Bienestar en tiempos de drones

Publicado el Maria Pasión

¿Cúando es amor y cuándo es apego?

¿Cuándo es amor y cuándo es apego?

María Pasión

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Amor o apego
Existen diferencias claras sobre el amor y el apego

Pare de sufrir. El amor no tiene por qué doler, esa noticia que la tiene con el corazón a punto de estallar, sensible y con más ganas de tirarse al sofá a sentarse a comer siete camiones de helado, no se llama amor, tiene un nombre más feo y más dañino: apego.

El apego es la versión maluca e infantil del amor, y por lo tanto todo lo que traiga llanto, depresión, malestar, rabia, pataleta, ansiedad, ganas de llamar a toda hora, ganas de whatsappear hasta la tendinitis, gritar que lo detesta, romper copas y hasta mentarle la madre en sueños no son parte del amor, sino de ese enfermizo

Veamos qué es el apego:

La teoría del apego la desarrolló el sicólogo John Bowlby y dice que la seguridad, ansiedad o temor de un niño a ser abandonado está determinado por la accesibilidad y capacidad de respuesta de su madre o de quien lo está cuidando. Bowlby estuvo influenciado por Konrad Lorenz, quien aseguró que el apego de las aves se desarrollaría de manera instintiva por su vínculo con la madre de acuerdo con su impronta. Lo divertido de estos descubrimientos es que los patitos, según Lorenz, asignarían el papel de madre a aquello que vieran por primera vez en su vida. Fue así como el mismo Lorenz supo que algunos patos pensarían en él como madre, y en otros casos el papel fue para una pelota de pingpong en movimiento.

La teoría del apego, según Freeney y Kirkpatrick tiene 3 categorías:

El apegado seguro: las personas son capaces de usar a sus cuidadores como una base de seguridad cuando están angustiados o son abandonados. Son las personas seguras, cálidas, estables y con relaciones íntimas más satisfactorias.

El apegado evasivo: aparentemente desinteresado de la presencia de quien los cuida en momentos de angustia o abandono. Tienen poca confianza de que serán ayudados, tienen miedo a la intimidad y manifiestan dificultades para depender de los demás.

El apegado ansioso ambivalente: es el que se angustia intensamente y se enfada al sentirse abandonado. Son los que tienen mayores niveles de inseguridad en los otros y demuestran un fuerte deseo de intimidad.

Lo que me resulta más curioso es que este tipo de categorías se reflejan en las personas cuando crecen y se enamoran. Pregúntese cuando una pareja se aleja de usted y le da las buenas tardes para siempre en qué categoría de apego se encontraría usted. ¿Se encuentra estable, cálido, seguro? ¿Tiene herramientas para continuar su vida con objetivos claros? ¿Es capaz de hacer otros planes, con otras personas, de organizar su vida más allá de lo que esa persona representaba?

El amor, a diferencia del apego, no trae ataques de piedra, no suelta frases de manipulación ni demostraciones violentas de posesión, celos o mechoneadas de pelo. El amor surge de la satisfacción, mientras que el apego surge del miedo.

Por eso, ante el previsible final de una relación, porque señoras y señoras, todas las relaciones llegan a su fin, vemos salir algunas veces al apego para las demostraciones de dolor, necesidad y angustia; y el amor para la aceptación, el buen recuerdo y la asertividad.

Aprender a amar es aprender a dar el paso del temor a la seguridad, del dolor a la comprensión, del adiós con portazo al adiós y que seas feliz. (aunque si puede ser, puedes ser feliz bien lejos de mí, no hay afán).

Recuerda que el apego es dependencia, no tener la paz para descansar porque no se te va su última frase de la cabeza. Se traduce en esa amiga cansona que cuando llama porque está recién despechada es la foto de la angustia, de la ausencia de serenidad, y por lo general en ese estado toma malas decisiones, como coger el carro medio bebida para ver por dónde está el desgraciado. El apego la domina, la controla, la aconseja y la hace embarrarla una vez y otra vez. En esa situación ella no escucha, ni tampoco se deja aconsejar porque actúa sin pensar y revive su pataleta más infantil para sacar su rabia por haber sido abandonada.

El amor comparte el poder, deja ser al otro, no se basa en prohibiciones, amenazas y egoísmos.

El amor, en sí mismo es ser feliz con el otro, en el otro y si tiene que ser, sin el otro, como lo he comprobado en mis talleres.

De frescura, porque habrá más oportunidades de seguir amando, aprendiendo y compartiendo.

Toda historia de amor tiene un fin, así que es mejor que termine con amor y no con apego, que siempre me ha rimado con ego. Si estás en esta situación, pide tu cita conmigo. (Consulta mi método 10 pasos para superar una ruptura)

 

María Pasión

Doctora Corazón

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