La guerra sin sentido entre los poderes ejecutivo y judicial

Teóricamente, el pueblo elige al poder ejecutivo para gobernar un estado, el poder legislativo produce leyes por las cuales la sociedad debe vivir y respetar, y el poder judicial es el punto intermedio entre los dos, procurando mantener algún tipo de neutralidad.

Suena como una definición lógica cuando y si todavía estuviéramos viviendo al principio de la civilización; pero demasiados siglos de historias de destrucción, tonterías mentales que desprecian las distinciones entre lo que es bueno o malo, la confusión de dioses, el uso de la religión para explotar mentalidades para beneficios personales, y peor aún en este siglo XXI cuando la información, – mala o buena – está al alcance de cualquier dedo en cualquier dirección, es cuando una nueva concepción y definición de la sociedad comienza a tomar lugar.

Recuerdo haberles dicho a mis hijos cuando llegaron a la edad de sumergirse en el mundo de los negocios o el empleo esta regla: Hay tres formas de enfrentar a la sociedad tan malévola como es. Primero, aprendes la ley para aprender cómo violarla legalmente – usando “micos” legales. Segundo, asegúrate de que el campo en el que entres te ayude a ganar mucho dinero para poder pagar abogados. Y tercero, sigue la ley estrictamente. Una imposibilidad, pero mientras el camino no esté cruzando la línea gris, uno puede vivir su vida con un sentido de distinción.

Cuando el poder ejecutivo es elegido por una mentalidad fraudulenta y drogada como acaba de suceder recientemente en los Estados Unidos, olas de incertidumbres fluyen en cualquier dirección, como se refleja en todo el mundo.

Seamos claros, la población de la montaña central que está debatiendo qué droga usar diariamente, fue quien eligió a Trump. Y están infectados con marihuana, cocaína, fentanilo, y lo peor de todo, el falso cristianismo.

Trump y sus secuaces lo saben bien, y por eso está combatiendo a Canadá y México por las ganancias del fentanilo. La marihuana ya no es una preocupación, solo la cocaína y el fentanilo. La industria de la cocaína en Colombia está bien establecida y gestionada por la DEA, la Embajada de los Estados Unidos (por eso el nuevo embajador además de ser gay es metodista) nombrado para mantener el curso. La siembra en el Amazonas está bien controlada por las guerrillas colombianas, que lo ha sido durante los últimos años. Lo que luchan ahora no es por control. Es por precios. Quieren un porcentaje mayor.

Indudablemente, las personas que dirigen los gobiernos aún no han traspasado la imagen de control de poder con fines monetarios. Están en un punto muerto en un espacio sin sentido eliminando el sentimiento de cambio en el comportamiento de una sociedad adquirido durante el desarrollo de caracteres individualizados de interacciones en la juventud.

Las ineficacias de Trump reflejadas en los innumerables cambios en sus últimas decisiones que confunden a los gobiernos europeos, se han asentado bien con Putin y Xi abriendo puertas para continuar su plantación de ideologías encontrando lugares donde se aceptan como un cambio hacia dictaduras. Básicamente lo que Trump está comenzando a hacer al cambiar a cada persona con poder en agencias gubernamentales, incluyendo en la industria militar e instituciones, para perpetuar su permanencia en el gobierno.

La presidencia de los Estados Unidos está en manos de la derecha, así como el Congreso. Lo que una mente filosófica pensaría era quizás tener esperanzas en la neutralidad del poder judicial. ¿Pero cuál? No ahora, y no será en la próxima década o más.

Lo que el país está viviendo es la transición de una democracia a un gobierno dictatorial que podría transferirse fácilmente como existe en las monarquías.

Por cierto, ¿dónde está el partido Demócrata?