Adelita con sus hijos, estoy seguro que no pensó qué tan criminales llegarían a ser
Adelita con sus hijos, estoy seguro que no pensó qué tan criminales llegarían a ser
Esta es la mamá de mis hijos mostrando parte de las joyas que le compré a Adelita
Bueno, la historia no es tan así como la pinto en el título de este artículo y de referencia personal, pero los episodios están adornados (la palabra en inglés es “embellished”) de realidad y fantasía para el propósito de esta fábula que compartí con Adelita, su mamá.
La fama de Adelita fue por ser la dueña de la Joyería Moderna, que en mis tiempos quedaba sobre la Calle 72, antes de la Carrera 53. Ahí le compré varios juegos de joyas para quien era entonces mi esposa, la mamá de mis hijos, en diferentes ocasiones que venía a Barranquilla.
Ya yo estaba radicado en Los Ángeles de tiempo completo, y en esa época era el contralor para una compañía de construcción, además de tener mi oficina de contaduría aparte y preparaba declaraciones de renta.
Esa fue mi primera profesión en California, de donde salté a bienes y raíces, primero como agente, y después que me tocó compartir mi primera comisión con un Broker, en poco tiempo tomé los cursos que me faltaban para tomar el examen y saqué mi licencia de bróker, al igual que los cursos para obtener la licenciatura como Notario Público.
Mis visitas a la Joyería comenzaron como desde 1982 a 1983, para la época en que nació mi hija, a quien también le compré varias joyitas. Adelita estaba en una oficina cerrada detrás de los mostradores, pero quien me recibía primero era una señora, siempre la misma, no recuerdo su nombre pero lo que recuerdo es que el esposo murió en un accidente de tránsito por Ciénega.
Pero apenas me veía Adelita, saltaba de su silla y me venía a atender. La gente siempre me ha considerado un hombre buenmozo, pero nunca ha gobernado mis procederes, ni inteligencia y muchos menos me ha convertido en creído. Lo que pasa es que siempre he vivido en una nube un poco arriba de lo que el ser humano considera como un núcleo social de convivencia. Siempre aparte, entro y salgo cuando quiero.
Tuvimos varias conversaciones, lógico, éramos jóvenes y existió un poco de flirteo decente y no hice hincapié, porque en esos tiempos era medio testigo de jehová. En todo caso fue sano de ambas partes.
Pero como estoy seguro de que Alex sabe de mí y ha instado por medio de algunos secuaces suyos a quienes iré desenmascarando poco a poco en varios artículos, y por supuesto con algunas tutelas ante la Corte Suprema (no confío en alguna mayoría de jueces basura al que él tiene acceso), usé la imaginación de escritor y convertí ese simple intercambio de Adelita y mío, en picada de zancudo hambriento de sangre.
Estas memorias las comparto no para ofender su memoria porque sé que murió en Estados Unidos y este intercambio sucedió; pero lo que recuerdo es que cuando estuvo enferma es que a Fuad le negaron la visa para entrar a Estados Unidos, lo mismo que a Álex hace como un año, pero él dice que y que ya se la dieron. ¡Ver para creer, dijo Tomás!
¿Por qué sería? Por criminales y violar demasiadas leyes estadounidenses, porque allá, no pueden comprar el sistema judicial ni con plata, ni influencias. ¡Ustedes son ratas podridas del gobierno, no son colombianos de cepa, lo que son es ladrones del erario colombiano!
¡Ratas, regresen al Líbano!
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