Coyuntura Política

Publicado el Renny Rueda Castañeda

Sobre los periódicos El Tiempo y El Espectador.

La publicidad reciente de nuevas series relacionadas con la “mafia” y su difusión en los periódicos El Tiempo y El Espectador, demuestra claramente la concesión a los intereses económicos de los principios que deben regir los medios de comunicación, y con ello una tácita actitud apologética a conductas despreciables y comúnmente criminales. En el caso colombiano los periódicos de mayor circulación nacional representan no solamente un medio de información sino también un canal de ideologización y construcción cultural. No son solamente empresas sino actores visiblemente influyentes de la realidad nacional, espacios de construcción de la agenda y del debate político en el país, y  principales referentes informativos de la opinión pública.

Las responsabilidades de estos dos periódicos no están limitadas al cumplimiento de los patrones establecidos en el derecho comercial. La historia de Colombia los ha posicionado como representantes principales de los medios de información impresa, e incluso miembros de las dos casas editoriales han atravesado y protagonizado en carne propia, capítulos trágicos de la historia y de las consecuencias del entronizamiento de la cultura narcotraficante en el territorio nacional.

En Colombia la   peligrosa capacidad de influencia del narcotráfico se nutre de diversas fuentes que van desde la magnitud de sus incentivos como empresa criminal, como de la facilidad de su capacidad de renovamiento militar en una sociedad masivamente pobre, de bajo nivel educativo y bombardeada mediáticamente por la seudocultura del  dinero fácil. En las últimas décadas el rol del ciudadano colombiano trabajador y honesto, se extingue en el imaginario joven que vanagloria el éxito sin sacrificios, y cuya fuente principal de educación, ha sido la televisión y ocasionalmente algún medio de comunicación impresa. El desconocimiento de las realidades políticas nacionales e internacionales, y la indiferencia que frente al tema ostenta gran parte de la juventud, e incluso de la población adulta, contrasta con la aceptación social colombiana a diversos productos mediáticos que se venden mediante el escándalo, y la explotación del amarillismo en un mundo cada vez más complejo y competitivo.

El excesivo despliegue del matrimonio de la monarquía inglesa, la comercialización de telenovelas relacionadas con el narcotráfico, y la generalizada publicación de información sensacionalista de los medios de comunicación colombiana, contrasta tanto con la cruda realidad  nacional como con los procesos de clasificación de contenidos noticiosos de casas editoriales internacionales. Por otra parte, hoy en día la población colombiana más que la de cualquier país desarrollado, se encuentra en la necesidad de ser informada objetiva, profesional y éticamente.

Las decisiones que en los últimos años ha tomado el periódico El Tiempo tanto en lo que respecta a la participación directa o indirecta de miembros de su casa editorial en los asuntos públicos de nivel nacional, como a la selección de sus contenidos (excesivos en farándula), ha minado tanto su credibilidad como su peso como mayor difusor de información noticiosa en Colombia. En este sentido el periódico El Espectador, antes de seguir los pasos de su mayor competidor, debe obrar con mesura en el manejo y control de la clase de información a difundir. Lo que se publica en las columnas de estos dos periódicos no solamente tiene consecuencias económicas o comerciales, sino efectos directos sobre hechos de la vida nacional, y por ello es necesario afirmar que los periódicos El Tiempo y El Espectador, para bien o para mal tienen y han tenido responsabilidades en la historia política del país, y que su papel en la construcción del debate nacional puede llevar al escalamiento o a la disminución de los problemas sociales, culturales y de orden público.

El autor contesta inquietudes o sugerencias en el correo [email protected]

Renny Rueda Castañeda

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