Coyuntura Política

Publicado el Renny Rueda Castañeda

Sociedades de base científica. Hacia otra democracia. VII/X

Las formas de democracia representativa actual oscilan en construir estructuras civiles a partir de intereses corporativistas, o agendas de los gobernantes de turno, mientras tanto, la capacidad organizacional de las sociedades queda marginada a seguir los patrones culturales y sociales que estos actores determinan con sofisticación en los medios de comunicación. Con ello, la democracia de partidos financiados por actores influyentes económicamente y gobiernos sostenidos por medios de masas, se evidencia lentamente como un sistema en crisis. En el contexto, la única razón por la que continua su existencia es porque la sociedad está ausente física, cognitiva e ideológicamente de la acción política, y porque la industria audiovisual desarrolla un clima de normalidad en medio de contingencias que se abisman incontrolables.

Las formas de organización actual son incapaces de contener la evolución e influencia de actores que concentran poder, y que equivocadamente conciben la sociedad como un ente auto regulativo o de oposiciones ideologicas irreconciliales mientras este no ponga en riesgo su posición política o económica. A lo largo de las décadas precedentes, la marginación de las sociedades en el debate de la vida pública ha hecho que los individuos se desentiendan de la trascendencia del ejercicio de la política, y por ende se vean desplazados a asegurarse fuentes de existencia digna que reducen los beneficios de la mayoría, y los convierten en actores productivos de una competencia en lograr una posición ostentada por una reducida porción de la sociedad. El destino de las sociedades no obstante no está determinado por las minorías. Por ello, en Colombia urge un cambio fundamental del orden político que remplace la desenfrenada competencia basada en construcciones culturales corporativistas o de actores de opinión, por una basada en méritos y conocimiento. Con ello, se debe iniciar un proceso que remplace mecanismos coercitivos institucionales, por dispositivos organizacionales y fortalezas culturales que aseguren la inclusión de la sociedad en el proyecto de construcción de un orden sostenible.

El país en este momento debe hacer tránsito a ser un sistema de organización social de base científica. En este contexto, urge que el sistema de valores, destinado a reproducir esquemas de identidad de consumo, se incline paulatina pero firmemente a adoptar una cultura del conocimiento. La conformación de sociedades de base científica es una demanda sustancial de una modernidad que se impone aceleradamente en contadas geografías de renta alta. Los mayores activos de las sociedades sostenibles política y económicamente actuales no están determinados por su capital, ni sus recursos naturales, sino por la educación de sus ciudadanos.

Durante la mayor parte del siglo pasado, la posición financiera e intelectual dominante de algunos países europeos y de los Estados Unidos, incrementó la reproducción de un orden político basado en la explotación de los recursos naturales y las condiciones de necesidad de grandes segmentos de población, tanto en su territorio como en otros. La adopción de este esquema sin embargo, con el incremento en la educación de los individuos y el paulatino surgimiento de nuevos países, se concibe desde ya como problemática. Las nuevas generaciones de ciudadanos con acceso a educación saben que los modelos de organización basados en el capital reproducen esquemas que reproducen una distorsionada ética de la vida y en el mediano plazo la profundización de patologías de gobernanza aparentemente inabordables. Por ello, si Colombia quiere sobrevivir a la influencia de actores externos sobre sus formas de vida local, la única salida que tiene es iniciar un proceso intenso de vocación científica que le permita en los años por venir, reorganizar las estructuras productivas y organizacionales sin caer en el círculo de destrucción medioambiental y reproducción de desigualdades de la gran mayoría de países del mundo en la actualidad.

La construcción de sociedades de base científica no solamente es un esquema de organización, sino una filosofía de vida, un principio que urge ser incluido como eje transversal del debate nacional formal y en medios de comunicación. Pretender que las problemáticas de la modernidad pueden ser abordadas desde una perspectiva distinta, es un acto de candidez que tiene un costo sobre las poblaciones, el medio ambiente, las formas de vida sostenibles, y la dignidad de las nuevas generaciones.

Hoy, a diferencia de otros países, la situación de Colombia en materia de acceso a capital es totalmente adversa. Incluso a pesar de que en la actualidad nuevas economías periféricas se adhieran al sistema económico global, los flujos de rentas de capital siguen concentrándose exclusivamente en las naciones industrializadas o de económica geoestratégica como la China. Ello conlleva paulatinamente a que ellas directa o indirectamente, determinen el ritmo de desarrollo industrial e inversión en las economías periféricas mientras que implementan procesos de organización y tecnología que abastecen con materias primas de países de renta media y baja. A la fecha, materiales como el petróleo, cobre, platino, uranio, carbón, aluminio, gas u oro, entre otros, ya no se hallan en el territorio de las naciones de ingreso alto para copar la demanda de sus propias industrias, por ello en las últimas décadas la unica alternativa de la que han hecho uso ha sido adentrarse en otros territorios en condiciones dominantes. En ese panorama, Colombia y los países latinoamericanos se encuentran en el desafío de no repetir los mismos esquemas de desabastecimiento y sobreconsumo, mientras generan competencias culturales y cognitivas para establecer formas de organización y sistemas de valores distintos que les permitan defenderse de influencias externas. Por ello, la adopción de una cultura científica que reemplace sistemas de valores previos se presenta como la única medida que impida la repetición de una historia que tiene un límite material y ético; representado en las restricciones del medio ambiente y en la conciencia de una nueva generación de no generar formas de organización que exploten la ignorancia y la falta de oportunidades de formación científica y de técnica avanzada de grandes segmentos de la ciudadanía.

Las mayores defensas de las que puede hacer uso una sociedad contemporánea, están asentadas en la instrucción rigurosa de una ciudadanía altamente informada, educada, y culturalmente capacitada para hacer frente organizacionalmente a la influencia de un medio global complejo. Para hacer tránsito a estos esquemas se requiere la adopción plena de decisiones políticas de estructura que redirijan a la población civil a hacer parte de ese nuevo estadio de organización.

Renny Rueda Castañeda

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