¿Creen que fueron suficiente los once millones y pico de votantes quienes lo prefirieron? ¿O, la apatía de la abstención? Quizás, la incertidumbre que hemos vivido por décadas debido a la malversación de ideologías y fondos con que la cúpula reinante ha subyugado los connacionales. ¿O sería probablemente la necesidad de cambios que la humanidad vive en el mundo entre las ideologías de la derecha y la izquierda?
Lo cierto es que la humanidad en el mundo y, por supuesto Colombia, vive la pugna entre lo divino y lo diabólico, verdades y mentiras, derecha e izquierda…
El juego de las consultas e información falsa fue contundente en estas elecciones, pero francamente, no les doy el valor que quizás otros hagan. Y no se lo adjudico, porque, juzgando por mi propio proceder – no leo esos mensajes idiotizados – estoy por asegurar que muchos no lo hacen tampoco. Solo el fanático los lee.
En cuanto a las consultas, estoy por aseverar – como es el caso de los Char en Barranquilla – es que dichas encuestas se hacen bajo la vigilancia de los patrones, pero al momento de ejercer el voto, se les voltean.
Hoy, Petro es el presidente con la oportunidad de establecer cambios contundentes y necesarios para todos los estratos sociales, específicamente el 1, 2, 3, y 4, cada uno a su medida. El problema de nosotros los colombianos es que nos sentimos perteneciendo al 5 y al 6 no importa donde vivamos.
Y los temores de la derecha de que Petro se perpetuará en el poder (nunca podría), se les olvida que Uribe trató y no pudo a pesar de la adoración que existía sobre él. Los vestigios de las fuerzas armadas tienen formaciones de militares por décadas que generarían un golpe militar aplastando cualquier intento, revolucionando una guerra civil.
Además, la burocracia judicial no está integrada todavía para represalias, y tardaría demasiado el tratar de formular una alianza que pudiese perseguir a sus enemigos políticos.
Comparar la situación colombiana con la venezolana, ni se les ocurra. Son dos fenómenos completamente diferente. Además, a Maduro lo eligen con votos. Falsos, comprados o fraudulentos, Maduro ha sido elegido presidente de Venezuela.
Pero el fenómeno de las elecciones populares a favor de la izquierda conlleva el sentimiento de los elegidos a entender que la guerra no es el camino. Ya razonaron que las armas no es la solución, que son los votos y por eso están ganando elecciones en Latinoamérica. El triunfo de Petro de ayer se consolidó en las elecciones del 2018 cuando obtuvo más de 8 millones de votos.
La humanidad está dividida entre la derecha con el eufemismo de religión y dios y la izquierda creyendo en la posibilidad de la evolución mental del hombre hacia un socialismo que garantice derechos constitucionales de educación, vivienda y salud gratis a sus coterráneos.
Además, algo que está claro alrededor del mundo es que las personas que tendemos a ser más liberales, somos más, pero se entiende que la diferencia es de un porcentaje pequeño.
Aclaro que no soy petrista ni político, solo un observador. A Petro, como a la gran mayoría de los dirigentes políticos, senadores, congresistas, policías y todos los demás, en mis páginas los considero criminales de acuerdo con lo que descifro e interpreto de las leyes penales colombianas.
Esta presidencia es producto de un parto donde la madre es Colombia, nuestra patria. Como cuando criamos a nuestros hijos, hay que observar su crecimiento, tender la mano cuando sea necesario, corregir los pasos mal dados, pero también endurecer castigos por violaciones si ocurriesen.
Como colombianos, es nuestra obligación permitir el transcurso del tiempo para esta presidencia, y desear, rogar, esperar o condescender, que lo que predicó en su campaña, así suceda para que nazca un solo color en el territorio colombiano.
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Ben Bustillo
Nacido en Barranquilla de padres bolivarenses y radicado en California desde 1977. Graduado de periodismo de la Extensión de UCLA en el 2003, AA en Liberal Arts y Paralegal 2016 en Los Angeles City college, MBA – Criminal Justice, enero 2019 en Northcentral University.
Creo en la libertad de expresión y por lo tanto daré cabida sin contestar a los mensajes enviados, pero no publicaré aquellos que sean ofensivos o tengan malas palabras. No soy un santo y me las sé todas, pero no son parte de mi vocabulario diario.
Alguna que otra vez publicaré comentarios que aunque no esté de acuerdo con ellos, lo hago para mostrar como piensan algunos lectores.