Políticamente insurrecto

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¿Perdón social?

Por: @perdomoalaba

Juan Fernando Petro, hermano del candidato Gustavo, visitó al condenado por corrupción Iván Moreno Rojas, en la cárcel La Picota. Lo pillaron y se armó troya. Esa fue la primera información que filtraron algunos medios de comunicación.

El líder del Pacto Histórico dice que él no mandó a su hermano a hablar con Moreno, fueron los presos quienes, a través de una carta, pidieron reunirse con la Comision intereclesial de Justicia y Paz, en la que Juan Fernando trabaja desde hace años. En ese centro penitenciario, según la misiva, el condenado exmilitante del Polo Democrático oficia como representante de los presos en la comisión de Derechos Humanos. No obstante, de acuerdo a los registros de ingreso, a Juan Fernando la visita se la autoriza el asesino exalcalde de Villavicencio, Germán Chaparro, condenado a 39 años.

Inmediatamente y para justificar la movida que lo tomó por sorpresa, Petro, siempre tan hábil y repentista, puso como ejemplo a Moreno Rojas para hablar de su propuesta de Perdón Social donde, según él, no se trata de un perdón judicial con impunidad.

Antes de meternos en todo este entramado tan polémico, extraño y sin aclarar de la visita del hermano del que podría ser el próximo Presidente de Colombia, a una cumbre de corruptos y criminales políticos en La Picota, quiero ahondar en el concepto de Perdón Social en el que -ojalá- todos estemos de acuerdo, pues debe debatirse y explicarse a fondo porque creo, así parezca descabellado, que sí es necesario un gran diálogo nacional que pare con esta espiral de violencia que nos está acabando como sociedad. Pues para hablar de un acuerdo sobre lo fundamental y construir un nuevo contrato social, el país necesita ponerse en sintonía, pactar una tregua colectiva, y no una amnistía general de perdón y olvido como lo sugiere Uribe, o un Perdón Social con impunidad a cambio de votos, como se ha demostrado que es lo que pretendería Petro, en un demostración de desespero electoral y de ‘todo vale’.

Una herida suturada con hilos de resentimiento y odio jamás sanará; sólo la seda de la verdad, la reparación y la reconciliación, hara que este país cure sus hondas llagas con pus de rabia. Y eso se logra dialogando y no persiguiendo. Todo este episodio del hermano de Petro, de los Moreno, del Gordo García Romero, de Marquitos Figueroa, es muy desafortunado. Hay mucha desinformación y el Pacto Histórico lo ha manejado terriblemente. No es claro. Y le toca como cuando se dice una mentira, justificarla con otra mentira. Y las verdades a medias son mentiras cojas.

Ahora, sin justificar al caudillo progresista con ínfulas de mesías, trato de entenderlo cuando dice que el Perdón Social debe acoger hasta al mismísimo Álvaro Uribe. Es difícil de entender, pasarlo a palo seco es complicado, lo sé, porque este país está tan lleno de rabia y rencor, que desearíamos ver a Uribe en una hijueputa mazmorra, y a sus amigotes, los despojadores históricos de tierras, desterrados pagando por todo lo que le han hecho al campesinado colombiano y las comunidades negras en Cartagena, por ejemplo. Pero lo único que generaría una guerra jurídica contra Uribe y sus secuaces es violencia y más violencia. Muchos querrán que el 8 de agosto de 2022 Petro anuncie una estrategia jurídica para meter al expresidente a la cárcel, pero esa arremetida con tufillo de venganza traería unas consecuencias sociopolíticas inimaginables al punto de desestabilizar al país. Una confrontación inane y sin retorno.

El Perdón Social ya lo aplicamos con las Farc, yo voté sí en el Plebiscito por la Paz para que El paisa, Márquez y Santrich, trío de violadores, asesinos y narcotraficantes, se sometieran a una justicia transicional, pagaran un pena mínima y salieran a hacer política. Tuvimos que tragarnos muchos sapos a cambio de evitar que miles siguieran muriendo.

Y no se trata de indultos. Pero si yo a través del voto le entrego un mandato al polo opuesto de Uribe, el político más poderoso de los últimos 20 años en Colombia y que aún representa a un sector del país, no es para que lo meta preso al día siguiente de su posesión, sino para le ofrezca garantías jurídicas que permitan que entregue verdad, se aplique jusitica y repare a sus miles de víctimas. Una reforma rural integral no será posible persiguiendo y generando nuevas violencias, se logra dialogando con el adversario, ofreciéndole garantías para llegar a acuerdos que beneficien a la gente. Si queremos ser una «Potencia de la vida», el perdón social será insumo necesario.


Ayer lo dije en un trino, el perdón social para corruptos es simple: Que paguen su condena, reparen el daño, resarzan a las víctimas y no vuelvan a ocupar cargos públicos. Y no lo que la investigación del avezado periodista Ricardo Calderón publicó en Noticias Caracol, donde se evidencia que, según algunos internos que fueron testigos de la cumbre de corruptos con Juan Fernando Petro, se promueva desde el gobierno progresista una reforma a la justicia donde se les garantice una rebaja de penas de hasta el 30 % y la eliminación de los jueces de ejecución de penas, a cambio de apoyo electoral. Lo que no cuadra aquí es qué caudal electoral le puede quedar a los Moreno en Santander y Bogotá, o a Ronald Housni Jaller, en San Andrés, con todo y que su hermano Jack esté en el Pacto vía Armando Benedetti. Algo hay en el canto de la cabuya, diría mi mamá.

Perdón Social sí, pero no así.

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