Coyuntura Política

Publicado el Renny Rueda Castañeda

Carta al señor presidente de la república, Juan Manuel Santos Calderón

Señor presidente.

Me dirijo a usted para expresar impresiones personales acerca del curso de los acontecimientos políticos y de orden público que el país ha vivido en los últimos años, sobre los cuales usted en mayor o menor medida, junto con la administración anterior en su segundo periodo, ostenta mayores responsabilidades. Mi deseo con ello, antes que nada, recae en el hecho de considerar que en Colombia y en Latinoamérica, existe la necesidad de mejorar condiciones de orden social por medio de la depuración del debate político.  El hecho de que esta carta sea dirigida a usted, obedece exclusivamente a su responsabilidad como mandatario y a la importancia política de Colombia en debates de mayor envergadura en el continente como lo son el narcotráfico y el modelo ideológico dominante.

El orden público y la realidad del país.

Desde su llegada a la presidencia, usted, junto con otros miembros de su despacho, incluido su anterior ministro de defensa, ha frecuentado de manera intensa los medios de comunicación para plantear repetidamente a la opinión pública, una situación política y de orden público subjetiva. Hoy el país sin embargo atraviesa diversas condiciones complejas, derivadas de medidas principalmente tomadas en los últimos 4 años. En gran parte, desde su llegada el día 19 de julio del año 2006 a la cartera de defensa nacional, durante el mandato de Álvaro Uribe Vélez.

Antecedentes

El día 6 de junio del año 2007, un año después de su llegada al ministerio, usted declaró ante el país a través de audiencia en el salón elíptico del congreso; “todos, absolutamente todos los índices de seguridad han mejorado ostensiblemente”; no obstante al finalizar el año 2007, luego de su primer año y medio a la cabeza del ministerio, el país por primera vez desde el año 2002 presenció un aumento en el número de homicidios de 16.274 a 16.318.

Aun cuando en el año 2008 -mientras la insurgencia se concentraba en salvaguardar la integridad de cabecillas-, se presentó un importante descenso de las cifras. A su salida del ministerio en mayo 18 del año 2009, el país exhibió el mayor escalamiento en los índices de criminalidad homicida de los últimos 6 años. En el primer semestre del año 2009, durante los últimos meses de su gestión, solo en las ciudades de Medellín, Bogotá y en el departamento de Antioquia, se presentaron un total de 1,839 muertes violentas. Más del doble de las presenciadas en el año 2008 (974), y más de 630 de las presentadas en el último semestre de la administración de Camilo Ospina -mismos periodos-.

La caída de jefes guerrilleros y la difusión de noticias de alto impacto como la liberación televisada de personal secuestrado, no contuvo el hecho de que en su salida en el año 2009, el país evidenció el mayor retroceso de orden público registrado desde el año 2004.

En su carta de renuncia fechada el 18 de mayo del año 2009, expresó usted como un lema anteriormente mencionado; “vamos por buen camino”. Al cierre del año 2009, el país registró un aumento de más de 2,465 asesinatos. La cifra nacional más alta desde el año 2003, un año después de la llegada a la presidencia de Álvaro Uribe Vélez.

Su paso por la presidencia

El 7 de Agosto del año 2010, usted tomó la decisión de posesionar a Rodrigo Rivera al frente del Ministerio de Defensa Nacional. A partir de ese momento, usted como comandante constitucional de las fuerzas armadas y su ministro, asumían responsabilidades políticas mayores, a la cabeza de la nueva administración.

El día 16 de noviembre del año 2010 (100 días más tarde) en su rendición de cuentas nacionales, usted ante el país señalo que “la seguridad como tal ha mejorado en todo el país en estos primeros cien días”… “según lo muestra la disminución en los indicadores de criminalidad”. No obstante al cierre anual. Los años 2010 y 2009 (año en el que usted dejo el ministerio), pasarán a la historia como los más violentos de los últimos 7 años.

El día 30 de diciembre del año 2010, un día antes de dar inicio al presente año, usted ha anunciado de nuevo a la opinión pública que “!Vamos bien, y con el esfuerzo de todos, seguiremos bien!”. Al cierre del año, el informe de la Fundación País Libre, reportaba que por primera, tras siete años consecutivos de descenso, el país experimento un incremento del 32%  en el número de secuestros. En lo que corrido del primer semestre de este año, los secuestros en el país, han aumentado.

El día 19 de febrero ante las reiteradas críticas de diversos sectores de la opinión pública, el entonces ministro de defensa de su gobierno, bajo su responsabilidad y bajo su conocimiento, en una entrevista televisada, de nuevo señalaba frases comparativas con el año 2010, reiterando que  el problema de la seguridad en Colombia era un problema de “percepción”.  En los primeros cuatro meses del presente año, respecto al año anterior, el número de víctimas en masacres aumentó en un 14%, el número de secuestros también aumentó -continuando su inesperada espiral ascendente-, y el total de miembros de la fuerza pública asesinados en cumplimiento de su deber, se incrementó en un 37%.

El 20 de junio del presente año en una entrevista radial presentada en directo por televisión, usted afirmó que el país llevaba “10% menos de homicidios que el año pasado (2010), que de por si era una cifra muy baja frente a los años anteriores”. El año 2010 sin embargo, fue ostensiblemente más violento que los años 2008 – 2007 – 2006 y 2005.

HOMICIDIOS COL

Solo hasta el día miércoles de la presente semana, más de siete meses después de que la opinión pública nacional, y distintos sectores de información se pronunciaran en contra de la política de seguridad suya como presidente de la república, y del ministerio de defensa, Rodrigo Rivera ha presentado renuncia a la cartera. El día en el que se da la salida, usted anuncia de forma inusitada ante la opinión pública nacional, “que la devoción, la responsabilidad y la entrega total”, del saliente ministro, “han dado unos grandes resultados”, y por ello usted le solicita que le “acepte ser su embajador ante la Unión Europea”.

Su responsabilidad como Presidente de la República.

Señor presidente Juan Manuel Santos. A partir del momento en el que se escribe esta carta y ante las reiteradas contradicciones de las sistemáticas declaraciones del gobierno nacional, en el sentido de negar ante la opinión pública una realidad dramática y compleja en materia de seguridad, la credibilidad de su administración está en seria controversia. El resultado más preocupante de esta situación no está relacionado con su futuro como político, ni con el futuro de las personas que hacen parte de su gabinete. Sino con la vida de la otra Colombia que tiene que sufrir la negligencia de políticas diseñadas para mantener mediáticamente un estado de aparente calma en medio de la existencia de profundas tensiones sociales de sectores, que en la inopia, ignoran las consecuencias de una retórica peligrosa y contraproducente en cabeza de administraciones de turno.

Su llegada a la presidencia ensaya incorporar un discurso tradicionalista y triunfalista, en medio de diversas complejidades políticas locales e internacionales de un país como Colombia. En el caso particular del orden público, su candidatura improvisó el tomar una agenda política concebida en un contexto específico, al darse por terminada la zona de despeje en el Caguán. Hoy la cartera de defensa choca de frente con cifras que denotan la falta de juicio de la administración para dilucidar el fondo de la problemática colombiana.

El problema de la desestabilización del orden público por colectivos narcotraficantes, es un problema que no solo le concierne a la Colombia marginada, sino también a la población de países tales como Venezuela (con la mayor cifra de homicidios del continente), y México (con un irrefrenable ascenso de grupos narcotraficantes y de asesinatos). La disposición a combatir el flagelo sin confrontar el problema de la demanda internacional de droga por países desarrollados, es una tarea que no se ajusta a la razón. El discurso solitario que diversas administraciones de países sin mayor influencia internacional han adoptado, ceñido a los intereses de administraciones estadounidenses, ha extraído cientos de millones de dólares de los débiles presupuestos de los países de Latinoamérica,  y la vida de decenas de miles de ciudadanos.

Mientras exista una demanda internacional creciente del tráfico de estupefacientes, países como Colombia, Afganistán, México o Venezuela, cumplirán el papel de poner muertos, y de desplazar de la agenda importantes problemas sociales, mientras naciones desarrolladas velan por el desarrollo de sus estructuras y el bienestar de la salud de sus ciudadanos, consumidores y no consumidores de droga.

En los últimos años, en medio de las dificultades presupuestales de un país como Colombia, el monto destinado a la defensa ha aumentado de forma escalonada. Las dimensiones de dinero que se destinan a procurar tapar los errores de una abnegada política prohibicionista, en el caso colombiano, en un contexto alternativo, pueden ser invertidas en medidas destinadas a mejorar las condiciones de vida de la población.

La reverencia que las administraciones latinoamericanas han tenido al someter sus agendas locales a los intereses de Washington, ha obrado en contra de las poblaciones más marginadas de todos los países del continente, incluida la estadounidense. Hoy en día, la política de “guerra contra las drogas” iniciada en la administración Nixon, deja como saldo el escalamiento excesivo del número de prisioneros en cárceles privadas y públicas de los Estados Unidos. Hoy en día, solo ese país, con un 5 por ciento de la población mundial, tiene aproximadamente un 25% de toda la población privada de la libertad en el mundo. Su tasa de encarcelamiento asciende a la cifra de 743 adultos por cada cien mil habitantes (la más alta del planeta). La ostentosa mayoría de ellos por crímenes relacionados con droga (consumo, porte o comercialización).

En el resto del continente, con la excepción real de casos como el de Canadá y Uruguay, las naciones se construyen lentamente con base en la repetición de modelos signados por la asimetría y la debilidad de las democracias. El incremento de la marginalidad que se vive en el continente latinoamericano evidenciado en los niveles de desigualdad económica y política, y el mantenimiento histórico, sin modificaciones, de la política antidroga estadounidense en todo el continente, está en la actualidad desangrando a las poblaciones de diversos países del hemisferio.

Hoy viernes 2 de septiembre del presente año, debe usted seriamente cuestionarse que acciones ha de tomar para contrarrestar el mantenimiento y escalamiento del conflicto. Las medidas a tomar no solamente le conciernen a Colombia y a su problemática local, sino también a los países latinoamericanos que afrontan circunstancias similares. La población colombiana no quiere intervenciones en televisión, sino el viraje fundamental de la historia del orden público y de la política que durante décadas se ha implantado, a costa de la vida de cientos de miles de sus pobladores.

El autor contesta inquietudes o sugerencias en el correo [email protected]

Renny Rueda Castañeda

*Las cifras del instituto de medicina legal, no incluye las exhumaciones o los hallazgos de fosas  comunes, aun cuando después de la realización de los estudios propios del  manejo de este tipo de casos se determine que la manera de muerte fue el homicidio.

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