Cosmopolita

Publicado el Juan Gabriel Gomez Albarello

Desafío político masivo: una conversación con Gene Sharp

Gene Sharp, el teórico más importante sobre la lucha no violenta, accedió a contestar varias preguntas sobre su obra para este blog de elespectador.com La edición impresa del sábado 20 de mayo de este diario contiene una entrevista con el mismo Sharp acerca de varios eventos políticos recientes, como la revuelta en Egipto contra Mubarak y la posterior deposición de este autócrata. Luego de una breve introducción, que sirve para dar un poco de contexto histórico a la indagación de Sharp y para despejar algunos malentendidos acerca de la lucha no violenta, el mismo Sharp explica varios aspectos centrales de su teoría en respuesta a varias inquietudes que le formulé. Espero que esta entrevista sirva como una invitación para conocer y estudiar su obra y, también, ojalá, aplicarla.

Gene Sharp en su estudio en la Albert Einstein Foundation – foto cortesía de Ruaridh Arrow, genesharpfilm.com
Gene Sharp en su estudio en la Albert Einstein Foundation – foto cortesía de Ruaridh Arrow, genesharpfilm.com

Desafío político masivo:

una conversación con Gene Sharp

acerca de varios aspectos de su

teoría sobre la lucha no violenta

A comienzos de los años 1970s, la filósofa Hannah Arendt escribió un opúsculo titulado Sobre la Violencia. Arendt quiso explicar en ese breve trabajo muchos de los malentendidos que hay acerca de la violencia en la política. Sus planteamientos los formuló como una suerte de antídoto contra una concepción romántica y bastante infantil del uso de la violencia, que en ese entonces gozaba de bastante aceptación en el movimiento estudiantil universitario estadounidense. Sin embargo, para no pecar de ingenua y para someter su razonamiento a una adecuada dosis de realismo, Arendt creyó que era preciso reconocer que la lucha no violenta no funcionaba en todas partes. Si tuvo éxito en el caso de la independencia de la India, sostuvo Arendt, fue porque Gandhi se enfrentó a un opositor bastante civilizado. Si se las hubiese tenido que ver con Hitler y con Stalin, otra habría sido la historia.

Gene Sharp sostiene que esto no es cierto. Él afirma que se puede socavar y hacer caer a regímenes opresivos y brutales. Lo que hay que hacer es luchar contra ese régimen con mucha inteligencia. Hay que calcular muy bien cada una de las etapas del conflicto y prepararse para la respuesta violenta del contrincante. En todo este proceso, hay que ejercer una gran disciplina. De lo contrario, un movimiento de lucha no violenta puede terminar derrotándose a sí mismo.

En cada fase del conflicto, ese movimiento tiene que sacar partido de la debilidad del régimen contra el cual lucha. En otras palabras, lo que hay que hacer es atacarlo donde es débil, no donde es fuerte. Por eso él afirma que una lucha militar contra un régimen opresivo termina siendo mucho más costosa que una lucha no violenta; además, dice Sharp, el resultado de la lucha militar no es nunca seguro ni mucho menos óptimo.

Sharp ve a Gandhi bajo esta luz: lo considera un estratega de la lucha no violenta. Yo encuentro su análisis convincente. Si uno se imagina que los ingleses, mientras estuvieron al frente de su imperio, siempre jugaron limpio se equivoca de cabo a rabo. Los mismos indios lo sabían. La Primera Guerra de Independencia de India, como se le conoce a la rebelión de 1857, fue reprimida brutalmente. Sin eufemismos: a los británicos no les tembló la mano para cometer todas las masacres que fueron necesarias para acabar con la rebelión.

No solamente los indios. Los birmanos sufrieron una suerte parecida cuando se opusieron a los planes del imperio británico de controlar la ruta de la seda. También los boers supieron cuán atroces podían llegar a ser los ingleses (los boers eran los habitantes de origen holandés que poblaron muchos territorios de lo que hoy es Suráfrica). Para aplastar a los boers, los británicos recurrieron a prácticas de tierra arrasada y mucho más: se inventaron los campos de concentración. Todas las mujeres y los niños de los boers que combatían a los británicos fueron confinadas en condiciones deplorables en esos campos.

Con estos antencedentes, uno puede considerar la audacia de Gandhi de forma diferente. Gandhi no era un patilimpio que le enviaba derechos de petición a gente educada y que creía en el poder de conmover moralmente a su adversario. Era un oprimido que luchó contra su opresor, pero sin tener que demonizarlo ni destruirlo, sin tener que incurrir en las prácticas violentas que él cuestionaba. Pero que no queden dudas sobre este punto: era un oprimido que se puso el objetivo de derrotar a un opresor que se había comportado en el pasado de forma bastante violenta.

Sharp estudió a Gandhi con cuidado. Y no solamente a Gandhi. Estudió muchos episodios históricos que le enseñaron que se podía derrotar un régimen opresivo violento sin la violencia. De ese estudio, Sharp sacó varias conclusiones. Una de ellas, que la historia ha sido contada por quienes tienen interés en servirse de la violencia, de utilizarla para imponerse sobre los demás.

En esta breve entrevista sobre algunos aspectos de su obra, Sharp destaca varias cosas que uno tiene que tener en cuenta cuando piensa en la no violencia. Saquen ustedes sus propias conclusiones.

Gene Sharp, autor del libro De la Dictadura a la Democracia – foto cortesía de Ruaridh Arrow, genesharpfilm.com
Gene Sharp, autor del libro De la Dictadura a la Democracia – foto cortesía de Ruaridh Arrow, genesharpfilm.com

 

Juan Gabriel: ¿Qué lo llevó a creer que, en relación con las dictaduras, había una alternativa a la violencia?

Gene Sharp: Porque ha ocurrido. Esto no es el resultado de mi imaginación. No formulé mi teoría con base en una cierta creencia política sino con base en evidencia histórica. Hay numerosos casos de lucha no violenta contra la ocupación de potencias extranjeras, contra dictaduras, así como contra los regímenes unipartidistas dictatoriales de los países comunistas. Noruega es un ejemplo de lo primero. Fue ocupada por los nazis y por el ejército alemán. Alláse estableció un régimen fascista, el régimen Quisling. Los maestros resistieron el esfuerzo de ese gobierno de adoctrinar a los niños en la ideología fascista y contribuyeron a derrocar ese régimen. Polonia es un ejemplo de lo otro. Fue ocupada varias veces: por el imperio ruso, por los alemanes y los soviéticos. Los polacos tenían una historia de resistencia violenta. Pero cuando se enfrentaron a la dictadura comunista, escogieron la no violencia. En el curso de 9 años de lucha, el movimiento Solidaridad logró socavar las bases del régimen. Caso tras caso, el completo socavamiento de regímenes opresivos, como sucedió en los tres países bálticos, Estonia, Letonia y Lituania, ocurrió mediante esta clase de lucha, mediante la no cooperación con esos regímenes.

JG: La acción no violenta es un término equivocadamente asociado con una postura pacifista e incluso con una actitud pasiva. Usted prefiere hablar de desafío político masivo. ¿Puede explicarnos por qué?

GS: Desafío político masivo o resistencia civil son términos que comunican a la gente mucho mejor cuál es el tipo de actividad que realiza mediante la lucha no violenta. En el campo de la no violencia hay muchos malentendidos y supuestos falsos, que evocan imágenes de rendirse cuando la verdad es que la lucha no violenta es lo opuesto, consiste en desafiar a la tiranía. Por esta razón, usted necesita un nuevo lenguaje, nuevas palabras con las cuales describir apropiadamente este tipo de lucha. Esto me ha motivado a escribir un diccionario que será publicado por Oxford University Press en Nueva York titulado Sharp’s Dictionary of Power and Struggle: Terminology of Civil Resistance in Conflicts. [El Diccionario Sharp del Poder y de la Lucha: Terminología de la Resistencia Civil en los Conflictos]. Allí encontrará una definición de todos estos términos.

JG: Si entiendo bien su teoría, el desafío político masivo puede ser usado no solamente contra dictadores sino también contra cualquier otro tipo de poderes abusivos que no muestren ningún respeto por los derechos humanos o por el medio ambiente, como puede ser el caso de empresas que extraen recursos minerales o explotan cualquier otro recurso.

GS: Está en lo cierto. Mi teoría tiene ese potencial. Pero esto no es algo que usted decide el martes y luego implementa el miércoles. Estos son asuntos acerca de los cuales se debe pensar cuidadosamente. Se tiene que preguntar qué tiene que hacer para alcanzar éxito. Por lo tanto, debe planearlo todo juiciosamente, incluida la respuesta que recibirá. Debe esperar que haya represión, que haya gente a la que la detengan, la torturen e incluso la maten. Eso mismo sucede en una guerra. La diferencia consiste en que en una lucha no violenta el número de asesinatos es siempre mucho menor. El cuidado en la planeación es decisivo para impedir que un movimiento de desafío político no violento sea derrotado, en particular, que el movimiento se derrote a sí mismo.

JG: En el caso de Egipto usted mencionó que una parte muy importante de lo que ocurrió fue el hecho de que la gente superó el miedo. Esto es revelador de un patrón mucho más general: para superar el miedo, mucha gente recurre a la rabia. Ahí está el caso, por ejemplo, de la convocatoria al Día de la Rabia en el mismo Egipto. Empero, en su teoría usted enfatiza que las acciones no violentas no pueden basarse en este sentimiento sino en cálculos racionales. ¿Podría explicar qué papel le asigna a un sentimiento como la rabia en su teoría?

GS: Puesto que los regímenes opresivos suelen ser brutales, la gente se llena de rabia. Usted tiene que usar esa rabia, pero usted no puede devenir furioso y por lo tanto golpear como lo hace el régimen. Tiene que aprender a canalizar esa rabia para socavar las dictaduras. El coraje y la valentía son muy importantes, pero siempre tienen que estar dirigidas hacia acciones que sean efectivas. Puesto que la respuesta a ese desafío será mucho más brutal, más represiva, usted tiene que saber muy bien cómo va a usar sus acciones y las respuestas a sus acciones para socavar al régimen, para quitarle todo el apoyo y para hacerlo caer. Pero para eso usted tiene que estudiar cuidadosamente la situación. Por eso es que hay varios estudios en este campo. Uno de ellos es mi libro breve De la Dictadura a la Democracia, que está disponible en español en la página de la Institución Albert Einstein.

JG: La lucha no violenta se asocia con la idea de convertir al oponente. Usted enfatiza que el objetivo es romperle su poder.

GS: Alguna gente, particularmente aquellos que tienen una orientación religiosa, insisten en la idea de convertir a sus oponentes, incluso a Hitler, si ello fuera posible. Lo afirman con base en razones basadas en su credo religioso y como una manera de mantener puro su corazón. Pero esa no es la manera como usted lucha contra las dictadores. No es convirtiéndolos sino quitándoles su poder como usted podrá acabar su opresión. Hay que quitarles su poder con la ayuda de toda la población, socavando su poder militar y quitándoles toda forma de control económico. En ese caso, los dictadores gritarán, clamarán que están siendo sometidos a una coerción indebida, que les están quitando su poder, pero es el poder que ellos usan para oprimir a su pueblo. Éste es un objetivo moral loable, aunque usted no logre convertir a su oponente.

JG: Sin embargo, la conversión juega un papel decisivo en el proceso de romper el poder del oponente. Usted precisa de persuadir, de convertir a mucha gente para aumentar el número de los que resisten y hacer efectivo su desafío. También tiene que convertir a terceras partes que apoyen sus acciones y ejerzan presión sobre su oponente.

GS: Yo no llamaría a eso conversión. Creo que la conversión tiene que ver con cambios de opinión acerca de creencias profundamente arraigadas. A la adhesión de nuevos miembros de un movimiento de desafío político masivo yo la llamaría comprensión de su potencial de poder. Ellos no son víctimas minusválidas débiles que no tienen ningún poder. No, son personas que pueden aprender a hacer muchas cosas para confrontar la opresión y ponerle fin. Para ello se requiere darles un nuevo entendimiento de su auto-respeto, de su dignidad, de cómo pueden actuar para poner a prueba el régimen. Este es un cambio de mentalidad que usted puede llamar conversión, si usted quiere, pero yo prefiero insistir que se trata de la comprensión de su potencial de poder. La gente puede haber interiorizado que es débil, pero puede aprender a ser fuerte y puede hacerlo en todos los niveles de la lucha: psicológica, económica, política. Al adquirir control acerca de sus vidas y de su sociedad, la gente puede liberarse a sí misma.

Esto es lo que está ocurriendo en el mundo árabe. Es realmente sorprendente. Muchos tenían el estereotipo de que los árabes no eran capaces de una cosa parecida. Y mire ya todo lo que han hecho. Ha ocurrido en Egipto. Está ocurriendo en Omán, en más países, en Siria, donde el régimen ha ordenado reprimir brutalmente al movimiento de protesta pero donde el mismo ejército ya ha empezado a negarse a cumplir las órdenes del dictador.

JG: La lucha no violenta se asocia también con el mandamiento cristiano de poner la otra mejilla. Sin embargo, usted replica que, para alcanzar sus objetivos, un movimiento de desafío político masivo debe evitar, en todos los casos, sacrificios inútiles.

GS: Los dictadores saben lo que le hacen a su pueblo. No lo aman. Por eso, al luchar contra ellos, uno tiene que usar las acciones que sean más efectivas para quitarles su poder. Poner la otra mejilla puede ser espiritualmente bueno, pero no se requiere tener ese grado espiritual de bondad para luchar sin violencia contra un régimen opresivo. Lo decisivo es utilizar los medios más efectivos para alcanzar el objetivo de ponerle fin a la opresión.

JG: Yo no puedo dejar de pensar que tras su análisis racional acerca del poder de la gente ordinaria, y de cómo puede usarlo para ponerle fin a un régimen opresivo, hay convicciones espirituales muy profundas. Quisiera saber qué experiencias lo llevaron a enfatizar los aspectos estratégicos sobre los morales en sus análisis acerca de la superioridad de la lucha no violenta sobre la lucha armada.

GS: Pienso que el supuesto del cual usted parte no es correcto, no es verdadero. Considere la experiencia en su propio país de luchar contra el régimen dictatorial de Rojas y de deponerlo. Quienes participaron en ese movimiento no tenían ninguna formación espiritual particular. Este gente simplemente estaba determinada a hacer caer ese régimen y ponerle fin a la opresión. Para tener un ingreso digno, para hacer que su gobierno les sirva, no se necesita de ninguna formación espiritual sino de mucha obstinación, mucha tenacidad y determinación para hacer algo que les dijeron que no podían hacer, para dejar de obedecer como les habían dicho que tenían que hacer siempre. Esto es algo para lo cual no se requiere de ninguna realización espiritual previa.

JG: Y, sin embargo, yo me pregunto si para ejercer un alto grado de autodisciplina de cara al ejercicio brutal de la represión se necesitaría un cierto grado de realización espiritual.

GS: No, eso no es cierto. Piense en el caso de soldados ordinarios que son enviados al frente a combatir a su oponente. En el caso de la lucha no violenta sucede algo similar. La lucha por la dignidad y la libertad no requiere de una revelación espiritual. Lo que se requiere es coraje y determinación.

Quisiera hacer una aclaración final acerca del significado que le atribuyo a la palabra espiritual, que mencioné varias veces en la entrevista. Yo no creo que el espíritu sea una entidad separada del cuerpo. Bien podría reemplazarse la palabra espiritual por la palabra mental, pero no ésta no fue la palabra que usé en la entrevista. Mi insistencia en el tema del cultivo de una cierta disposición mental tiene que ver con los recursos internos necesarios para mantener la autodisciplina en el contexto de una lucha no violenta. Sobre este tema, cada uno tiene que hacer su propia indagación.

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