cambiar la situación o de aceptarla tal y como es, sin empeorarla por el efecto multiplicador de la culpa.

 Así que si usted es de los que se da látigo y usa la palabra culpa a diario, acuérdese de estos consejos, empiece a usar la palabra responsabilidad y tire ese látigo en la primera basura que encuentre. Se sentirá muchísimo mejor, ¡Garantizado!

Si el sentimiento aparece nuevamente, lo que aconsejo es que pueda transformarlo con estos pasos.

  1. Identifique qué es lo que produce este sentimiento
  2. Vea y acepte el error que se cometió
  3. Expréselo a los otros o a sí mismo
  4. Perdone el error, perdone al otro y perdónese a usted mismo
  5. Repare el daño en la medida en que pueda repararse (a grandes daños, grandes reparaciones)
  6. Responsabilícese de la situación y aprende lo que esta ha venido a enseñarle.

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