Coyuntura Política

Publicado el Renny Rueda Castañeda

Hacia otra democracia. Vida política, cientificismo y sistema. IV/X – Democracia o votaciones

A lo largo de breves siglos pasado, como un legado eurocéntrico, el ejercicio de la participación popular mediante procedimientos de democracias electorales y representativas ha permanecido casi invariable. En términos generales, la ciudadanía como acción, ha buscado reemplazar la responsabilidad política del individuo a la esfera del voto. El voto entonces, como acto y como instrumento de participación, ha sufrido una mistificación que en algunas ocasiones cae en el plano de lo ritualistico. Es entonces, cuando se pretende hacer pasar por democracia la existencia de robustos colectivos políticos de concentración de poder, que con la presentación de un puñado de personas pretende representar sistemas sociales intensamente complejos, compuestos de redes de intereses, deseos y perspectivas de millones de seres humanos. El voto no obstante no es democracia. Por otra parte, hace falta hacer un esfuerzo irascible para pretender considerar que los intereses de uno como individuo, están representados en otro, en la lejanía y los privilegios del poder. En un país como Colombia, esta problemática adquiere dimensiones intimidantes. La razón es fácil de concebir: las asimetrías políticas, culturales, sociales, económicas e intelectuales son abismales. En suma, cualquier consenso basado en la participación se complejiza debido al grado de conflictividad de intereses.

Ad portas de un siglo dominado por la influencia de la tecnología en todas las esferas de la vida, y la interrelación de esta con las nuevas generaciones desde su más temprana edad, es momento de implementar soluciones tecnológicas para los procesos de deliberación y decisión política a todos los niveles. En ese contexto, todo procedimiento de transición hacia nuevos esquemas políticos requiere necesariamente una transformación fundamental en las estructuras culturales de las poblaciones. En este momento en el mundo, pueden existir contados casos de esquemas culturales que coadyuvan mecanismos de democracia participativa, no obstante casos como el colombiano, han de merecer una especial atención dadas las estructurales fracturas culturales y cognitivas que se dan entre sus ciudadanos. Por ello, la democracia esta fundamentalmente vinculada a la interacción de los mecanismos de participación con los actores de decisión: la ciudadanía como sistema.

Las limitaciones de la democracia a la esfera del voto en el caso colombiano han llevado lentamente a la construcción de un orden político altamente ausente de su praxis real, reducido comúnmente a sectores y poblaciones que ocupan históricamente posiciones de poder. Los únicos sistemas políticos actuales medianamente sostenibles se deben a la construcción minuciosa de una ciudadanía con una capacidad crítica probada y la distribución del poder político y económico entre los individuos. Estas limitaciones nacionales del ejercicio democrático no solamente tienen consecuencias sobre la elección de los representantes de poder, sino fundamentalmente sobre la idea del ejercicio del rol civil, el grado de compenetración del mismo con un proyecto político consiente de dinámicas que están afectando estructuralmente la realidad colombiana, y el futuro del orden político.

El debate sobre los sistemas políticos contemporáneos esta en este momento en una etapa embrionaria. No solo a nivel nacional, sino a nivel global las limitaciones de los mecanismos de organización democrática representativa presentan patologías que delimitan en la total inoperatividad de los órdenes sociales, y con ello, en la dominación de las relaciones de poder sobre las relaciones entre ciudadanos. En la actualidad, los Esquemas de democracia representativa absolutamente disfuncional se dan tanto en territorios de renta alta -como los Estados Unidos, Italia, Inglaterra-, como en países de renta baja cuyos ejemplos se cuentan por decenas. La razón por la cual dicha patología es frecuentemente aislada del debate político, es porque favorece la reproducción de ordenes sociales en donde formas de poder determinan la agenda, y con ello la legitimación del sistema, en casos tan antagónicos entre sí como lo pueden ser el norteamericano (sistemas corporativistas), el venezolano (sistemas caudillistas), el colombiano (sistemas desiguales y asimétricos) o el español (monarquías constitucionales), entro otros.

 

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