Embriagados de felicidad por el triunfo de Claudia López, avanza entre quienes se reivindican de centro la tesis de que en las pasadas elecciones regionales los ciudadanos “castigaron” al uribismo y al progresismo por igual y que solo volviendo a optar en el 2022 por la “moderación” y “sensatez” que los caracteriza a ellos, Colombia podrá avanzar.
A pesar de que la burgomaestra no se ha posesionado – y que aún no podemos juzgar la puesta en marcha de sus políticas de gobierno–, ya algunos de sus electores se aventuran a darnos lecciones sobre las últimas elecciones, a quienes no adherimos ni a las formas utilizadas en su campaña, ni a su programa de gobierno. Muchos de ellos prefirieron el inmaculado voto en blanco en las elecciones presidenciales y nunca reconocieron su parte de responsabilidad en habernos dejado en manos de este infame gobierno. Quieran o no los voto blanquistas reconocerlo, hoy los colombianos comprendimos por la fuerza de los hechos, que no eran lo mismo Uribe y Petro, aunque ahora de nuevo algunos los quieran tercamente equiparar.
Se dice que hay que ser “generosos en la victoria” pero las apresuradas reacciones de notables analistas de centro, han dado muestra de revanchismo, triunfalismo y mezquindad. Se consideran demócratas, pero a quienes no piensan como ellos, los quieren “política y correctamente” exterminar. No fue “la unión de fuerzas alternativas” lo que aseguro por ejemplo su triunfo en la capital, fue la premeditada división del progresismo, la estrategia política, aunque suene menos bonito al menos en Bogotá, fue: “divide y vencerás”.
Así como los 8 millones de votos que obtuvo Gustavo Petro en la segunda vuelta presidencial no fueron votos “petristas”, los 1’108.521 votos con los que gano Claudia Lopez tampoo fueron votos “claudistas”. En muchos progresistas caló el discurso de que el metro elevado era irreversible y que Claudia Lopez era por lo demás la única alternativa con posibilidad de hacer frente a quienes representarían el continuismo de Peñalosa: Galan y Uribe Turbay. Por otra parte, la alianza con cabezas visibles de la Colombia Humana como Angela Maria Robledo y Maria Mercedes Maldonado aportó mediante el símbolo de compromisos, los aires progresistas que seguramente Claudia buscó para ganar.
Nadie desconoce los méritos de Claudia Lopez, un ejemplo de superación, de disciplina, de carácter y de perseverancia, si se trata de juzgarla a nivel personal. ¿Como desconocer como un logro histórico que sea la primera mujer en llegar a tomar las riendas de la capital? Pero no por ser mujer y tener tantas cualidades dignas de admirar, tenemos que reconocer en su triunfo la derrota del progresismo en Colombia, menos cuando América Latina nos muestra el absoluto fracaso del modelo neoliberal.
La perspectiva de la «derrota» de Petro tiene mucho de «deseo» pero no de realidad. Con un partido dividido, una campaña tardía, sin apoyo mediático, sin maquinarias, sin clientelismo y solo 300 millones de pesos, es decir, ocho veces menos de lo que gastaron Lopez, Galan y Uribe Turbay , Hollman Morris obtuvo 440.591 votos en Bogotá. La Colombia Humana sin personería jurídica, ni mayores medios económicos, acudiendo a alianzas, acuerdos programáticos, algunos candidatos propios y respaldos políticos, logro una importante representatividad en el territorio nacional.
“La victoria tiene muchos padres, pero la derrota es huérfana”. En la victoria de Claudia hay padres y madres para dar y convidar, no ha ocurrido lo mismo en la supuesta derrota de la Colombia Humana, se habla mucho de los errores “del padre” pero a la hora de hacer la autocrítica será necesario evaluar tanto las razones por las que se fueron a velar por los intereses de otra familia algunas de las mamás como las estrategias a seguir para construir una fuerza alternativa, incluyente y progresista fundamentada en la participación activa de las bases ciudadanas que reclaman mayor representatividad.
El padre Guzman Campos afirmaba con razón en su libro sobre la Violencia en Colombia que las elecciones exasperan los ánimos. Las elecciones ya pasaron, no nos distraigamos en discusiones inanes de termodinámica electoral, mientras masacran nuestros indígenas y líderes sociales. Urge ingenio para resistir con contundencia a la ineptitud y el calculado desgobierno de los amigos de la guerra, el proyecto político de una Colombia equitativa y en paz continua: ¡unámonos y unamos a quienes quieran seguir trabajando por ella!