Coyuntura Política

Publicado el Renny Rueda Castañeda

Irak, el éxodo de la vergüenza

El 20 de marzo del año 2003, con el impreciso argumento doctrinario de “guerra preventiva”, el gobierno estadounidense, a la cabeza de George Bush, enfiló sus fuerzas contra Irak, persiguiendo la eliminación completa de las “armas de destrucción masiva”, que de acuerdo a los informes de inteligencia del pentágono, descansaban en poder de Saddam Hussein.

El ataque, iniciado en horas de la noche, sin que mediara autorización expresa del consejo de seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, único organismo internacional autorizado para permitir acciones de fuerza contra amenazas contra la paz y la seguridad internacional, se convirtió en el detonante de un infierno que durante más de 7 años desestabilizó y fracturó en su totalidad, las frágiles estructuras de orden civil de una población iraquí indefensa ante amenazas domésticas e internacionales.

El 1ro de mayo del año 2003, a pocas semanas de dar por iniciada la invasión, y a pesar de evidentes contradicciones entre las expectativas de la administración y los desastrosos resultados y la falta de planificación de las acciones militares. El entonces presidente George Bush, pronunció un discurso en el que pretendió dar fin a las operaciones ofensivas en Irak, exclamando desde el portaviones USS Lincoln, el triunfalista lema de “Misión Cumplida”. Para la fecha sin embargo, la coalición liderada por los Estados Unidos, ni había logrado dar captura a Saddam Hussein, ni había controlado la compleja situación de orden público de Bagdad, ni había encontrado rastros de armas de destrucción masiva, argumento con el que justificó violaciones claras a normas de derecho internacional. El discurso del presidente de los Estados Unidos, se convirtió entonces en la inauguración del caos que acompañó la ocupación, y en la más clara manifestación de desconocimiento, improvisación, ambigüedad e inoperatividad del gobierno estadounidense de la época.

Para el día de hoy, el dossier de errores estratégicos vinculados a la invasión es francamente vergonzante y distintas lecturas pretender estimar los costos políticos, económicos, sociales y en vidas humanas derivados de la ocupación a Irak. Desde una perspectiva económica, en el año 2008, Joseph Stiglitz, premio nobel de economía del año 2001, en asocio con Lynda J Bilmes, experta analista económica de la escuela de gobierno de Harvard, en un artículo publicado en el diario Sunday Times de Inglaterra, estimaron los costos de la guerra en más de 3 trillones de dólares; valor considerado posteriormente como una subestimación de los costos reales, contabilizando gastos de gobierno estadounidense y consecuencias derivadas de la invasión. Por otra parte, en vidas humanas, las cifras son escandalosas, con intervalos que van desde aproximadamente 97.691 civiles muertos, según las estimaciones más conservadoras y afines al gobierno, al 1,220,580  víctimas fatales, censadas por sondeos de opinión civil privados.

El día martes 31 de agosto del año 2010, la administración de Barack Obama, da orden oficial del regreso de la mayoría de tropas estadounidenses a casa, como acto de contricción por las consecuencias de decisiones de la administración Bush y como señal institucional de finalización de las operaciones en Irak. A su vez, los noticieros registran como la violencia en Irak no cesa. De acuerdo a la encuesta Mercer[1] de calidad de vida, y prácticamente desde el año 2008, Bagdag se perfila como la ciudad más peligrosa del mundo.

Durante estas semanas, jóvenes tropas norteamericanas manipuladas hasta el hastío por actores gubernamentales, en vergonzoso éxodo, retirándose de una sociedad que les combatió con el arma del desespero y la desconcertante mística de su religión,  cargan de regreso a su casa el trofeo de la arbitrariedad, la injusticia y la prepotencia, de un país extraviado por una administración que pasó a la historia como palpable ejemplo de mentiras y ambición desmedida.

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“En medio de la guerra, un niño eleva una cometa y una niña inventa una muñeca de trapo y canta una canción que viene de lo más hondo del tiempo”.

J.A.N. (1941-2010)

En memoria del fallecido escritor colombiano Jairo Aníbal Niño. Un descubrimiento tardío.


[1] Estudio realizado por el magazine Foreign Policy, Forbes y la institución Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública (Citizen’s Council for Public Security – CCSP).

El autor contesta inquietudes o sugerencias en el correo [email protected]

Renny Rueda Castañeda

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