Por: Ángela Casallas
El debate por la distribución equitativa de las tierras en Colombia ha sido un elemento constante en las dinámicas políticas y sociales del país. La historia de las luchas agrarias ha estado fuertemente marcada por este hecho, a tal punto de ser un elemento identitario del campesinado colombiano. Actualmente las organizaciones sociales de tipo rural no solo abanderan una lucha por el acceso a la tierra, sino que promueven la construcción de territorios autónomos. De esta realidad surgen los Territorios Campesinos Agroalimentarios, una propuesta política y social liderada por el Coordinador Nacional Agrario (CNA), el cual tiene un papel relevante en la agenda campesina.
Ahora bien, los Territorios Campesinos Agroalimentarios son el resultado de la histórica lucha del campesinado, enmarcada por el acceso progresivo a la tierra. Para comprender esta lucha, nos debemos ubicar en los años 60s con el surgimiento de organizaciones como la Asociación de Usuarios Campesinos (ANUC), que emerge en el marco de la modernización liberal propuesta por Lleras Restrepo, quien, con su creación, buscaba fortalecer los vínculos entre campesinado y liberales.
La organización tomó vida propia e introdujo en su agenda una apuesta por la acción directa como forma de acceso a la tierra, elemento que cobró vida a través de la ocupación de predios y la colonización campesina. No obstante, ambas formas condujeron a un acceso precario de la tierra y de los modelos de autogestión para su manutención, situación que los llevó a exigirle al Estado condiciones dignas de vida y una reforma agraria de tipo distributiva.
Con estas consignas el campesinado incorporó una nueva manera de actuar que se consagró en importantes marchas y movilizaciones. Es así como en los 80s relucen hechos históricos como el Gran Paro del Nororiente, liderado por campesinos y campesinas de la región del Catatumbo, y la Gran Marcha Campesina en el Sur del Bolívar.
Adicionalmente, durante esta época se expandió la violencia paramilitar, lo que lamentablemente incrementó el desplazamiento forzado del campesinado. Esta ola de violencia llevó a que muchos campesinos y campesinas vivenciaran la realidad urbana con sus vicisitudes y problemáticas. Por estas razones, en su imaginario se consagró la idea de no permitir más desplazamientos y así lograr conservar sus tierras, a pesar de la política de despojo que cobraba cada vez más fuerza debido al paramilitarismo y a la entrada en vigor del modelo extractivista.
Por ello, el campesino incorporó en su agenda la defensa del territorio como una consigna de su identidad y formación social. El territorio se consolidó como una forma de construcción política y social de comunidades campesinas, pues dicha consigna reúne nuevos elementos como la autonomía y el devenir colectivo. De ahí surgen nuevas formas de territorialidad campesina, como es el caso de las Zonas de Reserva Campesina.
Con posterioridad, muchas de las organizaciones que lideraron estas consignas se vieron debilitadas y exterminadas, como fue el caso de la ANUC. No obstante, los años 90 se caracterizan por ejercicios de resistencia y resurgimiento como lo fue la formación del CNA, organización que agruparía diversas manifestaciones campesinas, como lo son el Comité de Integración Social del Catatumbo, Fedeagromisbol en el Sur del Bolívar y el Comité de Integración del Macizo Colombiano en Nariño.
Después de este resumen histórico, podemos afirmar que los Territorios Campesinos Agroalimentarios son tierras habitadas por comunidades y organizaciones campesinas, orientado por un Plan de Vida digna Campesino, basados en los principios de autonomía, convivencia, participación y respeto profundo por la vida y la naturaleza.
Además, en estos territorios se construyen relaciones comunitarias y se fortalece la relación directa y especial con la naturaleza. Para lograrlo, desarrollan una producción agrícola, pecuaria, forestal, entre otras, las cuales sirven para su propia alimentación y comercialización en diversos mercados, actividades indispensables para promover la soberanía alimentaria.
Esta propuesta es fundamental para desarrollar procesos de ordenamiento territorial popular y gobierno propio, reconocimiento de la territorialidad campesina, la protección de su cultura e identidad, su reconocimiento real como sujetos de derechos políticos, económicos, sociales y culturales, reforzar sus procesos organizativos y evitar los daños generados por los proyectos extractivistas.
En la actualidad hay diversos Territorios Campesinos Agroalimentarios, como lo son los ubicados en Nariño y en el Cesar. Allí se producen alimentos, se realizan charlas formativas y se les enseña a las comunidades agrarias la importancia de la tierra y los recursos naturales.
Estas formas de territorialidad evidencian que la historia de la tierra en Colombia, va más allá de una repartición equitativa de la propiedad agraria. Además de ello, es importante entender que existen territorios alternativos que se han alejado del modelo de acumulación capitalista y que buscan desde lo colectivo postularse como alternativas de vidas abigarradas a la tierra y la propiedad comunal.
Observatorio de Tierras
El Observatorio de Tierras es una iniciativa académica que reúne grupos de investigación de la Universidad Nacional de Colombia (IEPRI), el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario (Facultad de Jurisprudencia) y la Pontificia Universidad Javeriana sede Cali (investigador asociado Carlos Duarte) y sede Bogotá (facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales).