Daniel Mendoza, me parece un abogado y periodista valioso, comparto con él su hastió con el uribismo y simpatizo con su irreverencia ante un poder a todas luces ilegitimo, corrupto, sucio, violento, sanguinario, solapado y mezquino.
La vida íntima y sexual de Daniel no me interesa y no debería interesar a nadie. Otra cosa es que a él la sobreexponga deliberadamente a la esfera pública, creería yo, como otra forma adicional de atraer simpatías de rebeldes, en un país donde reina la doble moral y la mojigatería. No me incomoda, no me escandaliza e incluso saber que a otros incomoda hasta me simpatiza y no precisamente porque me identifique con su estilo de vida, sino porque soy respetuosa de las diferencias y reconozco en la diversidad una riqueza. En el curso de mi vida máxime habiendo adelantado estudios en Europa, he conocido y he hecho amigos poli amorosos, bisexuales, transexuales e incluso escuche alguna vez a alguien ufanarse de sus gustos sado masoquistas. Nada de esto me escandaliza, ni me despierta prejuicios.
Ahora bien, muchas de las expresiones de Daniel en cuanto a su trato hacia las mujeres me ha cuestionado siempre sin haber visto la necesidad de pronunciarme. Al día de hoy en cambio al ver que se pasa del merecido reconocimiento hacia él, a la figura del héroe incuestionable llamado a abrir los ojos a “la verdad” a las juventudes etc, considero mi deber fijar una posición pública y responsable sobre mis cuestionamientos.
En cuanto al machismo valga reiterar, no es un delito y decirle a alguien machista no debería ser ni siquiera tomado como un insulto, por lo que a mi concierne intuyo que el machismo esta tan incrustado en sociedades como la nuestra, que ni siquiera nos damos cuenta hasta qué punto normalizamos su existencia.
Daniel es particularmente afectuoso con todas las mujeres y algo megalómano, eso en principio a nadie molesta, para quienes lo seguimos hace tiempo, sabemos que suele hacer alarde de sus múltiples encuentros, de su condición de buen amante y de sus habilidades para mantener a todas sus amantes contentas. Hasta ahí todo perfecto, seguro despertara la envidia de muchos hombres, los bajos instintos de algunas mujeres y claro el repudio de muchos y muchas otros y otras, todo eso poco o nada para mi es motivo de polémica.
Sin embargo, frecuentemente en sus escritos seguramente sin darse cuenta, cosifica de manera abrumadora a las mujeres, predefine la generalidad del sexo femenino a partir de sus encuentros y propias experiencias, las reduce a su condición de seres sexuales, las cuenta y exhibe como trofeos en twitter, por poco cuenta lo que cada una en la intimidad con él práctica, con la anuencia de una abrumante mayoría de ellas. Para tratar a las mujeres recurre a calificativos relativos a su físico, lisonjeros o con cierto grado de cercanía no necesariamente concedida, en su afán seductor no logra percibir cuando del otro lado no existe en ese sentido alguna anuencia. Insinuársele a cuanta mujer se pasa por delante, puede ser visto por muchas de ellas como seductor, pero para muchas otras es un acto chocante. A mí por ejemplo apreciado Daniel, si lees esto, ya que en público refieres que hemos hablado en privado, y dejas un cierto manto de duda en la objetividad de lo que afirmo, a título de rápido ejemplo te digo: tomarme un café contigo y hasta una cerveza un día me parecería chévere, pero para eso la invitación no debería ser “secuestrarme para pasar una linda tarde”, ni mucho menos citarme para tomar un café a un “hotel”. De hecho, como todas las mujeres gozo de libre albedrio, si después de esto, aun quieres el café, tal como te lo había expresado, gustosa te lo invito, en lo personal no tengo nada en tu contra y en lo profesional compartimos sensibilidades.
Ahora bien, para los demás lectores, soy consciente de la campaña que están fraguando en contra de Daniel y estoy lejos de aunarme en los esfuerzos para destruirlo, es alguien valioso, valiente e inteligente y por quien aún sin conocerlo personalmente siento simpatía y aprecio. Pienso además que está uniéndose con éxito y a su manera, a una pelea que es la de millones de colombianos. Vi cómo, un periodista está buscándole por todo lado testimonios para atacarlo y por lo poco que he podido conocer a Daniel pienso que puede ser machista (sin saberlo) y con aires de megalomanía, pero nada de eso amerita su linchamiento. Uno lo lee y asume que se proyecta como un mártir y no tiene por qué ser así, lo queremos, lo valoramos y lo necesitamos vivo. Claro que está amenazado, y claro que corre peligro y claro que hay que rodearlo, no obstante, en Colombia, son miles los que están igualmente expuestos, en total indefensión, guardando un perfil bajo y pasando totalmente inadvertidos. Todos ellos también hacen parte del engranaje que, con Daniel, urge articular para exigir su protección y blindaje.
El primer atentado contra Daniel ya dio su inicio, su destrucción moral, al parecer, es el primer objetivo, y esto, con base en un supuesto maltrato hacia las mujeres, algo que recientemente ya vivimos en plena campaña para la Alcaldía. Es tal vez entonces, el momento oportuno para el necesario debate en Colombia que más que el de la instrumentalización del feminismo creo que es el de la instrumentalización de la vida privada como arma de destrucción política. En el caso de Daniel, parto de un principio, no le hace bien ni el estigma por sus preferencias, ni su endiosamiento por hacerlas públicas. Quien somete al debate público su vida privada, se expone en la misma manera al escrutinio público. No imagino a Daniel de abusador, maltratador o acosador, pero si lo invito con aprecio a reflexionar sobre su manera de relacionarse con las mujeres, o al menos a no hacerla pública, no porque ralle en lo delictivo, pues creo que lejos está de ello, sino porque se convirtió en un referente público, aclarando que el no compartir su machismo camuflado, no significa ser tibio, irresponsable, envidioso o colaborador del uribismo.
En cuanto a la serie, empecé a verla, la seguiré viendo y continuaré promocionándola, creo que esta serie, es un esfuerzo válido y además oportuno de reconstrucción de memoria histórica y pedagogía que puede bajar el impacto a la millonaria campaña publicitaria que desesperadamente adelanta el uribismo. Espero que de ella nos quede más sensibilidad y compromiso hacia la necesidad de superar esta tragedia que sigue siendo nuestro pan de cada día .
Para terminar, para quienes cuestionan mi coherencia por las impresiones que manifiesto en este escrito, quiero decirles que no me interesa ser parte de ninguna corriente irreflexiva e incuestionable que tendría mucho de ese fanatismo que tanto cuestionamos al uribismo. Para Daniel, un saludo solidario, mi apoyo y una sana y amistosa invitación a la reflexión si a bien lo tiene.