Los descubrimientos de la anestesia y los antisépticos, facilitaron a los cirujanos oncológicos diversas aproximaciones a la extirpación de tumores entre 1850 y 1950. La idea era extraer el cáncer de raíz con un escalpelo.
El doctor William Halsted, llevó a los límites posibles lo que se conocería como cirugía radical. El desgaste físico que su propósito demandaba, lo condujo a una fuerte adicción a la cocaína. En 1889 fue reclutado en el hospital Johns Hopkins de New York con el propósito de poner en marcha el departamento quirúrgico. Emprendió una impetuosa lucha en la que con “su bisturí, retaba al duelo al cáncer”. El médico se dedicó con frenesí a combatir el cáncer de mama.
La recurrencia de la malignidad la mayoría de las veces en los bordes de la cirugía original, llevó a razonar al médico en la necesidad de eliminar además del órgano mamario, el pectoral mayor -músculo encargado del movimiento del hombro y la mano-. Le dio a esta intervención el nombre de «mastectomía radical». No obstante, el cáncer seguía reapareciendo. El galeno se volvió «más radical»: eliminó los músculos torácicos profundos y vació los nódulos linfáticos de la clavícula y la axila. En su lucha contra el cangrejo, Halsted prefería vaciar el contenido del cuerpo, así fuera que la carnicería desfigurara permanentemente el cuerpo y la autoestima de las mujeres. Su supervivencia era de muy pocos años.
La metástasis le ganó el duelo al doctor. Quedó en entredicho su teoría en la que concebía que por pequeño que fuera un cáncer, enfrentarlo con una cirugía agresiva era la mejor manera de lograr una cura.
El Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, ante la pregunta: ¿es posible que una cirugía para el cáncer o una biopsia de un tumor puedan causar que la mlignidad se disemine al resto del cuerpo?, responde:
“La probabilidad de que una operación haga que el cáncer se trasladen a otras partes del cuerpo es extremadamente baja. Los cirujanos siguen procedimientos estándar y usan métodos especiales con varios pasos para prevenir que las células cancerosas se diseminen durante las biopsias o las operaciones quirúrgicas para extirpar tumores”.
En el deseo de conservar la vida, la compleja decisión de escoger un tratamiento y la autorización de algún procedimiento, recae en el paciente, quien para ello, necesita información veraz. Deseable sería que preguntara al galeno: ¿con su método cuántos ha curado?