Comencemos con que solo tienen dos generaciones en Colombia, y a mí, que no traten de identificarse como costeños, o caribeños, como se quieren identificar algunos ahora, porque lo que son es turcos. Ratifico, los de mi generación nos identificamos como costeños, porque ese era el término usado. En mi ausencia de Colombia por más de cuarenta años, algunos decidieron cambiar el término a caribeños.

Corroborando mi fobia personal contra los “cachacos”, se me ocurre que en esa región determinaron que ese término era el más apropiado debido a la influencia de los indios de las islas caribeñas, que, aunque existe, no nos corresponde a todos los costeños. ¿Qué porcentaje? No es de mi interés saber, solo mencionarlo, por si se encuentra algún estudioso que le interese el tema. Ratifico, me identifico como costeño.

Volviendo a la rama generacional de los Char, quienes apuradamente tienen cien años en Colombia, solo son de dos generaciones de familia nacidos en el país. Aclaro, Ricardo, el padre de Fuad no nació acá; era un inmigrante turco, haciéndolo como primera generación colombiana, y el criminal del hijo, alcalde de Barranquilla nuevamente, segunda generación.

Y utilizo la palabra criminal para definirlo como lo hace la RAE, que adapto a mi vocabulario. Lo que sucede es, que no lo han juzgado todavía, porque con su poder económico e influencias políticas, el país no ha encontrado un individuo con pantalones que enfrente esta mafia, por miedo; dicen que hasta tienen una rama de pistoleros ejecutando a sus contrincantes, por sus nexos con el paramilitarismo, David Char; el cártel de Sinaloa, Fuad Char;  el Banco Serfinanza y la compra de votos, Arturo y Álex Char.

Peor todavía, ¿qué tan fuerte es la alianza criminal de esta familia que logra interponer, clausurar o impedir investigaciones como la de la liga contra el silencio? https://ligacontraelsilencio.com/2022/02/28/un-expediente-vinculo-al-clan-char-con-el-narcotrafico/

¿Cuánto les costaría la Magistrada Maritza Aristizábal para que se pronunciara a favor de su candidatura a la alcaldía de Barranquilla por tercera vez? ¿Será que todavía les falta plata por robar? ¿O cuánto sería el costo de estas elecciones pasadas? ¿A cómo pagaron el voto? Chusma y pellejos de la corrupción, es lo que son.

Yo les pregunto a esta familia criminal, ¿para qué necesitan tanta plata? ¿Y ese poder mal habido? ¿Creen que les va a durar toda la vida? ¿Les recuerdo lo que le pasó a los Gerlein? ¿Y a Álvaro Uribe? Todo principio tiene un fin, cercano o lejos, pero lo tiene. ¡Qué lástima que Petro no se ajustó los pantalones! Le quedó grande la yegua (la presidencia), como cantó alguna vez una cantante mejicana refiriéndose a uno de sus amantes.

Los descendientes de los Gerlein quedaron irreconocibles ante el sistema, puestos mediocres – si acaso – y desechados por los ámbitos sociales de la costa atlántica (todos somos de sangre azul); y los hijos de Uribe catalogados, como enriquecidos por el paso de su padre Álvaro por el erario colombiano.

Pero lo que más me sorprende, es que, la gente de la costa, se vanaglorie de “ser, o pertenecer a su núcleo social”. Para mí, sería una vergüenza decir que tengo vínculos con criminales como la familia Char.

Linajes como de seis, siete, y hasta ocho generaciones en la costa, escogen ser tildados de criminales al asociarse con la podredumbre del narcotraficante, paramilitar, comprador de votos de Fuad, y los gusanos de hijos que tuvo. ¡Hey, turcos, regrésense a Siria!

 

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