Coyuntura Política

Publicado el Renny Rueda Castañeda

Hacia otra democracia. Vida política, cientificismo y sistema. III/X – Breve Diagnóstico

La dirección del desarrollo económico y político del mundo actual está en crisis. Gran parte de las economías desarrolladas se encuentran inmersas en esquemas de endeudamiento impagable, cuyas responsabilidades afectan más a los pequeños contribuyentes que a las grandes rentas de capital, la explotación de recursos naturales ha devastado gran parte de las reservas forestales globales. Con ello, hoy sobre la superficie del planeta quedan menos del 40% de las selvas tropicales originales, la gran mayoría de estas áreas geo-estrategias se encuentran ubicadas en Latinoamérica, el resto ha sufrido la devastación ambiental del desarrollo Chino, y la permanente y masiva destrucción que hoy tiene lugar en Indonesia.

Las relaciones de desigualdad económica entre los habitantes del planeta se han incrementado como nunca antes en la historia, conllevando no solo la distinción en las formas de vida material, sino también, distinciones de tipo cultural, intelectual y fundamentalmente político. Por otra parte, el poder representativo,corporeizado en los parlamentos nacionales, es sin excepción cooptado por organizaciones de acción política profesionales. La responsabilidad del debate público ha sido desplazada a la esfera partidista. Los ciudadanos no opinan, no conocen, ni discuten los patrones de organización social. La acción política ciudadana ha sido limitada al ejercicio del voto, configurando patologías que se repiten tanto en economías de renta alta como media y baja.

En medio de la situación, las economías industrializadas del mundo se encuentran en crisis de autoabastecimiento de recursos naturales. Países como los Estados Unidos, con esquemas de consumo únicos, importan más del 70% del petróleo que consume de países altamente inestables, incluso quebrantando el orden jurídico internacional actual.

Si todos los ciudadanos del mundo consumieran la cantidad de petróleo convencional por habitante de las economías desarrolladas, harían falta numerosos planetas para abastecer la demanda. Además, desde el año 2006 las reservas de petróleo convencional han comenzado a disminuir paulatinamente a nivel global, configurando una problemática energética que se avizora crítica para un futuro no lejano.

Junto con la explotación desmesurada de recursos, países como China, Rusia, India, y Estados Unidos se niegan a cumplir protocolos de cambio climático , cuyas más nefastas consecuencias se concentran en las poblaciones y países de renta baja. Con ello, todos los mecanismos de equilibrio eco-sistémico y natural se ven afectados.
Entre las consecuencias se puede predecir la desaparición de especies animales, y la ruina de actuales áreas de biodiversidad exótica como los páramos, polos, glaciales y nevados. Aún cuando situaciones de esta naturaleza han sido pronosticadas por el Panel Intergubernamental de cambio climático, que ha anunciado permanentemente la dramática disminución de estos ecosistemas, la dinamica se profundiza.

En Latinoamérica, junto con la desaparición de los ecosistemas, los procesos de destrucción de las reservas medioambientales acarrean adicionalmente la desaparición de especies, el desplazamiento de población civil, el fortalecimiento de relaciones asimétricas de poder político en comunidades sostenibles, la exportación de recursos a países de renta alta en condiciones de inequidad, la destrucción de los paisajes naturales, la contaminación de las fuentes de agua, la pérdida acelerada de especies naturales y vegetales, la implementación de modelos de asentamiento urbano horizontal no planificados, y la reproducción del fortalecimiento de procesos de explotación de mano de obra barata y de poca calificación que no contribuye a modelos competitivos, de desarrollo científico y de servicios contemporáneo. La situación es aún más calamitosa si se reconoce que más del 40 por ciento del territorio colombiano está ubicado en zona Amazónica y la tasa actual de deforestación asciende a la cifra de más de 238,000 hectáreas anuales . En suma, la eliminación de más de 650 hectáreas de selva destruidas por día para estimular un modelo de organización que no es sostenible, que ha logrado niveles críticos de autoabastecimiento en economías de renta alta y que ahora se desplaza a repetir el mismo esquema en países de renta media y baja.

Junto con los problemas de gobernabilidad funcional y territorial, las formas de concentración de poder político y económico del continente se han perfeccionado progresivamente desplazando del debate público el establecimiento de formas de organización alternativas. Las desigualdades en los países modernos han aumentado, configurando tipos de ciudadanía que se distinguen en todas las esferas de vida. Personas con acceso a educación de calidad respecto a personas sin acceso a educación, o carente de formación de alto nivel. Poblaciones con opciones exclusivas de esparcimiento, frente a personas y poblaciones limitadas a formas de esparcimiento público o marginal. Personas integradas al orden social de acuerdo a la raza y la cultura, y grandes poblaciones marginadas de esferas de poder por cuestiones étnicas, raciales y culturales. Personas sin mayor formación ni méritos, asociadas por apellido, circulo social, medios económicos, nepotismo o influencia, a robustas estructuras burocráticas y políticas, respecto a personas marginadas del debate público. En suma, la concentración de poder en manos de selectos ciudadanos que especulan sobre las decisiones de la esfera pública, derivando en la reducción de los niveles de democracia de los países de la región. Se puede sugerir que la mayor crisis actual del continente, está determinada por las asimetrías políticas y económicas, que cada día que pasa, hacen más vulnerable regiones con formas institucionales no maduras, en medio de una dinámica competitiva, agresiva, tecnológica y científica global determinada por actores locales y foráneos con altas rentas de capital.

En medio del contexto, la creación del estado en cabeza de un individuo que rota cada cuatro años y un congreso de aristocracias, fue un invento propio del siglo 17 que con la firma de la paz de Westfalia, ponía fin político a las disputas de poder feudal, de patrimonios hereditarios y de poder monárquico en Europa. Reproducir el mismo esquema en el siglo 21, es un acto de oscurantismo e ingenuidad. Hoy en día, un universitario promedio tiene más información científica que el más culto de los gobernantes  precedentes. Su acción política no obstante es marginal. En un sistema de orden político interesado en hacer del ciudadano un consumidor y de la vida política un culto a la personalidad, se avizora permanentemente la destrucción de la vida de una ciudadanía cohesionada capaz de proyectar un futuro distinto con base en el conocimiento, la participación científica dialógica y la tecnología. Si no se aborda un cambio en un mundo que cada vez más impone los intereses de actores políticos o económicos con influencia sobre la población, el panorama futuro se advierte ominoso y desbocado.

 

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