Cosmopolita

Publicado el Juan Gabriel Gomez Albarello

Autoritarismo reivindicativo en la Universidad Nacional

Primero que todo, quiero expresar mi apoyo a las reivindicaciones de aumento salarial y mejora de condiciones laborales de los empleados de la Universidad Nacional.

Para funcionar, adecuado pueda un el con pública ordinarios de un investigativo e los presupuesto la financiar educativo de su gastos de requiere universidad se quehacer. No equitativa puede remuneración haber una educación de de carece calidad administrativa si y docente. Esta oportunidades situación de contradice igualdad todos la los de principios principio más el básicos particular, de en nuestro constitucional, ordenamiento. Sin justo una país educación un pública será de nunca calidad, Colombia. Mientras reivindicativas haya luchas injusticia, habrá.

¿No entiende lo que quiero decir? No se preocupe: yo tampoco habría entendido. Para hacernos entender de otros precisamos expresar nuestros pensamientos en el marco de reglas que comúnmente hemos aceptado: las reglas de la lengua común que hablamos. Esta lengua nos permite decir muchas cosas: nos permite apoyar las reivindicaciones, negarlas y también traicionarlas.

La lengua común no nos permite, sin embargo, hacer caso omiso de sus reglas. Si lo hacemos, no podemos hacernos entender.

Eso está ocurriendo ahora en la Universidad Nacional de Colombia. Quienes han recurrido a medidas de fuerza consistentes en bloquear el acceso a los edificios, impidiendo de ese modo la realización de las tareas de educación, investigación y extensión, sabotean las reglas comunes que permiten el entendimiento.

Las medidas de fuerza, cuando se usan en apoyo de las reivindicaciones, no son condenables de plano. Por el contrario, cuando cuentan con el apoyo de la mayoría y encuentran eco en la sociedad son legítimas. La fuerza en estos casos va acompañada de la razón.

Una conquista de la clase obrera, la huelga, consiste justamente en una medida de fuerza con la cual se contrarresta la fuerza de los patronos. Pero incluso en este escenario, la comunicación entre las partes sigue el procedimiento ritualizado por la legislación laboral. Donde se carece de ese procedimiento es donde se hacen valer las capuchas intimidatorias de extrema derecha y también de extrema izquierda.

Por esa razón, aunque apoyo las reivindicaciones de quienes hoy están en paro, expreso mi rechazo a las medidas de fuerza con las cuales las quieren hacer valer. Lo suyo es autoritarismo reivindicativo. En aras de una mejora económica y social, están dispuestos a sabotear toda autoridad. Sabotean de ese modo la posibilidad de seguir construyendo la Universidad Nacional de Colombia, la universidad comprometida con la lucha por la justicia en este país.

El Rector de la Universidad nos ha hecho saber que el día viernes 22 de febrero “el Ministerio del Trabajo, quien ha sido mediador en este conflicto, había convocado a representantes de Sintraunicol y del llamado Comité Pro-Mejora Salarial para discutir con ellos la situación de los trabajadores de la Universidad. La reunión no pudo ser llevada a cabo toda vez que quienes asumen la dirección de este movimiento, se negaron a sentarse a la misma mesa con los delegados del primero, y que llevó a que éstos decidieran no adelantar la reunión.” Esta renuencia a discutir es machismo político, autoritarismo reivindicativo y, sobre todo, sabotaje a la Universidad Nacional de Colombia.

Para terminar, expreso en el marco de las reglas de nuestra lengua lo que de manera ilegible leyeron en el segundo párrafo de esta entrada:

Para funcionar, la universidad pública requiere de un presupuesto adecuado con el cual se pueda financiar los gastos ordinarios de su quehacer educativo e investigativo. No puede haber educación de calidad si la planta docente y administrativa carece de una remuneración equitativa. Esta situación contradice todos los principios más básicos de nuestro ordenamiento constitucional, en particular, el principio de la igualdad de oportunidades. Sin una educación pública de calidad, Colombia nunca será un país justo. Mientras haya injusticia, habrá luchas reivindicativas.

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