Cosmopolita

Publicado el Juan Gabriel Gomez Albarello

La igualdad ante la muerte, la democracia y la reforma a la salud

La igualdad ante la muerte es el fundamento de la igualdad política. Tal es la obligada conclusión a la que uno llega luego de revisar el recuento histórico que Aristóteles hace en el libro V de la Política cuando describe los cambios de régimen en las ciudades-estado griegas.

Escuela de Aristóteles Gustav Adolph Spangenberg 1883-1888

La muchedumbre que servía en las naves, decisiva en la victoria contra los persas en Salamina y luego en el mantenimiento de la hegemonía en el mar, “hizo más fuerte la democracia” en Atenas. En Siracusa, “el pueblo, por haber sido el responsable de la victoria en la guerra contra los atenienses, cambió la república en democracia.” En Calcis y Ambracia fue la revuelta exitosa contra el tirano lo que hizo que el pueblo tomara para sí el poder.

La parsimonia con la cual Aristóteles describe los cambios políticos en la Hélade despoja de su carácter dramático los eventos que contribuyeron a la ampliación y profundización de la democracia ateniense. Uno tiene que hacer el ejercicio de imaginarse a la ciudad entera aterrada ante la invasión persa, mas resuelta a sobrevivir como ciudad abandonando sus calles, sus mercados y sus templos. Al menos por un momento, es preciso cerrar los ojos para escuchar la algarabía con la cual todos los atenienses abordaron los trirremes que les salvaron la vida. Todos se llevaron a Atenas consigo a la vecina isla de Salamina. Todos la supieron quemada por los persas; todos la defendieron en el mar y todos regresaron a reconstruirla.

Gracias a todos los atenienses, la victoria en Salamina fue griega. Montados en sus victoriosos trirremes, esos mismos atenienses regresaron al hogar impregnados de un sentido de igualdad fundamental. Todos estuvieron juntos cerca a la muerte, esa gran igualadora. Por eso al regresar habrían de ver, con el curso de los años, el éxito de reformas con las cuales se igualaron aún más las oportunidades de servir en el gobierno.

No hay ninguna experiencia cercana que nos imbuya de un sentido similar a los colombianos, ni siquiera nuestro conflicto armado interno. “(…) la guerra, que arrebata el bienestar de la vida cotidiana, es una maestra severa y modela las inclinaciones de la mayoría de acuerdo con las circunstancias imperantes”, escribe Tucídides en el libro III de la Historia de las Guerras del Peloponeso. Las circunstancias nuestras no han sido favorables para el establecimiento de un código mínimo basado en el valor absoluto de la vida y de la libertad, como lo planteara hace 20 años Luis Alberto Restrepo. El miedo a la muerte no ha sido entre nosotros ningún igualador.

tyrannocides

Aunque solamente fuera por darle a la democracia una base sólida, tendríamos que darle a la reforma a la salud un contenido diferente. En lo que se refiere a la enfermedad y la muerte, todos deberíamos estar en igualdad de condiciones. Las diferencias económicas deberían quedar allanadas mediante un esquema que le garantizara a cada habitante del territorio colombiano igual protección ante los males de la vida. Deberíamos romper de una vez por todas la ilusión, bien afincada en la realidad, de que los más afortunados podrán siempre anteponer tratamientos, instalaciones y destrezas quirúrgicas a la proximidad de la muerte. La realidad de tratamientos, instalaciones y destrezas quirúrgicas es innegable. La distinción ante la muerte es pura ilusión.

Encuentro difícil argumentar contra el deseo de tener mejor suerte para preservar la vida. Creo que es más dable argumentar que la suerte sea compartida. En efecto, si en las salas de los hospitales, por la mera proximidad de pacientes de toda condición económica y social, pudiésemos experimentar que el dolor que causa la enfermedad y la muerte no tiene clase, entonces podríamos cultivar entre nosotros un sentido mucho más auténtico de solidaridad.

Pero, ¿a qué árbol le pido frutos? Para generar ese sentido de solidaridad hace falta un compromiso solidario y éste es, desafortunadamente, un recurso bastante escaso.

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