Siempre vive a nuestro alrededor desde el momento de su concepción; sin embargo, no ocupa mucho espacio ni tiempo en ese principio. A medida que los años se aligeran con su propio transcurso, la proximidad nos hace reflexionar en ella cada vez un poco más, sin llegar a ser obsesión.
Las primeras experiencias nos llegan en diferentes turnos a todos. La mía, la trajo a colación mi prima hermana y amiga de niñez, Marina Angulo, cuando me preguntó si recordaba la muerte de otro primo hermano, Pacho Angulo. Una muerte tan estúpida que ocurrió tomándose unas cervezas en una tienda en la esquina de la calle 74 con la carrera 46 probablemente en la mitad de los años cincuenta. Forcejeando con un compañero de tragos, la pistola se disparó matándolo instantáneamente. La bala le entró por un costado de la nariz, dejando un hueco pequeño y le salió por la parte de atrás de la cabeza formando un hueco grande.
Fue el primer cadáver que vi en mi vida, el de mi papá el segundo, y nunca más vi a otro. Ni al de mi madre. Marina, andaba buscando respuestas a el porqué le costaba trabajo dar pésames, y me hizo recordar que fui yo quien les llevó la noticia de la muerte de Pacho a todos ellos, pensando que ese trauma era la respuesta de su incapacidad de responder adecuadamente. A ella también le afectó esta experiencia, y ambos podíamos tener como unos siete u ocho años. Yo, soy unos meses mayor que ella.
Por eso, la muerte es un regalo de la vida. Es la apertura al conocimiento total por el cual especulamos por toda nuestras vidas bajo las premisas de una recompensa al final de ella; al menos, con esas creencias nos crían. A unos, católicos, con las expectativas de esa religión al llegar el final; otros, protestantes, testigos de Jehová, anglicanos, judíos, musulmanes, ateos y hay tantas creencias en el sancocho, que confunde a los mismos dioses adorados.
Los católicos esperan o el cielo, el purgatorio o el infierno después de su muerte. http://www.laverdadcatolica.org/F46.htm El cielo si no tienen pecados mortales o veniales, el purgatorio para purificar su alma antes de entrar al cielo, y el infierno para aquellos que mueren en pecado mortal. Para aceptar esta filosofía, tienes que reconocerla por fe. No puedes cuestionar las explicaciones y tienes que colocar estas teorías como bases de tu existencia. Porque si lees entre las líneas y aplicas un sentido común fuera del dogma de esta fe, encuentras demasiadas incongruencias formando la duda y pérdida de este conocimiento.
Los Testigos de Jehová, creen en la resurrección aquí en la tierra. http://www.jw.org/es/publicaciones/libros/Ense%C3%B1a/verdadera-esperanza-para-los-seres-queridos-que-han-muerto Los que tengan tiempo y deseen obtener un mejor entendimiento a esta teoría, lean sus explicaciones. Pero otra vez, necesitas tener el dogma de la fe y creer ciegamente en la interpretación de sus creencias; porque no importa qué tanto trates de aplicar objetividad a la lectura, sus confusiones saltan a la vista a una mente fuera de sus concepciones.
Los musulmanes esperan el paraíso, y en él, mujeres bellas, hombres jóvenes, agua, frutas, vino y riquezas. http://blogs.periodistadigital.com/totalitarismo.php/2007/09/24/el-paraiso-por-el-cual-mueren-y-matan-lo-1 Sí notarán lo mismo que yo al tratar de definir este lugar, ¿en donde? ¿En un cielo? Me suena más como la definición que los católicos le dan al infierno. No trato de ofender a los creyentes; lo que sucede es que a mi mente atea no le cabe la posibilidad de que esa pueda ser una recompensa para alguien que siga las reglas y normativas de un grupo religioso. Todas esas cosas, se encuentran en esta vida. ¿Por qué no buscarlas y gozarlas ahora que están a nuestra disposición en vez de esperar a la muerte?
Los judíos, están todavía esperando a su Mesías, y con su llegada, la resurrección de los muertos. http://www.gotquestions.org/Espanol/Judaismo-judios.html Y el reino mesiánico será aquí en la tierra. http://www.judaismohoy.com/article.php?article_id=1350 En este último vínculo confiesan que hasta ellos mismos están confundidos con la interpretación a lo que viene en esta era. Por lo tanto, si para esas personas que pasan una vida entera leyendo e interpretando los textos del tora es imprecisa, qué se puede esperar para nosotros los incrédulos.
El budismo cree en la reencarnación. http://www.proyectoafri.es/cd8ejerc/ejercfrelig/cr1bach/doc-3_inf__budismo.htm. Este vínculo está un poco mal codificado, pero se entienden claramente las cuatro verdades del budismo: dolor, origen del sufrimiento, destrucción del sufrimiento y el camino para destruir el sufrimiento. En estos tiempos actuales, aprendemos a lidiar con los dolores a la machota. Algunos recurren a las muletas como el alcohol, drogas o vicios de otra índole; otros los enfrentamos como debe ser: uno al tiempo y con la calma que requiera cada situación.
En el mensaje que intercambiamos Marina y yo, me preguntó “que qué pensaba yo de la muerte”. Le respondí que no me asustaba y que cuando llegara el momento, la agarraba por los cuernos como debía ser. Mi cuerpo, lo dono a un hospital para que utilicen los órganos que se puedan usar para salvar algunas vidas; y lo inutilizable, que les sirva para hacer cualquier tipo de práctica que necesiten hacer los estudiantes de medicina.
La vida hasta ahora solo ha podido probar la existencia de un cerebro capaz de desarrollar un sinnúmero de actividades a la vez y que posiblemente lo podríamos entrenar a hacer muchísimas cosas más. Sin embargo, a pesar de la coexistencia de la ciencia con la religión, no han podido ni siquiera lograr un acercamiento que posibilitara un existencia en común. Dios es producto de una imaginación temerosa del hombre al contemplar el infinito espacio entrelazado con los seres que vivimos en la tierra.
A falta de explicaciones lógicas, preferimos utilizar un pavor a lo inconocible y aplicar deducciones aceptándolas como verdades, aunque no las podamos comprobar. Es preferible vivir en ese espacio incongruente, que aceptar la posibilidad de la inexistencia de Dios.
Al momento de mi muerte, estoy casi seguro que, aunque mi corazón haya dejado de latir, mi cerebro continuará funcionando presenciando escenas a mi alrededor incapacitando reacciones consideradas normales de la vida. Una vez mi cerebro pare de crear reacciones químicas y eléctricas, es cuando ocurrirá el mejor regalo de la vida: la muerte, y el conocimiento total de la verdad absoluta.
Ben Bustillo
Nacido en Barranquilla de padres bolivarenses y radicado en California desde 1977. Graduado de periodismo de la Extensión de UCLA en el 2003, AA en Liberal Arts y Paralegal 2016 en Los Angeles City college, MBA – Criminal Justice, enero 2019 en Northcentral University.
Creo en la libertad de expresión y por lo tanto daré cabida sin contestar a los mensajes enviados, pero no publicaré aquellos que sean ofensivos o tengan malas palabras. No soy un santo y me las sé todas, pero no son parte de mi vocabulario diario.
Alguna que otra vez publicaré comentarios que aunque no esté de acuerdo con ellos, lo hago para mostrar como piensan algunos lectores.