Cosmopolita

Publicado el Juan Gabriel Gomez Albarello

Las redes sociales versus la democracia (I)

El martes 16 de abril varios medios reportaron que la parlamentaria Alexandria Ocasio-Cortez (de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos) cerró su cuenta en facebook y anunció que iba a reducir significativamente su presencia en twitter (en esa red, Ocasio-Cortez tiene 4 millones de seguidores). Lo extraordinario del asunto es que el éxito electoral de esa parlamentaria, de origen portorriqueño y de escasos recursos, se lo debe a esas redes sociales. ¿Cuál podría ser la razón de su decisión? Según Ocasio-Cortez, las redes sociales “son un riesgo para la salud pública.” De una manera aparentemente neutral, el diario El País de España, uno de los pocos medios en español que cubrió la noticia, refiere que los jóvenes estadounidenses (personas entre los 13 y los 17 años) tienen una opinión dividida acerca del efecto de las redes sociales en sus vidas. Según una encuesta del Pew Research Center, citada por ese diario, el 31% dijo que ese efecto era mayormente positivo, el 24% mayormente negativo y el 45% que no es ni positivo ni negativo. A juzgar por la nota publicada en El País, el tema de las redes sociales y su efecto en la sociedad es un asunto de experiencia y opinión personal.

Carole Cadwalladr, periodista de The Observer, no ve las cosas en términos de meras experiencias y opiniones personales. Ella afirma categóricamente que las redes sociales se han convertido en una amenaza para la democracia. Haríamos bien en tomarnos el trabajo de saber porqué lo dice y con base en qué lo dice. Cadwalladr convenció a Christopher Wylie, un programador de la compañía Cambridge Analytica, para que revelara la manera en la cual esa compañía acumuló millones de perfiles de facebook y los usó sistemáticamente para convencer a los usuarios de esa red social de que votaran a favor del Brexit. Con base en la información de Wylie, Cadwalladr realizó un extraordinario trabajo periodístico en el que mostró como una compañía financiada por un multimillonario estadounidense de extrema derecha, Robert Mercer, subvirtió completamente las leyes electorales del Reino Unido y logró que muchas personas, beneficiarias de las inversiones de la Unión Europea en su localidad, votaran masivamente a favor de separarse de esa organización supranacional.

La historia que cuenta Cadwalladr en una reciente presentación en TED es bastante familiar para nosotros, los colombianos (la presentación todavía no está disponible en youtube, pero hay un vínculo a ella en el artículo que Cadwalladr publicó este domingo). Millones y millones de personas vieron en facebook anuncios que afirmaban que el Reino Unido sería invadido por inmigrantes turcos, que era hora de tomar de nuevo el control de la inmigración, etc., etc. Ninguno de esos anuncios era veraz. Todos le retorcían el cuello a los hechos para mostrar una realidad amenazadora y también para llenar a los votantes de rabia. Los anuncios no eran los mismos en cada caso. Cambridge Analytica desarrolló un programa para estudiar el perfil de facebook de cada uno de los receptores de esos anuncios con el fin de activar el miedo y la ansiedad particular de cada individuo. Cadwalladr afirma, por tanto, que facebook fue el instrumento para que Cambridge Analytica consumara el más grande fraude electoral de la historia del Reino Unido. (Pienso en lo ocurrido con el Plebiscito por la Paz y llego a una conclusión muy similar con respecto a lo sucedido aquí en Colombia. La diferencia es que aquí tenemos que discutir con gente que dice que el fraude fue contra ellos pues afirman que “les robaron” el resultado del Plebiscito por medio de una decisión del Congreso.)

Cadwalladr destaca el hecho de que esos anuncios ya no están disponibles en facebook. No hay tampoco información acerca de quién los pagó y cuánto pues facebook se niega a proporcionarla. Mark Zuckerberg, por su parte, se negó a comparecer ante una comisión del Parlamento británico que investigó el fraude cometido con ocasión del Brexit. Si no fuera por Wylie, todavía estaríamos en ascuas acerca de la forma en la cual Cambridge Analytica se sirvió de facebook para llevar a cabo su campaña de anuncios falsos.

El Brexit no es el único caso en el cual las redes sociales han sido usadas para enviar mensajes falsos y distorsionar completamente el proceso de discusión ciudadana. El año pasado, Adam B. Ellick y Adam Westbrook, periodistas del New York Times, realizaron un documental sobre una de las más ambiciosas y articuladas campañas de desinformación de la Unión Soviética, y también sobre la forma en la cual su estado sucesor, la Federación Rusa, la ha continuado. En los años 1980’s, la KGB puso en marcha una estrategia de desinformación y descrédito de los Estados Unidos consistente en atribuirle la responsabilidad de haber desarrollado el virus de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) y de haberlo diseminado a propósito entre la población afrodescendiente de su país. El nombre de esa campaña fue Operation Infektion. El infundio fue primero publicado por un diario en India, para ocultar su origen. Luego, un medio soviético refirió la noticia y, posteriormente, le dio credibilidad con base en el supuesto estudio realizado por una pareja de biólogos en la antigua Alemania oriental. Los efectos del infundio fueron bastante significativos. Un estudio realizado por la Rand Corporation y la Universidad de Oregon en el 2005 encontró que el 50% de los afrodescendientes en los Estados Unidos creían que el SIDA fue inventado por humanos, de los cuales más del 25% creían que había sido hecho en un laboratorio del gobierno, 12% que fue creado y esparcido por la CIA, y el 15% que era una forma de genocidio contra esos afrodescendientes.

El documental de Ellick y Westbrook contiene una entrevista a un miembro de la KGB, que vale la pena citar en extenso acerca del propósito de la Operation Infektion (28:39 en adelante). “Librar una guerra en el campo de batalla es la forma más estúpida y primitiva de librar una guerra. El arte de la guerra más refinado consiste en no luchar en lo absoluto sino en subvertir todo lo valioso en el país de su enemigo. Ponga a los blancos contra los negros, los viejos contra los jóvenes, yo qué sé, los ricos contra los pobres, etc., etc. No importa, siempre y cuando perturbe la sociedad, siempre y cuando destruya las fibras morales de la nación, habrá servido. Y, entonces, usted puede tomar ese país, cuando todo está subvertido, cuando el país está desorientado y confuso, cuando está desmoralizado … y entonces la crisis llegará.”

Cuando la Unión Soviética se disolvió, el Congreso de los Estados Unidos recibió la advertencia de que los responsables de la estrategia de desinformación y descrédito podían seguir operando, pero nadie la tomó en serio. Vladimir Putin, quien había trabajado para la KGB, reactivó esa estrategia primero en Rusia y luego la puso en marcha contra los Estados Unidos. El documental muestra (15:43 en adelante) la agitación con la cual dos grupos protestan, el uno contra el otro, en frente de una mezquita en un suburbio de Houston, Texas, en el año 2016. Ambos grupos recibieron una invitación vía facebook a participar en un evento distinto, pero en el mismo lugar y a la misma hora. Una decía, “Detengamos la Islamización de Texas”; la otra, “Musulmanes Unidos de los Estados Unidos”. Ambas invitaciones fueron enviadas desde Rusia.

Esto puede parecer nada más que una anécdota. Lo que no es nada anecdótico en absoluto es la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos en noviembre de 2016. Esta victoria tuvo mucho que ver con la forma en la cual un ejército de provocadores en Internet, llamados troles, invadió de manera sistemática la discusión en redes sociales para inducir aprensión en personas que potencialmente podrían haber votado por Hillary Clinton. En su libro Cyberwar: How Russian Hackers and Trolls Helped Elect a President (Ciberguerra: Cómo Hackers y Troles Rusos Ayudaron a Elegir un Presidente) Kathleen Hall Jamieson reporta que un grupo en Rusia fue responsable de 80 mil posts en facebook, 131 mil tuits, mil videos en youtube, así como de 129 eventos en el cual se incitó a grupos de derecha y de izquierda a que se confrontaran, como el referido evento en frente de una mezquita en Houston. La actividad de los troles tuvo impacto, además, en los medios tradicionales, los cuales revelaron ser dependendientes de una manera bastante acrítica de la discusión en las redes sociales.

La manipulación que Rusia realizó del proceso electoral en los Estados Unidos siguió los mismos principios en los cuales se basó Operation Infektion, sólo que esta vez fue llevada a cabo de una manera más sofisticada. Según Ellick y Westbrook, la clave de la campaña rusa radica en activar divisiones en la sociedad, erosionar la confianza entre los ciudadanos, propagar mentiras que tienen un poco de verdad y por eso pueden sonar creíbles, negar todo tipo de involucramiento y esperar réditos en el largo plazo. A diferencia de la Unión Soviética, Rusia se sirve de un medio que funciona con una velocidad mucho mayor que los medios tradicionales: las redes sociales. La forma en la cual compartimos información en esas redes permite que los embustes y las patrañas se propaguen más rápidamente por una razón particular: en las redes sociales no operan los filtros de los medios tradicionales, los cuales someten a escrutinio la información que recaudan. Es cierto que en muchos medios los filtros funcionan a favor de los conglomerados económicos de quienes esos medios dependen ya sea porque son sus anunciadores o porque son sus propietarios. En las redes sociales, usualmente los filtros de cada uno funcionan a favor de la validación de los propios prejuicios.

El gobierno ruso no es el único involucrado en este tipo de invasiones a la discusión pública. Lo dicho aplica a todas las organizaciones y facciones políticas que, de una manera u otra, procuran debilitar y derrotar a las organizaciones y facciones contrarias mediante estrategias polarizadoras. No hay duda alguna de que los movimientos populistas de toda índole, de izquierda a derecha, contribuyen a la polarización política. Su discurso se basa siempre en la oposición entre un nosotros, el pueblo, y ellos, la casta, la oligarquía, los inmigrantes, etc. Un reciente libro, La explosión populista de John B. Judis analiza el fenómeno con preocupación; For a Left Populism (Por un populismo de izquierda), de Chantal Mouffe, por el contrario, exalta el populismo como la estrategia a seguir por los movimientos de izquierda. De acuerdo con una investigación promovida por el diario The Guardian, actualmente uno de cada cuatro europeos vota por un movimiento o partido populista, siendo el ascenso de los movimientos o partidos populistas de derecha el más significativo. Este avance ha sido bastante pronunciado en las dos últimas décadas. En 1998, el voto populista en Europa era apenas uno de cada diez. Es probable que ninguno de estos movimientos con una estrategia y una retórica polarizadora hubiera tenido tanto éxito sino fuera por las redes sociales.

Desde luego, hay una razón adicional para que los movimientos populistas tengan tanto éxito. Los regímenes representativos en la mayor parte del mundo son todo menos representativos. Los representantes sirven más a los financiadores de sus campañas que al público; están más pendientes de los titulares en los medios que de los problemas del país y de sus soluciones. Los excluidos han reaccionado con rabia, votando muchas veces por aquellos que prometen deshacerse de la clase política tradicional y ocuparse de los problemas reales de la sociedad o los inventados por los mismos líderes populistas. Sin embargo, no puede dejarse de lado el hecho de que las redes sociales tienen un incentivo específico en la difusión de los mensajes polarizadores: esos mensajes atraen la atención de mucha gente y logran fijarla por más tiempo que los mensajes acerca de asuntos complejos tales como el diagnóstico de un problema social o económico, y las posibles soluciones que puede tener dicho problema.

Los propietarios de las redes sociales quieren que estemos en su red el mayor tiempo posible. Eso les permite monitorear nuestras interacciones, ver con cuánta frecuencia interactuamos y con quiénes lo hacemos, qué nos motiva a hacerlo, a qué horas, por cuánto tiempo, desde dónde, etc. Esta es información que esas redes sociales convierten en una mercancía no porque vendan nuestros perfiles a otras empresas sino porque venden la posibilidad de que recibamos avisos comerciales personalizados, ajustados a nuestros perfiles. En El costo no declarado de usar whatsapp (27/10/2015) hice un análisis de la estructura de este negocio y de las razones por las cuales permitimos a las redes sociales comercializar la información que ponemos en las redes. En facebook en nuestra vida y nuestra vida en facebook (01/09/2014) ya había hecho una radiografía del designio oscuro de esta red social.

Tim Berners-Lee, el creador de Internet, ha promovido una Carta Magna de Internet que tiene como propósito mantener “la web abierta como un bien público y un derecho básico para todos y todas.” Esa Carta Magna o Contrato para la Web, como Berners-Lee lo llama, establece una serie de responsabilidades mínimas que los gobiernos, las empresas y la ciudadanía tienen que asumir para el logro de ese propósito. En el caso de las empresas, una de sus principales responsabilidades es “Respetar la privacidad y los datos personales de los consumidores. Para que las personas tengan el control sobre sus vidas en línea.” facebook suscribió ya el Contrato para la Web, pero esta empresa lo viola olímpicamente. La más reciente violación ha consistido en la invitación que le hizo a usuarios entre los 13 y 35 años para que, a cambio de 20 dólares por mes, instalaran la aplicación facebook research, una versión del programa Onavo Protect, que permite la recolección de información relativa a la navegación en Internet, las búsquedas en la Web, la historia de la navegación, los mensajes personales, fotos, videos, correos electrónicos y la historia de compras en Amazon. Las críticas que generó este tipo de programa espía dieron lugar a que facebook lo retirara de las tiendas de aplicaciones de Apple y Google.

Al saber que hay un fuerte incentivo económico de por medio, podemos comprender entonces la completa opacidad de las empresas detrás de las redes sociales en lo que concierne a la regulación de la publicidad y a la moderación de las discusiones que tienen lugar en esas redes. ¿A dónde puede ir uno a demandar transparencia acerca de la forma en la cual organizaciones y facciones políticas invierten dinero en anuncios en las redes, más allá de lo permitido por las organizaciones electorales? En el capítulo X de las Consideraciones sobre el Gobierno Representativo, un libro publicado en 1861, John Stuart Mill afirma que los políticos nunca han tenido la intención de eliminar los sobornos y de asegurarse de que las elecciones no sean costosas. No les importa quien vote, siempre que lo hagan por alguien de su propia clase. Para modificar esta realidad, a instancias del entonces Primer Ministro William E. Gladstone, en 1883 el Parlamento del Reino Unido aprobó la Ley de Prevención de Prácticas Corruptas e Ilegales, mediante la cual se fijó un límite a la cantidad de dinero que los candidatos podían gastar en una elección. Como lo señalé anteriormente, en su presentación en TED, Cadwalladr resalta el hecho de que esa ley electoral no significa nada ante el hecho de que cualquier organización puede invertir recursos ilimitados en las redes sociales para obtener un resultado electoral favorable.

Además, deberíamos tomar en consideración un fenómeno adicional. Un buen número de usuarios que han reportado que su cuenta ha sido cancelada de manera arbitraria. El caso más prominente es el de periodistas y activistas palestinos cuya cuenta en facebook fue cancelada a pedido del gobierno israelí. Según lo dijo en septiembre de 2016 la propia Ministra de Justicia israelí, después de una reunión con ejecutivos de facebook, esta red social accedió en un 95% de los casos a eliminar la cuenta de 158 personas. Para un buen número de los afectados por esa decisión, la eliminación de su cuenta significó perder el único medio que tenían para acceder a contenidos noticiosos.

En un artículo en The Intecept, Green Greenwald llamó la atención acerca del hecho de que la reunión entre los ejecutivos de facebook y el gobierno israelí tuvo lugar después de que este último amenazara a esa red social de aprobar una ley que le permitiera ordenar la cancelación de cuentas, si facebook no accedía a sus pedidos. ¿Qué debido proceso hay en estas cancelaciones? ¿Qué derecho de defensa? ¿Qué garantía a la libertad de expresión? Está fuera de discusión que personas que incitan al odio y a la violencia no deberían abusar de las plataformas de Internet para difundir sus mensajes. El punto es que las cancelaciones que realiza facebook carecen de toda mediación institucional, que asegure los derechos de las personas afectadas por sus decisiones. Lo que reportan los palestinos es que los afectados por las decisiones de esa red social son personas que protestan contra la ocupación que realiza el gobierno israelí del territorio palestino.

facebook, además, toma sus decisiones de manera absolutamente sesgada. Esta red social se hace la de la vista gorda ante los mensajes que, del lado israelí, incitan al odio y la violencia, contra los palestinos. Un estudio publicado por la Fundación Berl Katznelson, reportado en un artículo publicado por Al Jazeera en septiembre de 2016, señala que ha habido un incremento del 40% en el número de publicaciones en redes sociales hechas por usuarios que hablan hebreo incitando a la violencia contra los palestinos, así como contra miembros de la comunidad LGBT. 122 mil usuarios utilizaron palabras como matar o quemar en dichos mensajes, siendo los árabes el principal objeto de sus ataques. Mahmood Abbas afirma que la consecuencia de este comportamiento en las redes es bastante clara: los soldados israelíes han mostrado una disposición a disparar ante la más mínima situación en los territorios ocupados.

Luego de que facebook cancelara la cuenta del líder checheno Ramzan Kadyrov, un aliado de Vladimir Putin, en enero de 2018 diversas organizaciones hicieron críticas a esa red social por la falta de transparencia acerca de la forma en la cual toma sus decisiones. De acuerdo con varias de esas organizaciones, todo indicaba que la cancelación reflejaba la lista de personas que el gobierno estadounidense había puesto en una lista negra. Jillian York, de la Electronic Frontier Foundation, le dijo al diario The Guardian que no parecía que facebook estuviera escogiendo qué cuentas cancelar, “lo cual sugiere que hay un involucramiento del Gobierno [de Estados Unidos].” Esto le da crédito a lo dicho por Glenn Greenwald en el artículo ya citado: esta red social se comporta de manera obsequiosa, servil frente a ciertos poderes establecidos, convirtiéndose en un vehículo de su agenda política.

Mírese por donde se mire, facebook no tiene las buenas credenciales en lo que concierne a mejorar la calidad de la discusión pública. Grupos privados hacen caso omiso de las regulaciones electorales para inundar los perfiles de personas seleccionadas de mensajes que les infunden miedo y ansiedad para que voten de una cierta manera. Gobiernos como el de la Federación Rusa propagan mensajes y anuncios de eventos con el fin de crear animosidad entre la gente, mientras que otros, los de Estados Unidos e Israel, se sirven de facebook para bloquear a quienes se oponen a su agenda política.

Las cosas en twitter no son mejores. Además de los troles, los bots sociales se han convertido en un fenómeno continuo en las discusiones que tienen lugar en las redes sociales con ocasión de los procesos electorales. Un caso prominente fue el de las elecciones presidenciales de 2016 en los Estados Unidos. Otro es el de las pasadas elecciones en Israel. Un estudio realizado por Zignal Labs acerca de ese proceso electoral, muestra que la mayor parte del tiempo las personas interactuaron con bots sociales, no con otras personas. El estudio en cuestión fue referido por Whitney Pennington Rodgers (9:10) en una conversación con Jack Dorsey (uno de los cofundadores de twitter) en un TED talk, que todavía no está en youtube, pero que puede verse en esta página.

Esta conversación es reveladora de la ingenuidad o falta de interés genuino de los ejecutivos de las redes sociales acerca del deterioro de la discusión en las redes sociales. Dorsey le respondió a Pennington Rogers que twitter desarrolló un programa para identificar bots sociales y eliminar sus cuentas, lo que ha permitido desactivarlos en un 38%. Dorsey, sin embargo, no explicó cómo llegó a esa cifra. Se limitó a decir que anteriormente ese porcentaje era simplemente 0%. Dijo, además, que twitter recurre a moderadores humanos en los procesos electorales con el fin de asegurarse que la discusión se realiza de acuerdo con las políticas de esa red social de no permitir mensajes que inciten al odio y a la violencia. Empero, nunca dio una cifra precisa de cuántas personas emplea esa red social para llevar a cabo esa actividad de moderación. Siempre evadió la pregunta que Chris Anderson y Pennington Rodgers (14: 22 en adelante) le hicieron al respecto. En cambio, Dorsey enfatizó que su compañía mantiene la política de asignar flexiblemente a sus empleados de acuerdo con las tareas necesarias en cada caso, lo cual en realidad deja sin resolver el interrogante acerca de qué tanto invierte twitter en la moderación de las discusiones en esa red.

Igualmente decepcionante fue la respuesta de Dorsey a la pregunta de Anderson (13:00), qué tan difícil sería eliminar el nazismo de twitter. Dorsey dijo que twitter no se concentra en el contenido sino en la conducta de los usuarios, teniendo en cuenta que el término nazismo se usa de una forma bastante laxa. Esto equivale a decir, como lo destacó Carole Cadwalladr, que el nazismo es difícil de definir, lo que en sustancia es una abdicación de la responsabilidad que twitter dice haber asumido de impedir mensajes que contradigan su política de no promover el odio ni la violencia.

Hay un caso prominente, quizá uno de los más aberrantes, que muestra la inconsistencia de twitter en lo que concierne a los estándares que rigen la discusión en esa red social: las amenazas de destrucción a Corea del Norte que profirió Donald Trump. En agosto de 2017, el Presidente de Estados Unidos dijo que Corea del Norte haría bien en no amenazar más a su país. De lo contrario, sufriría una descarga de “fuego y furia que el mundo nunca ha visto antes.” En enero de 2018, Trump se jactó de tener un botón para disparar armas nucleares más grande y más poderoso que el de Kim Jong-un. Sin mencionar a Trump, twitter indicó en un blog de la compañía que “bloquear un líder mundial [de la red social] o remover sus tuits controversiales ocultaría información importante que la gente debería poder ver y debatir (…) Eso no silenciaría ese líder, pero sí obstaculizaría la necesaria discusión acerca de sus palabras y sus actos.” Según twitter, esa red social “trabaja duro para mantenerse sin sesgos teniendo siempre presente el interés público.”

En la conversación con Anderson y Pennington Rodgers, Dorsey insistió en que esa red social se empeña ahora en promover una discusión saludable en esa red en la cual la gente se involucre más en participar en temas, tendencias y en seguir comunidades, en lugar de seguir a individuos. Dorsey también dijo que si ese involucramiento reflectivo de la gente significara que estuviera menos tiempo en la red, eso estaría bien. Supuestamente, twitter estaría dispuesto a sacrificar el tiempo de exposición a anuncios con el fin de que la discusión en esa red se hiciera más saludable. Estas afirmaciones están en total contradicción con los incentivos económicos que tiene twitter. Es difícil creer que quienes han invertido una buena suma de dinero en esa red social estén dispuestos por el bien de la humanidad a sacrificar una lucrativa fuente de ingresos.

La ingenuidad del planteamiento de Dorsey dio lugar a que Chris Anderson le replicara, de una manera alegórica, que no veía que twitter se tomará seriamente cuán grave es el impacto que esa red social ha tenido en el deterioro de la discusión pública. Anderson le dijo que había despertado una noche, luego de tener la visión de estar con Dorsey en un gran barco llamado el ‘Twittanic’. Mucha gente a bordo le dice que hay un iceberg delante y que hay un grave riesgo de una colisión. Dorsey responde en esa visión que su barco no sería capaz de resistirla, pero se mantiene calmado al frente del timón. La gente le grita, ‘Jack, gire el maldito timón.’ (21:50 en adelante) Cadwalladr, observa que el timón sigue sin girar.

Como dijo Anderson, es la democracia, la cultura, el mundo, lo que está en juego. Lo cual me motiva a citar aquí en extenso, la conclusión de Cadwalladr en su ya referida charla en TED (13:30 en adelante), cuando se dirigió primero a los ejecutivos y propietarios de las redes sociales, y después al público, incluidas personas como usted y yo:

“Lo que ustedes parecen no entender es que esto es un asunto mucho más complicado de lo que ustedes piensan o de lo que pensamos nosotros. No es un asunto de izquierda o derecha, de permanecer o salirse [de la Unión Europea], o Trump o no Trump. El asunto es si será realmente posible que podamos volver a tener una elección libre y justa alguna vez pues, como están las cosas, parece que no será posible. Mi pregunta para ustedes es, ¿es esto lo que ustedes quieren? ¿Así es como quieren que los recuerde la historia, como los sirvientes del autoritarismo que está en ascenso en todo el mundo? Ustedes se propusieron conectar a la gente y ahora ustedes se están negando a reconocer que la misma tecnología [que ustedes desarrollaron] nos está dividiendo. Mi pregunta para todos los demás es esta, ¿vamos a dejar que se salgan con la suya y nos vamos simplemente a quedar sentados y a jugar con nuestros teléfonos, como idiotas en la oscuridad? (…) La democracia no está garantizada ni es inevitable. Tenemos que luchar y tenemos que ganar. No podemos permitirle a estas empresas tecnológicas tener un poder sin límites. Les corresponde a ustedes y a todos nosotros recuperar el control.”

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