Ciudad Juarez (México), frontera con El Paso (EE.UU); el estado de Tamaulipas, frontera nororiental; Tijuana, ciudad ubicada en la frontera Noroccidental; el estado occidental de Michoacán; los estados de Sinaloa, Chihuahua y Durango, fronterizos entre si y ubicados al norte del país; y más recientemente la ciudad industrial de Monterrey; representan en la actualidad el principal mapa de infiltración narcotraficante en México. México, que a partir de mayo del año de 1994 cumplió con los requerimientos en materia económica y social para ingresar al selecto grupo de países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, a lo largo del año 2010, se desangra, registrando hasta el mes de julio más de 7.000 asesinatos vinculados al narcotráfico, aproximadamente 38 por día promedio.
En el año 2006, la llegada del presidente Felipe Calderón, pretendió significar un punto de inflexión en el proceso de eliminación del poder de influencia del narcotráfico en el país. Paradójicamente, desde su arribo hasta el presente año, la violencia en México ha escalado a niveles sin precedentes en la historia. A partir del inicio de la “Guerra contra el narcotráfico”, declarada a su llegada al poder, se han presentado más de 28.000 asesinatos vinculados al conflicto y mientras las autoridades municipales sugieren a sus comunidades celebrar el Bicentenario de la independencia de México en las casas “en familia y ante los televisores”, a pesar de una inversión de más de $40 millones de dólares del gobierno central para el respectivo “festejo”, en Michoacán, lugar de nacimiento de Calderón, aún se recuerda como la fiesta del 15 de Septiembre del 2008, dejó un saldo de 8 muertos y más de 100 heridos, lo que ha llevado en estos últimos dos años a cancelar la verbena tradicional de la ciudad. El hallazgo el 24 de agosto, de 72 cadáveres, 58 hombres y 14 mujeres, en un rancho de Tamaulipas, al noreste del país, es solo la punta del Iceberg de un problema que según distintos analistas está en franco ascenso, y puede durar décadas, de no establecerse políticas radicales.
Mientras las cifras escandalizan, la sociedad Mexicana se percibe arrinconada entre una demanda creciente de droga de los Estados Unidos, el fortalecimiento militar de las bandas narcotraficantes en el territorio, la difusión comercial de la cultura narcotraficante en cabeza de la industria de los “Narcocorridos”, y una política de fuerza infructuosa del gobierno central. En el día de hoy la Mitología del narcotraficante en México se expande con una naturalidad alarmante en el norte del país. La inoperatividad de las fuerzas armadas y la ilusión del dinero fácil contagian la mente de la población más vulnerable ubicada en la frontera con los Estados Unidos, de una nación que a pesar de los logros de décadas anteriores, aloja en su territorio más 55 millones de mexicanos bajo el umbral de la pobreza, presas fáciles del reclutamiento delincuencial. Se estima además que en la actualidad, aproximadamente unos 43.000 niños y niñas cooperan activamente con las bandas criminales del país, caldo de cultivo para un problema en maduración, que internacionalmente, y de forma paulatina, fortalece cada vez más el criterio de distintos analistas que buscan salidas alternativas al problema de la droga en el continente y en el mundo.
La imagen de México hoy en día, a pesar de los recientes esfuerzos diplomáticos de la administración, se ve cada vez mas diluida por una violencia sistemática organizada que distorsiona y corrompe sus valores originales. Su sociedad se desconcierta ante el alud de opiniones que pretenden dar una formula efectiva como solución a un fenómeno que trasciende la realidad nacional para adentrarse en el análisis tanto de la oferta como la demanda de un veneno que así como a México ha contaminado también a otros países de Latinoamérica. Mientras tanto el gobierno central, alineado con la política antidroga estadounidense, se extravía en un complejo laberinto de poderes e intereses que se ciñen mas a dictados y objetivos de Washington, que a medidas viables en el corto plazo para un país que atraviesa una de las peores crisis de su historia.
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Renny Rueda Castañeda