El ser humano tiene la tendencia de borrar los sentimientos malosos creando programas que se supone servirían a varias facciones de la sociedad. Especialmente en Colombia, cuando Juan Manuel Santos fue presidente creó bajo el Decreto ley 2363 del 07 de diciembre de 2015 la tal Agencia Nacional de Tierras.

Reitero la pregunta del título de este artículo: ¿para qué carajo es que sirve esta vaina? https://www.ant.gov.co/

Bueno, soy participante y hay veces que escojo tener fe en la humanidad, aunque la colombiana, sí nací en Colombia en la casa de la finca que en esos tiempos estaba bajo la jurisdicción de Juan Mina, pesa más que la estadounidense a la cual fui expuesto por más de cuarenta años.

Pero quiero dejar claro, no me puedo identificar con ninguna de las dos nacionalidades, y expando mi criterio y conocimiento, cuando reafirmo que no pertenezco a ninguna de las dos. Soy simplemente un producto de una mezcla cultural de sociedades que le queda casi imposible identificarse con cualquiera de las dos. Peor conmigo, ya que soy antisocial, no criminal, sino que no tengo amigos, pertenezco al ámbito de reflexionar y pensar, pero aisladamente sin seguir pensamientos ideológicos ni doctrinas.

Volviendo al tema de ANT, (me suena a hormiga en inglés – y hay similaridades simbólicas), la oficina de Barranquilla es un nido de vagos burócratas comenzando con quien aparentemente la dirigía hasta hace unos cuantos días, Javier Torres.

Empecemos con que registré mi lote para la venta el 15 de diciembre del año pasado, con la esperanza de que hubiese un núcleo de individuos, incluyéndome, que se beneficiase de este proyecto, que en teoría, me sonaba bien.

Hice los respectivos análisis, investigaciones (no burócratas) porque no pertenezco a esa “raza”. Soy de los que noquean puertas, ventanas, hago cargos criminales – si son merecedores – especialmente de la burocracia jurídica. Pero soy viejo y hay días que hasta las canas duelen, además de lidiar con la depresión proveniente de estar lejos de mi familia cercana.

Sigamos con el lote, leí que en 15 días aproximadamente daban respuesta, pero decidí esperar cuando la página WEB no se movía para ningún lado, pues era Navidad. Pasaron más días, llegó enero, fui a la oficina y me recibió fue un orangután anaranjado (se me pareció a Trump por lo belicoso) lo identifiqué como guardaespaldas de criminales, cachaco y con ganas de atajar mi entrada a las buenas o a las malas.

Me identifiqué como “viejo” (esa es siempre mi excusa), que aunque lo soy físicamente, mentalmente tengo más espíritu que los 10 – 15 funcionarios burócratas pedazos de nada que medio pude ver que dizque trabajan en esa oficina.

En total fui como cuatro veces, en una de ellas, la secretaria me dio la información de Javier Torres, quien aparentemente se encontraba en Bogotá ese día. No primer nombre ni segundo apellido. Pues al tal Javier, le mandé como tres correos decentes, y ni para insultar contestó.

La semana pasada fui por última vez después de leer en El Heraldo que había ido a varios lugares para anunciar los estados de las ventas propuestas, pero como siempre, no se encontraba en la oficina.

Antes de esta vez, en la semana anterior, me recibió un gordito que se negó a identificarse, y me dijo que se iba a averiguar con Bogotá y me avisaba. Nada pasó.

Pues en esa última visita pelé el cobre e insulté a la gran carajita que me atendió con cara más de trabajar en un bar ofreciendo servicios de cuerpo que de recepcionista. La insulté, se vino hasta mí el orangután cachaco anaranjado, lo mandé al diablo también, les dije las tres malas palabras que me aprendí cuando tenía como ocho años – no las quiero repetir, pero para darles una idea, hijueputas, malparidos, comemierda – y salí. Pero en la puerta les ofrecí este artículo, y la carajita con cara de puta, me dijo que le importaba un carajo.

En la disputa, la recepcionista que me dio el nombre de Javier, le dije que me dejara hablar con él, y me dijo que ya no estaba encargado de ese puesto. Mejor dicho, si conmigo se portó estúpidamente con rasgos de criminalidad burocrática, o lo botaron, pero a lo mejor le dieron otro puesto QUE NO SE MERECE. Burócratas.

Copia de este artículo es enviada a cuanto personal “hijuecutivo”, perdón, ejecutivo que encontré en el sitio de la tal Agencia Nacional de Tierra, que, sinceramente, deberían pensar seriamente el cambiarle su nombre a Agencia Nacional de Burócrata Inservibles a Menos que Haya Sobornos.

El siguiente artículo viene después que investigue con la posibilidad de formular cargos criminales judiciales contra estos burócratas. Esperen pronto esa investigación con sus cargos penales correspondientes. Pero el próximo artículo es contra otra agencia de corruptos ignorantes, los del Banco Agrario. Y por supuesto, el nombre de ese artículo será, Banco Agrario, ¿para qué sirve esta vaina?

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